Las parroquias se turnan las misas

rebeca cordobés / m. s. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Agostiño Iglesias

La falta de curas obliga a centralizar los servicios eclesiásticos en las cabeceras de comarca de varios núcleos rurales, y se prevé que la situación empeore con los años

17 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La misa del domingo es historia en muchas parroquias de Galicia. Por lo menos, con una frecuencia semanal. La falta de curas supone que algunos sacerdotes se tengan que hacer cargo de hasta doce o trece iglesias y, puesto que la normativa eclesiástica limita el número de cultos diarios que pueden oficiar, las poblaciones se turnan cada fin de semana para recibir la comunión.

La situación «se va llevando, pero dentro de unos años habrá más problemas», comenta José Carlos Alonso, párroco de la archidiócesis de Santiago. «Aquí hay 1.071 parroquias para 550 curas, y solo 150 tienen menos de 50 años. Del resto, la mayoría tienen más de 75». El envejecimiento del clero y la falta de vocaciones es un problema generalizado en toda la comunidad. Así lo confirman desde el Obispado de Lugo, que cuenta con 1.139 iglesias y unos 240 sacerdotes en activo, con una media de edad de 70 años. Los datos son similares en las diócesis de Mondoñedo-Ferrol, con 422 centros de culto que atienden 136 religiosos, y en la de Tui-Vigo, donde la relación es de 276 feligresías para 153 párrocos. Una de las más afectadas es la de Ourense, donde 291 clérigos se reparten el trabajo en 735 iglesias. El número de sacerdotes sería suficiente para atender a todos si la población estuviera más concentrada. Es difícil para un cura atender a todas las parroquias pequeñas, por lo que las zonas más despobladas son las principales afectadas.

Las soluciones

Ante esta situación, hace unos años se puso en marcha una reorganización del clero en agrupaciones de parroquias conocidas como Unidades Parroquiales: «En cada zona se señalan uno o dos sitios de referencia a los que puedan acudir todos los feligreses para la celebración de la misa dominical, las catequesis o la atención de Cáritas. Aunque en el resto de parroquias se siguen celebrando sacramentos, fiestas, funerales y se visita a los enfermos», explican desde la diócesis de Lugo.

Sobre los inconvenientes que esta centralización puede llegar a provocar en los feligreses, José Carlos Alonso es sincero: «Se han cerrado escuelas por falta de niños y la gente se ha acostumbrado a desplazarse a la cabecera de comarca para ir al médico o al Ayuntamiento. La sociedad debe adaptarse a la concentración». Otra solución que explica el párroco compostelano es la escuela de agentes de pastoral, que cuenta con unos 300 participantes: «Son laicos que asumen el papel de evangelización. Se dedican a labores como pintar la iglesia o arreglar los desperfectos, que antes correspondían al cura, para que este pueda dedicarse a los sacramentos».

Reconoce que los nombramientos de nuevos curas no son suficientes para relevar a los que se retiran o fallecen y, para cubrir las plazas, reciben sacerdotes del extranjero: «Hay un convenio para que vengan cuatro o cinco años a Galicia. También llegan gallegos retornados o hijos de emigrantes».

Falta de vocaciones

Jorge Eugenio Estévez, cura de la diócesis de Ourense, resume las causas a las que se achaca el problema: «Se han perdido los valores religiosos en la familia, donde se forjan las vocaciones. Aunque también afecta la demografía».