Mondariz ardió tras cuatro fuegos intencionados en la última semana

carlos punzón / mónica torres MONDARIZ / LA VOZ

GALICIA

M. Moralejo

Los comuneros aseguran que llevan dos años solicitando poder cortar

09 oct 2018 . Actualizado a las 14:17 h.

Mondariz estaba destinado a arder este otoño. Cuatro fuegos forestales fueron prendidos en distintos lugares del municipio en la última semana con la misma intención que acabó causando el que arrasó este domingo varias zonas de las parroquias de Sabaxáns y Gargamala, y saltar además al ayuntamiento limítrofe de Fornelos de Montes.

El domingo anterior, el 30 de septiembre, el fuego irrumpió en Mondariz en el campo de O Mouro de Mouriscados, en las proximidades del castillo de Vilasobroso. El miércoles, las llamas volvían a surgir de forma intencionada al otro lado del río Tea, en la parroquia de Cernadela. El jueves por la tarde ardía ya Sabaxáns, y el viernes por la mañana otro fuego en el monte, con las mismas características, que lo permiten clasificar como intencionado, encendía las alertas en la misma Gargamala.

«Alguien en este entorno está empeñado en provocar incendios», concluye Tomás Fernández Couto, director xeral de Ordenación Forestal.

La teniente de alcalde de Mondariz, Mónica Peralba, considera desde la zona cero del incendio que «esto se venía ensayando», tras enumerar los fuegos que habían sido sofocados durante los siete días anteriores antes de que sembrasen el pánico entre las aún angustiadas poblaciones de los barrios de O Barro, Boente y Barral, donde las llamas cambiaron de dirección cuando ya se encontraban a menos de 50 metros de las primeras casas.

 

Hace justo un año

Y el lugar no parece haber sido elegido al azar. Hace un año, el fin de semana anterior al puente del Pilar, el fuego se llevó por delante una parte de Sabaxáns. «Lo del año pasado empezó aquí también. Ardió prácticamente al lado de donde se quemó ahora, y el fin de semana siguiente todo el mundo vio lo que ocurrió en Galicia», advierte Antonio Díaz, hostelero de Mondariz Balneario. Por eso, el miedo a una jornada como la del 15 de octubre del 2017 recorrió toda la comarca este fin de semana.

El fuego fue dado por controlado ayer a las 12 horas, tras unirse dos hidroaviones a los efectivos desplegados en la zona desde las 18.20 del domingo. El balance provisional es de 150 hectáreas de monte arrasadas que completan 500 en lo que va de mes en toda Galicia, igual volumen que lo sumado en todo el verano, según la Consellería do Medio Rural.

En el mejor de los casos solo queda el esqueleto de las plantaciones de pinos que coronan los montes quemados, y más cerca de las casas, enormes y ennegrecidos eucaliptos salpicados en su siembra en los años setenta y a los que los vecinos de O Barro apuntan ahora con dedo acusador. «Las hojas de los eucaliptos venían ardiendo por el aire sobre las casas, caían por todos lados. Fueron unas horas terribles porque temíamos que plantasen en varias fincas que están sin cuidar, o en las mismas viviendas», rememora Francisco Castro, un vecino de unos 70 años que asegura que no volverá a vivir una situación de tanto temor.

Sin poder talar

Colina arriba, el secretario de la Comunidad de Montes de Gargamala, Benito Alonso, se hace una composición visual de cómo han quedado las plantaciones. «Isto quedou totalmente desolado». En la Comunidad de Montes tienen totalmente claro que el incendio fue intencionado. «Foi rapidísimo. Vimos saír fume cerca do río Furafollas [afluente del Tea que separa las parroquias de Sabaxáns y Gargamala] e de seguido estendeuse por una superficie moi ampla», reconstruye en su memoria. Para el experimentado directivo comunal dos fueron las circunstancias que hicieron rememorar los incendios de octubre del año pasado: «Unha foi o vento, pero outra, e non menos importante, que o monte estaba moi sucio». Alonso asegura que desde hace dos años la Comunidad de Montes «solicita á Xunta que faga cortas nos montes sometidos a convenio» o que les dé permiso para hacerlas ellos mismos. «Pero nunca recibimos resposta ás cartas enviadas», asegura. Añade que incluso para poder cumplir la normativa de la Xunta de liberar un cinturón cerca de las zonas habitadas habían pedido permiso «para facer cortas e co diñeiro obtido acometelas, pero non responderon».

El viento superaba los 30 kilómetros por hora cuando se inició el incendio

Uno de los helicópteros de la base privada de la parroquia ponteareana de Guillade registró vientos de más de 30 kilómetros por hora el domingo poco antes de que el fuego y el humo sitiasen Mondariz. «Estuvo cerca de alcanzar el límite establecido para volar», dice el responsable.

En la base de cuadrillas de prevención y extinción de incendios forestales de Queimadelos (Mondariz) añaden que al viento reinante se suma el orográfico, que forma remolinos y turbulencias haciendo más difícil las actuaciones aéreas, e incluso el que generan los grandes incendios, un aire caliente en ascenso que se cruza con las rachas de la zona. «En todo caso nunca vi algo semejante a lo del año pasado. Mirases donde mirases, todo estaba ardiendo», explica una experimentada piloto destinada ayer a la base mientras toma tierra una brigada. Sus cinco integrantes bajan del aparato como en una coreografía, numerándose y poniendo rodilla en tierra para descartar que no falte nadie y esperar el permiso del piloto para alejarse. El jefe del grupo da una orden tajante: «Diez minutos para ducharse y a comer». «Es que si hay que volver a salir mientras estás en la ducha tenemos un problema, y comer puedes dejarlo en cualquier momento». Para él lo peor ayer fue «el mantillo de hojas de carballo que te hace resbalar seguido», dice camino de la ducha.

Argimiro Vilas, vecino de Sabaxáns, y exvigilante de montes en Gargamala lo tiene claro: «Aproveitaron que ía moito vento e que nunca o monte estivo tan cheo de maleza».

Crítica municipal: «Todo saíu ben, pero botamos de menos os medios aéreos ao principio»

«Eu advertín enseguida que non tiñamos os medios aéreos suficientes. Probablemente, se tivesen actuado antes, dende o principio, tanto os helicópteros coma os hidroavións, hoxe non estabamos falando de tal cantidade de danos», explica la teniente de alcalde, Mónica Peralba, que desde las 18.17 horas del domingo estuvo en activo, casi sin dormir, para atender las necesidades de sus vecinos. También lamenta la falta de información oficial directa. «Somos nós os que temos que estar a chamar ao 112 para preguntar como está a situación ou que zonas teñen perigo, ata tivemos que saber pola prensa a extensión», señaló la edila. «Todos os datos que teño son das miñas chamadas ao 112 e ao distrito», dice.