Feijoo llega a mitad de mandato sin desgaste político, pero con el lastre del desempleo

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

A pesar del descenso del paro, el objetivo de crear 100.000 puestos de trabajo es casi imposible

25 sep 2018 . Actualizado a las 12:58 h.

Feijoo tiene su particular modo de analizar la actualidad y la gestión de su Gobierno. Como bien saben sus conselleiros y colaboradores más cercanos, todo el universo de la Xunta tiene como referencia su año cero, el 2009, y solo va más atrás en el tiempo si sirve para atizar a la oposición. Pero hoy le toca pasar un examen parcial, el de los dos años desde su última victoria electoral, la del 25 de septiembre del 2016, que propició su tercera mayoría en la décima legislatura autonómica, que llega a su ecuador.

En ese periplo entre el 2009 y el 2018 el presidente suele hacer un inciso: los siete primeros años fueron de resistencia por la crisis económica y sus coletazos, y solo en los tres últimos -incluye el último del pasado mandato- se ha permitido alegrías presupuestarias que han tenido, sobre todo, dos destinos: el empleo y las políticas sociales. En el plano laboral, el líder gallego tiene otra costumbre: evita valorar los datos mensuales del paro, con los habituales altibajos, y siempre se remite a la cifra interanual. Con esa perspectiva, su gestión tiene la defensa de treinta meses consecutivos reduciendo las cifras del paro, esquivando incluso el último estacazo estacional de agosto. Con todo, su objetivo de legislatura está muy lejos de cumplirse y ni la coyuntura ni la tendencia invitan a pensar que se puedan alcanzar los 100.000 empleos que se comprometió a crear, para dejar las cifras relativas de desempleo por debajo del 10 %. En la campaña del 2016 el paro rondaba el 17 %, y se ha rebajado en tres puntos. Entonces había 195.000 parados -«es el mayor problema de Galicia», confesó entonces-, y ahora hay 165.000.

En materia de gestión económica de la Administración, los logros son incuestionables. En los dos ejercicios cerrados, 2016 y 2017, se cumplieron los objetivos de deuda, déficit y gastos, además de implementar notables mejoras en el pago a proveedores hasta convertir a Galicia en una de las comunidades más eficaces y «fiables». Cuestión al margen es que este exhaustivo ejercicio del control de las cuentas tenga otras interpretaciones políticas.

En el terreno económico, el Gobierno gallego se enfrentó a un preocupante proceso de deslocalización de empresas al que se respondió con leyes más flexibles -como la ley de implantación empresarial-, cuya efectividad habrá que medir con más perspectiva, aunque de momento el indicador de las inversiones extranjeras no esté respondiendo. Sí salieron adelante iniciativas previstas en torno a los autónomos, respaldadas con intensas campañas de formación.

En materia de urbanismo, Beatriz Mato saldrá del Gobierno coronando su plan de reformas normativas tras la aprobación del Plan Básico Autonómico y la revisión de la Lei de Ordenación do Territorio, aunque el verdadero termómetro de esta línea de trabajo será la implicación de los concellos en la revisión de su planeamiento.

Otra de las promesas del presidente ya se ha cumplido, y es que la Axencia Galega de Infraestruturas ya asume todas las obras de competencia autonómica, para que los respectivos departamentos se puedan centrar en sus responsabilidades esenciales.

Las obras y el cemento, tan estratégicas en otras etapas, tienen menos peso en el actual Ejecutivo gallego. Hay varios frentes viarios en toda la geografía gallega que en muchos casos siguen en fases de tramitación. Si las gestiones y las máquinas responden, en estos dos años se inaugurarán algunas de las estaciones intermodales en marcha y obras como la autovía de O Morrazo.

El fuego y otros incendios

En su discurso de investidura, Feijoo despachó los incendios con iniciativas de baja intensidad. Ordenación de los montes, optimización de los recursos forestales... la crisis incendiaria de octubre del 2017 obligó al Gobierno a replantear la actividad y a poner la gestión del medio rural en el centro de la actividad ejecutiva y parlamentaria.

Pero hubo más incendios. La obligada transformación del mapa del transporte público por carretera provocó paros y semanas de quebraderos de cabeza para los usuarios de toda Galicia, pero una vez en marcha se consiguió sofocar el conflicto a la espera de la segunda revolución, que afectará de nuevo a toda la ordenación de las líneas de autobuses.

Del otro gran lío todavía se aprecian las consecuencias. Los tres meses de huelga en la Justicia obligaron al vicepresidente Rueda a emplearse a fondo, como hicieron en los anteriores casos la conselleira de Medio Rural, Ánxeles Vázquez, y la de Infraestruturas, Ethel Vázquez. Los tres pasaron malas noches, pero contaron -y cuentan- con el respaldo decidido del presidente.

Tras resolver el conflicto de la Justicia, el Ejecutivo aceleró los acuerdos para extender las mejoras a los empleados públicos del ámbito educativo y sanitario (80.000 familias gallegas con nóminas de la Xunta) con el objetivo de reparar los esfuerzos de la crisis.

Con todo, al conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuíña, le acechan días complicados, ya que la oposición ha centrado en su departamento todos los males que atribuyen a la política de recortes de Feijoo y que serán protagonistas en la comisión parlamentaria impulsada por sus adversarios políticos. Consiguió implantar con polémica la reforma de las áreas sanitarias y tendrá a su favor los proyectos y ampliaciones en varios edificios hospitalarios.

En política social, fronteriza con la salud y la educación, el Ejecutivo tiene buenos ases tras la gestión de José Manuel Rey, como la posibilidad de llegar este mismo año con algún tipo de ayuda a 60.000 dependientes (quedarían casi 10.000 por atender), que era un objetivo de legislatura, y ya se ha superado la ratio de 40 plazas infantiles públicas por cada cien niños prevista también para el 2020.

En este mandato entra también la organización del jacobeo 2021, que ya cuenta con un equipo de gestores profesionales al frente.

Un notable

Desde el PPdeG, tratando de no ser condescendientes y asumiendo que hay muchos problemas pendientes de resolver en Galicia, le ponen un notable a la gestión de Feijoo y sus conselleiros, aunque prefieren invitar a los gallegos a hacer su propia reflexión sobre estos dos años: «¿Quiénes tienen más problemas y desgaste político, los miembros del Gobierno o los de la oposición?».

El equipo de conselleiros más estable cumpliría tres años el 5 de octubre

Para el PPdeG, el mejor termómetro para valorar la salud del Gobierno gallego es su estabilidad y la resistencia que ofrecen sus miembros a los problemas que van surgiendo. «No hay ninguno que esté quemado», resumen. El actual equipo de conselleiros se romperá en los próximos días con la salida de, al menos, Beatriz Mato y José Manuel Rey, pero Feijoo ha insistido en las últimas semanas en que seguiría adelante con ellos de no precisar su participación en las próximas municipales para tratar de enjugar el fiasco del 2015.

Con la actual configuración ha roto varios moldes. Por primera vez, el presidente de la Xunta no hizo ningún relevo en el cambio de legislatura, al entender que todos sus conselleiros habían sido refrendados en las urnas. Además, el pasado mes de junio consiguieron convertirse en la alineación más estable de Feijoo, superando al equipo con el que se estrenó en el 2009, que se mantuvo invariado dos años y pico. Y, de hecho, si la remodelación se demora once días más, el viernes 5 de octubre podrán celebrar tres años juntos.

El mayor elemento de desestabilización del Gobierno autonómico en estos dos años fue el propio Feijoo. La crisis del PP tras la moción de censura a Mariano Rajoy inquietó durante dos semanas a los conservadores gallegos, obligados a plantearse una hipotética sucesión del presidente que no estaba en la agenda y que finalmente quedó en nada. Para los populares, pasado el mal trago de junio, este episodio debe colocarse en el haber del de Os Peares, que cumplió su compromiso de quedarse hasta el 2020. Por lo menos.