Torra y Urkullu esperan con la caña

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Vascos y catalanes se preparan para sacar rédito económico y político a cambio del sí a los Presupuestos de Sánchez e Iglesias

10 sep 2018 . Actualizado a las 08:09 h.

El tiempo en política corre veloz, y por eso muchos parecen haber olvidado que hace poco más de tres meses a Mariano Rajoy no lo echó del Gobierno Pedro Sánchez con una moción de censura temeraria presentada sin disponer de los votos necesarios para sacarla adelante, sino la traición política de un partido como el PNV, que solo una semana antes había apoyado en el Congreso unos Presupuestos Generales del Estado que incluían concesiones millonarias para el País Vasco. Tras exprimir a Rajoy como a un limón, arrancándole primero un cupo escandalosamente favorable para Euskadi a cambio de respaldar las cuentas públicas del 2017 y más de 500 millones de euros como contrapartida a su apoyo a las del 2018, los nacionalistas vascos se deshicieron de él sin miramientos.

Si en lugar de empeñarse en sacar adelante a toda costa los Presupuestos del 2018, Rajoy se hubiera negado en mayo a pagar ese peaje injusto a los nacionalistas vascos y hubiera convocado elecciones al no poder aprobar las cuentas públicas, hoy probablemente seguiría siendo presidente del Gobierno. La lección política que se extrae de todo esto conviene tenerla en cuenta y no olvidarla, porque dentro de muy poco nos encontraremos en un escenario igual o peor, ya que el Gobierno de Sánchez y su aliado Pablo Iglesias no solo necesitan los votos del PNV para aprobar los Presupuestos del 2019, sino también el de los dos partidos independentistas catalanes con representación en el Congreso. Lo cual, traducido al lenguaje de la aritmética parlamentaria, supone que, si Sánchez pretende afianzarse aprobando como sea las cuentas públicas, hay que prepararse no solo para concesiones económicas por parte del Gobierno a catalanes y vascos a costa del resto de comunidades, sino también para importantes cesiones políticas a los Gobiernos de Íñigo Urkullu y de  Joaquim Torra. Al igual que hizo Rajoy al pactar primero el Presupuesto con Ciudadanos y pagar luego los peajes a vascos y canarios, Sánchez ha pactado primero con Podemos y deja para el postre la subasta presupuestaria con los nacionalistas vascos y catalanes. No hay que ser muy sagaz para saber que al PNV y al PDECat, que representan a buena parte de la oligarquía económica en sus comunidades, no les entusiasma el pacto de Sánchez e Iglesias para subir el IRPF a las rentas más altas o imponer una tasa a las transacciones financieras. Y, por ello, a cambio de tragarse ese sapo fiscal, unos y otros van a poner el acento en las concesiones políticas y económicas para Cataluña y el País Vasco a cambio de apoyar los Presupuestos acordados entre el PSOE y Podemos.

De momento, ambos van ya preparando el terreno. El PNV va a poner encima de la mesa, entre otras, la transferencia al Gobierno vasco de la competencia sobre prisiones, lo que le permitiría influir en el trato a los presos etarras que se acerquen al País Vasco. Y el PDECat, como Cataluña ya tiene esa competencia para favorecer a los presos del procés, forzará la máquina exigiendo un referendo pactado. Pero ni siquiera cediendo a esos chantajes políticos para poder aprobar los Presupuestos tendría Sánchez asegurada su continuidad. Que le pregunte a Mariano Rajoy.

La misteriosa desaparición del rajoyismo en el PP

Desde hace muchos años, y hasta apenas unos meses, en cada acto, convención o congreso que celebraba el PP había tortas entre los asistentes por fotografiarse junto a Rajoy y competiciones entre los oradores por pronunciar el elogio más superlativo al líder. Ha bastado que perdiera el Gobierno para que algunos de estos dirigentes populares parezcan preguntarse ahora quién es ese tal Rajoy, porque ellos no lo conocen. No es solo que el expresidente haya decidido borrarse físicamente del mapa, que también, sino que en un suspiro el rajoyismo ha pasado a ser en el PP una cosa antigua y casi denostada. Incluso para algunos de los que formaron parte de su Gobierno. No somos nadie.

Feijoo lanza avisos contra un giro a la derecha del PP

Los continuos gestos políticos de Pablo Casado hacia Alberto Núñez Feijoo están dejando claro, para quien no se hubiera enterado todavía, que si el joven diputado del PP es hoy el líder de su partido es gracias al apoyo que le brindó el presidente de la Xunta, sin necesidad de proclamarlo públicamente. Casado no lo habría conseguido nunca solo con el respaldo de María Dolores de Cospedal. Pero ese apoyo, como todo en política, no fue gratuito ni tampoco un cheque en blanco. A Feijoo le conviene más bien poco en Galicia que el PP ofrezca una imagen de derechización a nivel nacional. De ahí que empiece a lanzar avisos a navegantes sobre su preocupación por un giro ideológico de ese tipo.

Más que perjudicarla, Rivera puede ayudar a Susana Díaz

Albert Rivera parece no haber extraído muchas conclusiones sobre el hecho de que su empeño en debilitar al Gobierno de Rajoy sirviera para fortalecer al PSOE y perjudicar a Ciudadanos, que vio frenada su progresión y quedó en tierra de nadie. Su decisión de dejar caer al Gobierno de la andaluza Susana Díaz puede llevarle al mismo final. Díaz incumplió desde el minuto uno el pacto con Ciudadanos para luchar contra la corrupción y eliminar los aforamientos. Que sea ahora cuando Rivera la deja sola produce una imagen de oportunismo y, a la vez, ofrece a la baronesa socialista la oportunidad de adelantar las elecciones para celebrarlas antes de la sentencia del caso de los ERE.