Quieren que la sociedad se dé cuenta de lo que las mujeres pueden aportar al crecimiento de Galicia. Porque, como observa Patricia, «el papel de la mujer ha sido más orientado a esa capacidad de gestionar equipos, de dialogar, a esa parte más emocional. Quizá porque desde nuestro cerebro primitivo arrastramos muchos de esos talentos. La mujer era la que se quedaba al cuidado de los hijos mientras el hombre cazaba, era la que negociaba con ellos, se encargaba de la comida, el hogar... No dejan de ser talentos innatos que tienen las mujeres, y son un valor innegociable en un mundo empresarial porque al final todos trabajamos en equipo, tenemos que ser flexibles, proactivos, negociar con nuestros compañeros, con clientes, con proveedores, y eso se refleja en la educación, y ya lo está reflejando». En esa línea se expresa Isabel, para quien debería ponerse «más en valor esa capacidad de diálogo, empatía... para colaborar en la sociedad».
Concluyen que un arma fundamental para cambiar las cosas en general es la educación en casa. Y, como espera, Isabel, «aunque cualquier intento de promover la igualdad efectiva muchos hombres lo califiquen de feminazi por una mera cuestión de amenaza, dado que probablemente muchas de las actitudes machistas que vivimos son una reacción a lo que entienden como una amenaza, hay que educar a los niños en feminismo. No es malo, porque el feminismo es buscar la igualdad de todos, tanto de hombres como de mujeres. Cuando vean que eso no es una amenaza, puede que esos comportamientos machistas vayan desapareciendo».