La policía santiaguesa intervino ya en veinte fiestas juveniles en pisos

x. m. / m. m. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

ÁLVARO BALLESTEROS

En los dos primeros jueves del curso atendieron casi una treintena de denuncias por ruido

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos cursos han arrancado tan movidos como este en los últimos años. La Policía Local recuerda pocas madrugadas como la de ayer, con nada menos que veinte intervenciones para desbaratar fiestas en pisos. Hasta en siete ocasiones tuvieron que regresar ante la insistencia de los organizadores. En estos casos, el protocolo manda desalojar el inmueble e identificar a la persona responsable para tramitar la pertinente sanción.

Esta era la segunda noche de movida del nuevo curso y fue incluso más intensa que la pasada, que tampoco se quedó corta, con nada menos que otros seis desalojos de pisos en los que se estaban organizando fiestas. En todas las ocasiones, los agentes intervienen tras una llamada de denuncia por parte de un vecino al que el ruido le impide dormir. Los agentes dan un primer aviso y solo pasan a medidas más duras si sus advertencias no son atendidas.

Herido en un incendio

Además, la Policía Local tuvo que organizar un dispositivo específico ante la gran cantidad de jóvenes que abarrotaban anoche los bares y pubs de la ciudad. A los incidentes típicos de la movida nocturna, como una alcoholemia positiva y un coche que se llevó por delante un bolardo en la Rúa Nova de Abaixo, hubo que añadir un incendio en un piso de la calle Galeras que se saldó con un joven de 25 años de edad hospitalizado en estado grave por inhalación de humo. Eran las seis de la mañana y estaba solo en la vivienda. Se quedó dormido con una olla en la lumbre y el fuego corrió por la campana extractora y los muebles hasta llenar de humo toda la casa.

Si I. D. S., de 25 años, está ahora vivo es gracias al buen olfato de una de sus vecinas y al indudables arrojo que demostró tener otro. La primera fue la que dio la voz de alarma al despertarse por el fuerte olor a quemado que había en el edificio de Galeras. El segundo, el que reunió el valor para, armado con un paño mojado para taparse la nariz, adentrarse en el piso lleno de humo, coger al joven inconsciente y sacarlo para que le pudieran atender los sanitarios. «Se pasan dez minutos máis, o rapaz palma, porque estaba fatal. Atopeino tirado no chan do seu cuarto, boca arriba, aberto de brazos e pernas e cos ollos moi abertos», explicaba ayer aún conmocionado por lo sucedido.

Eran cerca de las seis de la mañana. En el piso incendiado estaba solo I. D. S., ya que sus compañeros, a los que sus vecinos aseguran que acababa de conocer, habían salido a tomar algo. El intenso olor a humo, que aún estaba ayer pegado a las paredes de todas las zonas comunes del edificio, despertó a una de las jóvenes que viven enfrente de la víctima. Alertó a sus acompañantes porque en un principio pensaban que tenían el fuego en casa, pero pronto comprobaron que el humo provenía del piso de su vecino.

I. D. S. había dejado una olla al fuego y todo apunta a que se quedó dormido. «Tiña o nariz e a boca todas negras e pensei que era sangue», señalaba ayer su rescatador, un joven que también reside en el edificio.