¿Se cumplen los tópicos gallegos? Depende

Carlos Punzón
carlos punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Cuatro expertos e investigadores recelan de su intención, pero aceptan que la mayoría están vigentes

12 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La tendencia a clasificar, a encasillar, se convierte en caricatura cuando se trata de etiquetar a un pueblo y una cultura. Pero hasta los más reacios aceptan que los tópicos resumen muchas características de las comunidades, aunque no permita una explicación completa de por qué son subrayables ciertas actitudes.

«Os tópicos solen reflectir a realidade cando se forman, teñen unha base real aínda que incompleta, pero tamén se aproximan aos prexuízos», mantiene la profesora de Filosofía de la Universidade de Santiago María Xesús Vázquez Lobeiras. «Resumen a experiencia sobre nós e de nós mesmos», abunda, no sin apostar por trabajar para dar la vuelta a los negativos. «Non teñen vixencia eterna, é o bo», añade.

«Os tópicos de carácter colectivo non retratan a ningún grupo humano de xeito científico, pero aportan información e aforran explicacións, as veces de forma inxusta», advierte el sociólogo Santiago González Avión. «O galego do tópico non existe, pero eu son como o galego dos tópicos», acaba concediendo.

«Yo creo más en el individuo que en la descripción general», zanja el economista Manuel Blanco Desar, añadiendo que el cosmopolitismo va igualando a los pueblos. Aún así, también reconoce a los gallegos en buena parte de los tópicos que les asignan, como hace también el antropólogo y etnógrafo Xosé Manuel González Reboredo. «Son moi escéptico, aínda que non nego que teñan un punto de realidade, pero como caricaturas adulteradas, multiplicadas, que deixan ver unhas cousas pero ocultan outras, e é o que pasa cos galegos».

Expresada la distancia de todos ellos respecto a la veracidad de los tópicos, los cuatro profesionales e investigadores aceptan repasar la consistencia de los atribuidos de manera genérica a los gallegos, y de manera mayoritaria asumen la mayoría. 

Desconfiados. Los cuatro lo aceptan. «É un dos que máis nos prexudican e deixase ver na convivencia institucional. É terrible. Cústanos construír en común», dice María Xesús Vázquez que no puede evitar recordar la colaboración en el trabajo que encontró en Alemania. «Es una desconfianza por cautela», afina Blanco Desar. «A desconfianza está enraizada nas sociedades rurais», aprecia González Reboredo. 

Generosos. Depende, es la valoración mayoritaria al respecto. «Cos de fóra si, entre nós desconfiamos», deslinda Vázquez Lobeiras. «Solo con el entorno inmediato», discrepa así Blanco Desar. «Depende para qué», tercia el antropólogo, mientras que el sociólogo del grupo apuesta por la generosidad, «incluso sentida con parentes e amigos». 

Familiares. Un tópico acertado a tenor de las respuestas. «Es una institución idealizada, el paraíso perdido», resume el economista Manuel Blanco.

Morriñosos. Otro tópico sobre el que no hay discusión. «Pero non nos paraliza, non é unha nostalxia que nos impida saír», encuadra la profesora de Filosofía María Xesús Vázquez. Blanco Desar estima que la nostalgia se produce respecto a la familia, y González Reboredo rememora la literatura de la saudade y el canto a la nostalgia de la tierra para dar el visto bueno al tópico.

Reservados. Sí, aunque depende, se colige de las respuestas. «Por prudencia» explica Vázquez Lobeiras; al rural lo atribuye Blanco Desar, y «máis que outros pobos», acepta Reboredo.

Festeiros. «De xeito calculado, cando toca si», opina la profesora. «É un xeito importante de identificación local que se ten multiplicado nos últimos tempos», certifica el antropólogo, mientras el economista circunscribe dicha disposición al rural.

Indescifrables. Entre una reserva que se mezcla con retranca y una estrategia defensiva es explicado dicho tópico, en el que el dilema de la escalera es el ejemplo que no puede faltar. «Somos indescifrables para o que non nos coñeza, estamos noutra frecuencia», ironiza el sociólogo González Avión, mientras González Reboredo advierte del peligro de que como pueblo no se perciba bien qué queremos.

Trabajadores. Solo Blanco Desar manifiesta sus dudas. «Va por barrios», resume. «Somos confiables no traballo, sobre todo fóra, porque aquí prima a desconfianza nos grupos», lamenta María Xesús Vázquez, mientras González Reboredo achaca al ansia de ahorro y triunfo de la emigración esa etiqueta.

Hospitalarios. González Avión recuerda el término de «jodechinchos» acuñado en O Morrazo para describir a los turistas para mantener que los gallegos no lo son. Desar abunda que la hospitalidad se concede solo a los allegados.

Indecisos. Señala el economista que en realidad esa duda que se refleja no es más que cautela, disimulo, concreta el antropólogo, y «estratexia de supervivencia», la profesora de Filosofía.

Retranqueiros. No hay duda. El tópico hace gala de una forma de humor «exclusiva», «intelixente», «popular», «pensamento ácido» e «ironía» como los preguntados definen al humor gallego, ajeno al chiste sin más.

Aventureros. Sí rotundo de nuevo, argumentado con la emigración, el carácter costero y hasta por la historia, en la que Galicia aportó hasta corsarios.

Esotéricos. La vinculación a las meigas, al más allá es visto por lo general como algo del pasado. «Non somos Cuba», precisa la especialista en Filosofía, aunque González Avión cree que la muerte aún forma parte de nuestra cultura, cristiana, precisa González Reboredo, aunque duda de que las nuevas generaciones la mantenga.

Conservadores. Entre el resultado de las elecciones y el mantenimiento de las tradiciones se opta por un sí claro. Solo Desar cree que en muchas materias, como la libertad sexual no se puede mantener lo mismo.

Ahorradores. Sí, pero ya lo fuimos más, se apunta rememorando la viga y la compra de tierras.