Las medidas correctoras y reeducadoras a menores crecieron un 8 % en el 2017

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

En los últimos años hay un aumento sostenido de chicas que cometen delitos

16 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada año, en Galicia se inician unas 2.500 diligencias preliminares por delitos y faltas cometidos por menores. De estos, la mayor parte quedan en nada (porque los autores tienen menos de 14 años y carecen de responsabilidad penal, porque finalmente no hay falta, porque se desconoce la autoría...) pero los magistrados de los juzgados de menores dictan unas 1.000 medidas correctoras (y hasta 1.400) para estos adolescentes de entre 14 y 18 años. Tras unos años complicados a principios de la década, la tendencia ha sido descendente desde el 2013, hasta ahora. En el 2017 se ha notado un incremento del 8 % con respecto al ejercicio anterior. Hay que esperar a que pasen más años para saber si se trata de un hecho puntual o es tendencia, pero lo cierto es que la cifra no deja lugar a dudas: de 926 a 1.004 medidas, según los datos de Política Social.

Lo que sí parece claro es el incremento sostenido de la presencia de mujeres en estos balances: en el año 2010 cometían el 13 % de los delitos y en el 2017, aun siendo minoría, ya protagonizan el 21 % de los casos penales. De los cuatro centros con internamiento que hay en Galicia, las chicas son el 28 % del establecimiento de Pontevedra, el 20 % en el de A Coruña, el 15 % en el centro de internamiento terapéutico de Ourense y el 5 % en el centro ordinario de Ourense.

Estos delitos son sobre todo contra el patrimonio (especialmente hurtos) y lesiones, que suman el 65 % del total, seguidos de violencia doméstica y de género, contra la seguridad vial, contra la libertad sexual y contra la salud pública. En cuanto a la respuesta judicial, intenta adaptarse a cada caso y siempre se busca la reinserción; eso explica que en el 2016 solo se dictasen 38 internamientos cerrados (de los que 21 son terapéuticos, para jóvenes con psicopatías o dependencias) de un total de 808 medidas. La mayor parte de estas son de libertad vigilada (el 55 %) o internamiento semiabierto, en el que según el caso el joven pasa unos días en casa y otros en el centro (por ejemplo, los fines de semana).

Lo que aumentó en el 2016, y de forma significativa, un 30 %, fueron las soluciones extrajudiciales, que buscan precisamente que sea el menor el que participe de una forma activa en su proceso de reinserción.

«Lo que no se aprende con 12 o 13 años, no se aprende jamás»

Los últimos estudios indican que el 75 % de los adolescentes gallegos bebió alcohol en el último año y que la edad media de hacerlo es 13,4 años, bajando de la cifra de catorce años, que es la edad de responsabilidad penal. Antonio Rial Boubeta, profesor de Psicología de la USC e investigador, cree que no se puede ser simplista: «Las drogas no suelen ser el problema. Si a los 15 o 16 años tu hijo se te fue de las manos, ha sido por razones muy diversas». ¿La más importante? «La falta de valores». Rial cree que «los chavales no cambian, pero sí cambia la sociedad». Y pone un ejemplo habitual: «Los padres llegan de trabajar, de estar todo el día en la calle, corriendo para hacer la comida o la cena y andan a mil por hora mientras su hijo o hija, de quince años, está tirado en el sofá viendo la tele o mirando el móvil». Los hijos son el centro de la familia y eso es el error, porque no crecen sabiendo nada del esfuerzo, creen que se merecen todo y que solo por desearlo, lo tendrán: «Lo que no se aprende con 12 o 13 años no se aprende jamás», sentencia.

La falta de disciplina, de obediencia y jerarquía, es otro de los problemas. Antonio Rial habla del botellón: «Hay niños de 12, 13 y 14 años en el botellón y sus padres lo saben. Chicos que a los 14 años les dejan llegar a las cuatro de la madrugada. ¿Sabes cuál es el regalo de moda al terminar la ESO? Un crucero por las islas griegas, ¡a los 16 años y por terminar la enseñanza obligatoria!».

Las nuevas tecnologías, apunta Rial, no son tampoco el problema, sino que «con nueve años tengan un móvil», y a los doce dispongan de conexión a Internet ilimitada. Es, además, «el tiempo que le dedican y lo que dejan de hacer» por estar en Internet. «Al 50% de los contactos de las redes sociales no los conocen». 

Pasar más tiempo juntos

Frente a todo lo anterior, Rial recomienda que «los padres pasen tiempo con sus hijos, y no hace falta que sea de calidad, sino que sea mucho». Eso hay que combinarlo con decir no de vez en cuando: «No puede girar todo en torno a los niños».

Recuerda cuál es el truco del que hablan los psicólogos: OCLA, que significa observa, controla, limita y acompaña. «Hay que limitar, no solo en el colegio se pueden enseñar las normas y los límites», e incluso aconseja «espiar. Antes, si yo fumaba por la calle, cuando llegaba a casa mi madre ya lo sabía; ahora, no sé ni cómo se llaman mis vecinos de abajo. La sociedad no me ayuda a controlar a mis hijos».

Álvaro Ballesteros

«Es bueno que las familias pidan ayuda»

La directora xeral de Familia, Infancia e Dinamización Demográfica, Amparo González (Ourense, 1973), cree que con los menores en conflicto el trabajo de la Xunta es constante y la calidad de los servicios es «muy buena», pero asume que no se pueden «conformar» y «hay que seguir trabajando» para dotar a los jóvenes con problemas de «herramientas y habilidades» para vivir en sociedad.

- ¿Cómo se consigue corregir la conducta de un menor?

- Nuestro trabajo es transversal. Hay una intervención socioeducativa para darles formación y capacidad de salir adelante, porque el objetivo es que los jóvenes estén motivados y al final tengan una vida independiente y un trabajo. También trabajamos con las familias, porque aunque la Xunta tiene a veces la guarda del menor, este vuelve a su familia tras el período impuesto por el juez.

- ¿Creen que los padres tardan mucho en pedir ayuda para atender a sus hijos conflictivos?

- Hay que ponerse en la situación del padre o la madre, es complicado reaccionar cuando tu hijo o hija tiene determinadas actitudes. No sabes cómo atajar el problema. Aunque es bueno pedir ayuda a través de los servicios sociales o del servicio de protección del menor. Es cierto que ahora vemos que las familias dicen antes que no son capaces de afrontar la situación.

- Hay menos delitos que hace unos años. ¿La crisis nos ha hecho mejores padres porque tenemos que decir a veces que no?

- No me atrevo a hacer un análisis, no tenemos datos concretos. Sí es cierto que no todos los menores que cometen delitos viene de familias desestructuradas.

- ¿Siempre hay una explicación?

- Quiero pensar que todos nuestros niños son buenos.

-¿Todos pueden reinsertarse o hay una edad de «no retorno»?

-Creo firmemente que podemos ayudar a todos los niños y niñas. Va a depender mucho de que cuando retornen a su casa esas habilidades (comunicación, tolerancia, esfuerzo...) que les hemos intentado inculcar sigan existiendo. A veces participan en el programa Convive, que supone que habitan con familias diferentes a la suya, y que saben tratar a estos menores, para enseñarles otros modelos. Pero no puedo decir que sea mejor una intervención a los 14 que a los 17, depende mucho de cada persona y de la mochila que trae detrás.

-¿Hasta qué punto tiene importancia la droga?

-Hay menores que tienen dependencia de alguna sustancia (alcohol o drogas) y uno de nuestros centros, Montefiz, en Ourense, se dedica al internamiento terapéutico, para jóvenes que padezcan alternaciones psíquicas o dependencias. Pero estamos empeñados en informar y formar a nuestros niños para que conozcan los riesgos y consecuencias.

-Repite que cada adolescente tiene su propia historia.

-Si digo que 77 menores están en centros no transmito que cada uno de esos 77 son niños y niñas con una historia detrás. Por eso nosotros hacemos muchísimo hincapié en los itinerarios personalizados.