«No es cierto que en Galicia mirásemos para otro lado con el narcotráfico»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

GALICIA

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César del Pozo, fiscal de Pontevedra en los años duros del narcotráfico, insiste una y otra vez en que en Galicia no se miró para otro lado con los capos y alude a la «falta de medios» de entonces

15 ago 2018 . Actualizado a las 12:57 h.

En el 2011, cuando tras 37 años de ejercicio como fiscal probó las mieles de la jubilación, César del Pozo se prometió a sí mismo que no volvería a tocar un papel de Derecho. Siete años después, no ha incumplido la promesa. Al menos no del todo. No rebusca en papeles. Pero sigue la actualidad judicial. La cita es en Sanxenxo. Llega al tanto de la última operación contra el narco gallego: «Han soltado a los Charlines...», comenta para abrir boca a una charla en la que reconoce que, si bien los grandes casos del narcotráfico fueron y son cosa de la Audiencia Nacional, esa lacra también marcó su carrera.

-Casi treinta años ejerciendo como acusador público en Pontevedra, fiscal en los años duros del contrabando y el narcotráfico, ¿se las ha visto mucho con los capos de la droga?

-Los grandes asuntos eran competencia de la Audiencia Nacional y yo siempre he sido escrupuloso en eso. No me gustan los jueces o los fiscales Superman. Sí, he tenido muchos asuntos de descargas de tabaco y algunos también de drogas. Y he tenido delante, sobre todo a Oubiña y a Charlín, por cosas un poco menores. Lo más llamativo que llevé, junto con el que ahora es fiscal jefe de Pontevedra, fue la muerte de Manuel Baúlo Trigo, al que mataron unos sicarios colombianos. No se logró probar que los Charlines estaban detrás. Había un policía que decía que uno de los sicarios se lo había dicho. Pero el sicario se acogió a su derecho de no declarar. No teníamos más pruebas. Sin cantar el sicario, no había nada que probase que los Charlines estaban detrás de la muerte de Baúlo.

«Hubo quien pensó que estaba comprado por no implicar a los Charlines en la muerte de Baúlo»

-¿Y usted qué cree, que estaban o no estaban implicados?

-Mi convencimiento... mi convencimiento era el que era. Pero sin pruebas no valía. Hubo quien pensó que estaba comprado. No lo estaba, como tampoco es cierto que se trasladase a jueces que perseguían a los narcos.

-¿Eran escurridizos, era difícil tener pruebas contra los capos?

-Era complicado, sobre todo porque no había medios. A mí me duele que se digan determinadas cosas. No es cierto que en Galicia mirásemos para otro lado con el narcotráfico. Nosotros no teníamos helicóptero para ir a Cambados, como pasó con la Nécora, se hacía lo que se podía con los medios que había. Como mucho íbamos en el coche del PMM -parque móvil del ministerio- o en taxi. Con esto quiero decir que cuando la Audiencia Nacional cogió el tema tenía otros medios. Además, la Nécora empezó en Pontevedra.

-¿Recuerda ese momento?

-Fui testigo directo. El primero que cantó fue Portabales y lo hizo ante el entonces juez de Pontevedra y ahora magistrado del Supremo Luciano Varela. Él comentó conmigo que había venido un tipo que parecía que nos quería contar cosas, que a lo mejor era un fantasma pero que teníamos que escucharlo. Y yo le pedí a un compañero que estaba de guardia que asistiera, y se pasó toda una tarde un fiscal y Luciano escuchando a Portabales. Pero como era competencia de la Audiencia Nacional se le mandó allí todo. Por tanto, no empezamos mirando para otro lado, sino escuchando las declaraciones de las que se tiró después del hilo. Eso demuestra que Galicia y Madrid mirábamos para el mismo lado en cuanto a los narcos.

-Pero no negará que no había garbanzos negros entre las fuerzas de seguridad del Estado...

-Claro que no lo niego, es público y muchos están condenados. Te puedo contar el caso del cuartel de Cuntis, donde estaban todos untados. Eran los tiempos del tabaco. Llegó un nuevo sargento y llamó a los contrabandistas. Pensaron que les iba a cerrar el grifo, pero lo que les dijo fue que de dar algo a los guardias nada, que todo para él, que era el jefe.

«Vioque era vecino de mi edificio. Como vecino era bueno, salvo cuando no pagó la comunidad»

La historia del narcotráfico en Galicia está sembrada de anécdotas llamativas y hasta surrealistas. Un episodio singular más puede ser que el narcoabogado fallecido Pablo Vioque, condenado por narcotráfico y por haber encargado el asesinato del entonces fiscal jefe antidroga, Javier Zaragoza, viviese, precisamente, en el mismo edificio que César del Pozo, entonces fiscal de la Audiencia de Pontevedra.

-Así que usted y Vioque eran vecinos, ¿se llevaba con él?

-Sí. Vioque era vecino de mi edificio. Como vecino era bueno, salvo cuando no pagó la comunidad, algo que hizo cuando entró en prisión, supongo que porque pensó que seguramente le embargarían la vivienda. Hasta entonces, como vecino y como persona resultaba encantador. Además yo le conocía de su época de abogado y la relación era buena.

-¿Qué ocurrió cuando empezaron a relacionarle con asuntos turbios, hablaron del caso?

-Yo procuraba no hablar mucho de eso con él, pero algo sí que tratamos. Me dijo que esperaba que no me creyese lo que se estaba diciendo de él.

-¿Y qué le respondió?

-Con una sonrisa. No dije nada más, no cabía decir nada.

-¿Le vio después de entrar en prisión, antes de que muriese?

-No, no, para nada. Nunca más volví a verle. Le conocía cuando simplemente era un vecino del que se decían cosas. Nunca me tocó ningún caso con él. Pero si le hubiese tenido que acusar, le hubiese acusado, lógicamente.

-¿Y a los otros grandes capos, les trató directamente?

-De Miñanco no me acuerdo. A Charlín y a Oubiña les tuve que acusar por distintas cosas al principio, en los ochenta. Oubiña parece bastante fanfarrón, muy elemental. Charlín se hace más el parvo, pero le ves venir.