Bañistas en Silgar: «El agua está mejor que nunca»

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

GALICIA

Ramón Leiro

El arenal pontevedrés  de Silgar es el kilómetro cero de la capital turística de las Rías Baixas y corazón de un concello, Sanxenxo, que en agosto se transforma en la tercera ciudad de Galicia

16 ago 2018 . Actualizado a las 18:43 h.

Sanxenxo, Silgar, sol y playa. Una combinación perfecta para decenas de miles de personas que eligen este municipio pontevedrés para pasar las vacaciones de verano. Y un concello que mantiene su tirón entre gallegos y foráneos por igual, año tras año. Solo basta ver las cifras. El fin de semana de la ola de calor se consumieron 17 millones de litros de agua al día. El alcalde, Telmo Martín, estimó que esta cifra se traducía en una población de 140.000 personas. No ha trascendido con cuántos litros se refrescaron ayer, pero si se atiene uno a la mera impresión ocular, Silgar estaba llena a rebosar por la mañana, y aún más por la tarde.

Desde las doce del mediodía, el párking de Nauta, en el puerto deportivo, estuvo repleto, y cerca de la una, las plazas del aparcamiento provisional en la Praza do Mar se fueron haciendo cada vez más escasas. Ha habido sábados y domingos en que los cuatrocientos estacionamientos que se ofrecen entre ambos recintos se agotaron durante horas. No en vano, según las estadísticas oficiales, Sanxenxo se convierte en la tercera ciudad de Galicia en agosto. Es decir, solo hay más personas en Vigo y en A Coruña, y este municipio, de unos 17.000 vecinos en invierno, supera con creces a Ourense, Lugo o Santiago en verano.

Silgar tiene un encanto indudable para los bañistas. Un extenso arenal, con todos los servicios y en pleno casco urbano. Arena fina, aguas tranquilas y una de las banderas azules gallegas más veteranas. A pocos metros se puede comer en una amplia oferta de restaurantes y, si se quiere terracear, hay una larga lista para elegir. Eso sí, si piden pulpo, miren bien la cartera antes. Está por las nubes (entre 14 y 18 euros la ración en los locales del paseo).

María Luisa Prada, vecina de la provincia de Salamanca, es una de estos incondicionales de la emblemática playa. Ayer, con su silla y un sombrero, no se resistió a ponerse en la orilla y dejar que el mar bañase sus pies. El agua está algo fresca, pero se soporta mucho mejor que la caliente arena. En el paseo, el termómetro marcaba cerca de 27 grados y dos horas después llegaría a rozar los 30. «Nos gusta mucho esta playa, está muy bien para los niños, es tranquila y no hay muchas olas», explica. Estos días se aloja en Dena (Meaño), pero se acerca a Silgar porque lo encuentra un lugar «cómodo».

No es la única. A escasa distancia, Virtudes, vecina de Marín, se colocaba estratégicamente en la zona de rocas -había marea baja- con su toalla, chanclas, bolsa y botellín. «Me gusta mucho este pueblo. Este año ha habido buen tiempo en general y el agua está muy buena, no se puede pedir más». Llegó en junio y seguirá en Sanxenxo mientras las temperaturas sigan altas. «Me gusta el calor», admite.

«El tiempo, de nuestro lado»

Blanca y su marido, de Madrid, están veraneando aquí. Sus hijos pequeños gritan emocionados cada vez que ven alevines o cangrejos atrapados en las charcas. Como muchísimos otros pequeños, el mar fascina a estos niños, y Sanxenxo presume de ser un destino vacacional idóneo para hacerlo en familia.

«El tiempo ha estado de nuestro lado, aunque este año ha hecho demasiado calor, la humedad es mucho mayor que en Madrid», relata. Si una pega le encontraría a Silgar, para Blanca, es la «aglomeración de gente». Como contrapartida, le han ganado la gastronomía y confiesa que este año «el agua está mejor que nunca». No es una frase hecha, ni un tópico. Este agosto el agua ha estado calentita. MeteoGalicia preveía para este miércoles que hubiese 17 grados en el agua, aunque en la montaña rusa del termómetro de este verano se ha superado con creces ese valor. Incluso en arenales más expuestos a mar abierto, como A Lanzada, se han llegado a registrar temperaturas en el agua de 20 grados. No es el Mediterráneo, pero sí que daba para estar en el mar más tiempo de lo habitual sin tiritar.