El aumento imparable de cultivos de coca en Colombia une aún más a los carteles con Galicia

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

GALICIA

Guardia Civil

El monitoreo satelital y aéreo registra 171.000 hectáreas, 25.000 más que hace un año, pero el precio del kilo en origen sigue igual

20 sep 2018 . Actualizado a las 14:21 h.

Colombia se afianza año a año como el gran centro comercial de la cocaína mundial debido, sobre todo desde el 2016, al aumento imparable de las hectáreas de terreno selvático dedicadas a la plantación de la hoja de coca, arbusto del que se obtiene ese polvo blanco tan codiciado en EE. UU. y Europa. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Colombia, en colaboración con el Gobierno central, hicieron público ayer el último dato de extensión destinada al cultivo ilícito tras radiografiar el país con satélites y aviones. La conclusión principal evidencia que el problema va a más, ya que la nueva cifra se eleva a 171.000 hectáreas, incrementándose en 25.000 con respecto al curso pasado. Un caldo de cultivo perfecto para que los carteles del país productor puedan aumentar la producción del alcaloide para, posteriormente, distribuirlo por medio mundo.

El crimen organizado relativo al narcotráfico está muy atomizado dentro y fuera del país cafetero, con cada vez más organizaciones dispuestas a enriquecerse asentándose, incluso, en Medellín o Bogotá. La sobreproducción en este país, que empezó en el 2016 tras la firma del tratado de paz que puso fin a 54 años de guerra civil, ha reactivado nuevas rutas y atomizado la cartera de países con organizaciones que ponen sus ojos en el país americano para importar nuevos alijos. Galicia juega aquí un papel importante no solo en el contexto de España, también en el continental. El hecho de que se esté produciendo más coca que nunca hace que la oferta sea cada vez mayor, tanto en el número de alijos como en el peso.

En la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional lo tienen claro. «Afecta, y mucho. Los envíos a Galicia, o gestionados por gallegos a otras zonas, son cada vez mayores y más abundantes. Ahora puedes encontrarte un velero con 1.500 kilos, cuando antes no traían tanta cantidad. Lo mismo ocurre con los pesqueros o los contenedores que se mueven en buques». Pero dentro de este contexto de sobreproducción, del que se cumplen tres años, llama la atención que el precio del kilo, a la hora de negociar en Colombia un alijo de cierta entidad, siga oscilando entre 2.000 y 4.000 euros: «Los carteles tienen la sartén cogida por el mango y saben que no hay necesidad de bajar los precios, son los productores principales de un negocio que no deja de crecer, como podemos ver en España, con Algeciras y Galicia como referentes más activos».

Las zonas del país cafetero en las que más aumentaron los cultivos en masa son los departamentos de Antioquia, Putumayo, Norte de Santander y Cauca, en donde se registra el mayor incremento (64 %). El departamento de Nariño y el municipio de Tumaco continúan siendo las zonas con más coca en el país, aunque en Tumaco los cultivos se redujeron en un 16 %. Resulta ilustrativo, para retratar la situación que vive el principal distribuidor de coca en Galicia, que el 80 % de las plantaciones se encuentren en las mismas zonas en las que han estado durante los últimos 10 años. Mientras que el 33 % de los cultivos se ubica en regiones a más de 10 kilómetros de centros poblados y el 34 %, en áreas que en el 2014 eran bosque, lo que evidencia el afán de expansión de los cocaleros y de las organizaciones que se quedan con la planta.

2.700 millones de dólares

El informe oficial pone el acento en el valor que alcanzan estas plantaciones: «Se estima que la producción potencial de cocaína alcanzaría en el mercado local un valor de 2.300 millones de euros. En este sentido, existe una profunda preocupación por el capital derivado de la economía de las drogas, que menoscaba los esfuerzos de construcción de paz, debilita la cultura de la legalidad, fortalece los grupos armados y puede llegar a deslegitimar las instituciones democráticas a través de la corrupción y los flujos financieros ilícitos».

Basta con analizar la cantidad de rutas activas hoy en día para entender el alcance de esta industria multimillonaria. Además de las principales, que acaban en EE. UU. y Europa, a través de España, Bélgica y Holanda, existe un flujo constante de transporte por tierra que llega a todos los países de Sudamérica, en los que puede acabar definitivamente para satisfacer la demanda de los consumidores o ser el trampolín para dar el salto a otro continente. Especialmente conflictivo, en lo referido a España, es Brasil, que cuenta con una ruta comercial regular con Canarias que resulta especialmente activa a ojos de la Policía Nacional.

La detención de Lemiña Cores en Perú lo ubica trabajando en todo el continente

El arousano Víctor Manuel Lemiña Cores fue arrestado la pasada semana en Perú a raíz de la orden internacional emitida por la Oficina Central de Investigación Judicial de Marruecos en coordinación con la Interpol. Tiene su origen en su presunta participación en la importación de un alijo de 2.500 kilos de coca que transportaba un barco pesquero de Marruecos, con tripulación de este país, que fue incautado el 12 de noviembre del 2016 frente a la ciudad de Dajla. Las investigaciones concluyen que este arousano, natural de Vilaxoán, está detrás del citado alijo y que ahora se encontraba en la ciudad de Lima para seguir participando del narcotráfico internacional desde este país, uno de los tres grandes productores de hoja de coca del mundo junto a Colombia y Bolivia.