La caída de En Marea da oxígeno al PSdeG

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

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Los socialistas tienen la mejor oportunidad en 9 años de crecer al captar un tercio de los antiguos votantes del partido rupturista

05 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Algunos de los notables que alentaron En Marea se encargaron en los últimos meses de apuntalar la idea de que este partido es un proyecto político agotado. Que si «non funcionou», aseguró Carmen Santos, secretaria general de Podemos Galicia; que si es un «partido ornamental», añadió Rubén Pérez, número dos de Esquerda Unida; que si hay que reformularlo «de xeito inmediato», reivindicó la dirección de Anova, la formación creada por Xosé Manuel Beiras. El discurso sobre el declive de En Marea camina de la mano de sus constantes turbulencias internas y tiene un correlato en la caída electoral que sufre la organización en sondeos de referencia, como el difundido esta semana por el CIS. Y esta situación brinda a los socialistas gallegos la mejor oportunidad que han tenido en los últimos nueve años para recuperar parte del terreno perdido.

El PSdeG todavía está muy lejos de recuperar los picos máximos de respaldo electoral en Galicia, obtenidos en la etapa en que Zapatero estaba instalado en la Moncloa y Touriño en Monte Pío. El primero batió el récord histórico en las generales del 2008, con 750.000 votos en la comunidad gallega, que son el triple de los registrados en el 2016 por Xoaquín Fernández Leiceaga, el último candidato con el que compitieron los socialistas por la presidencia de la Xunta.

Así que el PSdeG tiene, al menos sobre el papel, un amplio margen para recuperar simpatizantes que alguna vez depositaron su papeleta en una urna. Es una tarea que depende también de que se hagan bien las cosas, de que se logren aparcar las luchas intestinas que marcaron la vida interna del partido desde que entregó al PP de Feijoo las llaves de San Caetano y de que en torno a su secretario general, Gonzalo Caballero, se haga visible un proyecto político atractivo, una tarea compleja para un líder y profesor universitario a jornadas partidas, que carece de la proyección que suele aportar el escaño del Parlamento.

Con todo, la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa abre una ventana de oportunidad que ya empiezan a reflejar encuestas como la del instituto oficial del CIS. Más allá del aliño empleado en la cocina dirigida ahora por José Félix Tezanos, antiguo miembro de la ejecutiva federal del PSOE, en lo que coincide el CIS con otros sondeos es en reflejar un repunte en el voto socialista tras la formación del Gobierno de Pedro Sánchez, a la par que un importante retroceso en el respaldo al PP y a Podemos con sus marcas asociadas, como En Marea.

«O PSOE aséntase como a primeira forza política en España e consolídase como o partido de referencia para o electorado de esquerda e de centroesquerda», valoró Gonzalo Caballero, en declaraciones a La Voz, que insistió en que esta tendencia alcista también tiene su reflejo en Galicia.

Es algo que salta a la vista al revisar las tripas del trabajo del CIS, que apunta al PSdeG-PSOE como el principal beneficiario de la importante caída que sufre En Marea, pues los socialistas recibirían el 34,5 % de los sufragios obtenidos por la formación rupturista en las generales del 2016. Se trata de un dato que debería hacer sonar todas las alarmas en el partido instrumental que dirige Luís Villares, que solo consigue fidelizar el 41 % de los votos obtenidos en junio del 2016.

Por tanto, eso de que En Marea es un proyecto político agotado, ornamental, que no funcionó o que necesita ser refundado de manera inmediata tiene también su reflejo demoscópico. La formación rupturista debutó como una coalición con cuatro patas (Podemos, Anova, Esquerda Unida y buena parte de las mareas municipales) en las generales de diciembre del 2015 obteniendo 410.000 votos y seis escaños en el Congreso. Medio año después se transformó en un partido instrumental, empezaron a aflorar las tensiones por el control de su dirección y hace cinco meses estallaba el escándalo asociado a Paula Quinteiro, aspectos que contribuyeron a hundir cada vez más al nuevo partido en los sondeos, hasta el punto que hoy, según el CIS, a duras penas lograría retener 200.000 de los 410.000 votos del 2015.