El jefe de Las 5 Jotas acusa a la banca: «Ellos lo sabían y me lo consentían todo»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

M.MORALEJO

Cinco trabajadores de sucursales pactan cárcel por las facturas falsas y seis lo niegan

26 oct 2018 . Actualizado a las 11:01 h.

El cerebro del mayor fraude fiscal de Galicia, el jefe de la carpintería Las 5 Jotas, delató este lunes en un juicio a una decena de directivos y empleados de banca de Vigo y los acusó de colaborar para falsear facturas a nombre de autónomos rumanos que trabajaban para él. Dice que le toleraron sus prácticas irregulares porque era un cliente que movía medio millón al día. Solo exculpó a la plantilla de la oficina de Banesto de Teis, que nada sabían.

En el juicio se sientan once directivos o empleados de cuatro sucursales de Vigo donde operaba José Manuel Costas. La Fiscalía los acusa de colaborar con la trama para ayudar a cobrar facturas falsas en la oficina y luego a retirar grandes sumas de dinero.

La vista comenzó este lunes en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo. Fue la primera comparecencia de Costas tras pasar dos años fugado en Portugal.

Al inicio del juicio, cinco de los acusados, de una oficina de La Caixa y otra del BBVA, pactaron con la Fiscalía y se declararon culpables de un delito continuado de falsedad de documento mercantil. Se libran de ingresar en la cárcel porque, a cambio de su confesión, el fiscal redujo su petición de dos años y medio de prisión a nueve meses. En ejecución de la sentencia, podrán pedir que les sustituyan la cárcel por trabajos en beneficio de la comunidad. También pagarán una multa, de alrededor de mil euros.

Otros seis acusados (de sucursales del Banco Gallego y Banesto) negaron los hechos, pero Costas desdijo a los primeros.

Directivos e interventores de la sucursal de Cabral culparon al cajero, que no está procesado y declarará como testigo. Los jefes alegaron que ignoraban las irregularidades, pues hacían tareas comerciales o supervisaban las operaciones a posteriori. Costas solo trataba con el subalterno de caja. No desconfiaban de él porque era un cliente «respetable» que vivía en un gran chalé y sus empresas tenían actividad.

El cajero era el rey

Las irregularidades se destaparon cuando un autónomo rumano fue a indagar sobre una cuenta abierta a su nombre. El directivo abroncó al cajero: «Hablé con él porque nos causó malestar la confianza excesiva que se le dio al señor Costas». Otro recalcó: «Hubo un gran exceso de confianza, nos dimos cuenta de que fuimos engañados por Costas». La jueza se encaró con uno: «¿Me está diciendo que el cajero era el rey de la oficina, el que controlaba las llamadas y hacía y deshacía todo? Entonces ¿usted y el director qué hacían?».

Su versión exculpatoria se vino abajo porque Costas los acusó de mentir. El carpintero confesó en el juicio: «Soy culpable y todos los que están aquí también, y veo que faltan unos cuantos».

El jefe de Las 5 Jotas recordó que había tal confianza que un directivo le llamó a casa para que aceptase un crédito personal de 400.000 euros. «Mi dinero se empleó para que cubriesen unas deudas de unos constructores y cuadrar sus objetivos del año. Salí de cama con un gripallón que nin Dios y fui a la oficina. Un director ascendió por mis movimientos de dinero, no porque trabajase con pico y pala. Yo llamaba el día antes a la oficina para avisar del dinero irregular, daba igual quién me cogiese el teléfono», afirma. También incriminó al jefe de Darzal, condenado a 26 años de cárcel por la trama. Si la cantidad era «fuerte», llamaba el propio empresario al banco o iba él con el maletín.

Respecto a cobrar cheques firmados a nombre de autónomos rumanos, Costas confirmó que todos sabían de esa práctica irregular. «Ellos sabían perfectamente que el dinero era mío, me lo consentían todo porque era cliente desde 1990. Si fuese un rumano a sacar algo de su cuenta, no se lo darían. Yo movía 500.000 euros, 400.000 o 300.000, movía yo tanto en un día como todo el barrio de Cabral junto en un año. El banco se beneficiaba porque es más fácil mover 400.000 que andar casa por casa por Cabral para abrir cuentas de mil euros», dijo.

Un directivo: «Costas tenía un chalé impresionante, no tenía por qué desconfiar»

Los directivos, muchos de los cuales pelean su inocencia en el juicio porque se juegan su carrera, alegaron en su defensa que Costas era un cliente respetable. Recalcan que ninguna auditoría interna detectó irregularidades en sus operaciones. Supuestamente, Costas ingresó 10 millones entre el 2007 y el 2011 en las cuentas que abrió a sus autónomos rumanos (sin que ellos lo supiesen) con su permiso de residencia. El carpintero era la persona autorizada. Una empresa le pedía facturas falsas y le daba unos cheques a nombre de rumanos. Eran enormes sumas, de 400.000 euros, a veces. Costas iba a la oficina a cobrar y retiraba el dinero, que luego entregaba en secreto a las mismas empresas que le pedían facturas falsas. Para Hacienda, la carpintería viguesa funcionaba como un cajero automático que expedía dinero negro a las empresas. Otras, en dificultades económicas, las usaban para inflar gastos y desgravar impuestos de sociedades.

Los directivos alegan que ellos no hacían la operativa del día ni comprobaban las firmas de los cheques de los rumanos. «Costas tenía un chalé impresionante cerca del aeropuerto, no tenía por qué desconfiar, era una persona respetable en la plaza».

Otro jefe alegó que en esas fechas él ya no estaba en la oficina, lo que le libra del delito continuado, que prescribe a los tres años. Otros piden la prescripción al haber pasado cinco años.

Dos directoras del Banesto de Teis ignoraron las cuentas de los rumanos porque allí movían poco dinero. Costas las exculpó.