El bum de la droga en el sur obliga a trasladar policías gallegos a Algeciras

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

GALICIA

Alijo de coca y hachís decomisado por la Policía
Alijo de coca y hachís decomisado por la Policía DONIZ

Aumentan las descargas de coca y hachís en las playas de La Línea. Narcos de las Rías Baixas operan o negocian alijos en Andalucía

10 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los arousanos Francisco Javier Otero y José Antonio Falcón son el ejemplo más sonado de que los profesionales del narcotráfico en Galicia se llenan los bolsillos en Algeciras desde hace años. Ambos, considerados policialmente lancheros avezados, fueron sorprendidos el 7 de diciembre del 2009 por una patrullera de la Guardia Civil a lomos de una planeadora. La persecución en caliente acabó con la semirrígida invadiendo aguas territoriales de Gibraltar, lo que derivó en la detención de ambos gallegos y ocasionó un incidente diplomático con España. Entonces la presión policial en Galicia seguía creciendo y profesionalizándose, por lo que fueron muchos los narcos que cambiaron las Rías Baixas por el Estrecho. Un escenario idéntico al actual, con la diferencia de que, desde el 2016, la bahía de Algeciras vive el mayor bombardeo conocido hasta la fecha de alijos de coca (por el puerto) y de hachís (por la costa).

Las investigaciones judicializadas actualmente en Galicia evidencian que la nociva conexión entre norte y sur crece sin parar, lo que implica el desplazamiento frecuente de agentes a la comarca gaditana para seguir de cerca a los objetivos. Y todo ello con las dificultades que implica el clima de belicosidad que se vive entre narcos y fuerzas del orden en algunas zonas. Caso extremo es La Línea de la Concepción (63.146 habitantes). Lo saben bien en el Grupo de Respuesta contra el Crimen Organizado (Greco) de Galicia, que en primavera, y en el marco de una investigación que acabó con la incautación en julio de 1.500 kilos de coca, fue víctima de una emboscada. 

A punta de recortada

«¡Nos encañonaron! Aquello es una selva y el problema no es de narcotráfico, sí de seguridad ciudadana y falta de principio de autoridad. Nosotros íbamos por La Línea y, como está todo el mundo ojo avizor, que parece el País Vasco de hace 30 años, empiezan a verte, se mosquean, ya no saben si eres policía o delincuente. Al poco tiempo llegaron con uno de esos coches macarras que tienen, muy preparados, nos hicieron un derrape para cruzarse y nos enchufaron una recortada. Es que te quedas clavado, no tienes tiempo ni de reaccionar», explica un testigo, que expone que esta misma semana eran varios los policías que seguían en la bahía de Algeciras en el marco de al menos una investigación abierta. Otro mando del Greco aclara que los desplazamientos al sur se hacen en función de las necesidades: «Vamos al ritmo que marcan las investigaciones, pero lo que tenemos claro es que los gallegos desplazados que conocen el negocio, pero no tienen peso en organizaciones, se dedican al hachís en cualquiera de las múltiples tareas que implica. Los peces gordos van a la coca».

La gran cantidad de investigaciones en curso de las fuerzas del orden en Algeciras y La Línea, además de la visible constancia que existe en la zona para introducir alijos por la costa a cualquier hora del día, hace que los agentes destinados en Algeciras estén sobrecargados y no puedan volcarse con las peticiones que llegan de Galicia. Lo que sí prestan es apoyo a los policías llegados de las Rías Baixas durante el tiempo que permanecen en la zona más caliente del narcotráfico en Europa. Y eso que el Ministerio de Interior ha reforzado la presencia en el sur con 176 agentes de la Guardia Civil y 166 de la Policía Nacional, además de un plan de seguridad específico para la zona todavía incipiente.