Gastos diferentes
El transporte, financiado en la pública al 100 %. La Xunta incluye de forma gratuita el transporte de 774 colegios públicos, para lo que destina 120 millones de euros al año. En la enseñanza concertada, todo el gasto corre a cuenta de las familias.
El comedor. La Xunta presume de que el 90 % de los alumnos de la escuela pública reciben alguna ayuda para pagar el comedor. El 10 % restante solo abona 4,5 euros por día, ya que se trata de una cantidad subvencionada. Las ayudas de la Xunta no se aplican para los colegios concertados, que pagan también enteramente las familias. Esta es una de las peticiones más repetidas en la concertada: no que la Administración les dé dinero, sino que ayude a las familias con el transporte y el comedor.
El mantenimiento, municipal. En la escuela pública, el mantenimiento de los centros corre a cargo de los concellos, así como el personal auxiliar (administrativos y conserjes). Muchos ayuntamientos pagan extras, desde el comedor gratuito para todo el alumnado a clases de inglés. Según datos de Hacienda, los concellos gallegos destinan en conjunto unos 100 millones de euros al año para el mantenimiento y atención de los centros públicos.
Las familias buscan un centro con un proyecto estable y al menos tres etapas educativas
Las cifras gallegas se mantienen desde hace muchos años en parámetros similares: el 70 % de alumnado va a la escuela pública; algo más del 27 % a la concertada y el resto, menos del 3 %, a la privada cien por cien. Hay muchas razones que se esgrimen para preferir la concertada: incluye las tres o cuatro etapas no universitarias (en la pública, como mucho son tres, en los CPI, que tienen un gran éxito); mantienen un claustro mucho más estable; y pueden tener un horario más amplio. El ideario del centro, el prestigio y la idea de una mayor relación con las familias son otros motivos que apuntan las familias.
Los concertados argumentan que en ningún caso es rentable un centro educativo como negocio, algo que hasta sus detractores reconocen en privado. Sin embargo, lo que para los colegios concertados es vocación social, para sus críticos no es más que ejercer un poder soft, una enorme influencia social.
Los docentes exigen: a mismo trabajo, mismo sueldo
Es el grito de guerra de los profesores de la concertada: si dos maestros pagados por la Administración preparan al mismo número de alumnos en idénticos currículos y títulos, deben recibir sueldos iguales. Pero desde el primer mes hay diferencias, que se agrandan con los sexenios: en secundaria, a los 24 años de carrera, en la concertada gana el 84 % del sueldo de la pública.
Profesores «enchufados». En la concertada los docentes no necesitan oposición y no hay obligación de dar una información transparente de la contratación. Algunas voces exigen que pasen por las oposiciones; otras recuerdan que los interinos de la pública tampoco tienen que haber aprobado los exámenes.
Menos pluses. Con la crisis, los docentes de la concertada perdieron una paga que obtenían a los 25 años de trabajo. Solo cobran por un puesto directivo si es jefatura de estudios o dirección, cuando les correspondería el plus de coordinación de dinamización lingüística (obligatorio por ley) y el de jefatura de departamento. Y critican que desde el 2009 no hay un compromiso de mantenimiento del empleo.