Un comprador danés destapó la estafa de los vinos baratos a 1.900 euros

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Ana Garcia

El dueño del Don Álex de Cerceda tenía un taller clandestino encima del restaurante

26 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La red desmantelada por la Guardia Civil por presunta falsificación de vinos Pingus, Flor de Pingus y Vega Sicilia, con ramificaciones en Madrid, Cerceda y Málaga y que acabó con cuatro detenidos (tres en Cerceda) y otros cuatro investigados, lo fue gracias a un ciudadano danés, curiosamente la misma nacionalidad que la del dueño de Pingus. Había adquirido una botella de vino exclusivo a través de una web. Al darse cuenta de la farsa exigió la devolución del dinero, algo a lo que los integrantes de la trama accedieron para evitar que la estafa saliera a la luz.

Pero eso no fue suficiente. La protesta llegó también a una bodega adscrita a la Denominación de Origen Ribera del Duero, que ya andaba sobre la pista. Sospechaba desde hacía tiempo que algo raro estaba sucediendo con sus prestigiosos y exclusivos caldos y decidió interponer una denuncia en Navalcarnero, Madrid. Con todos estos datos, los agentes del Grupo de Investigación Tecnológica de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de Madrid iniciaron en octubre del pasado año las pesquisas oportunas. Empezaron a analizar tanto un portal web dedicado a la subasta internacional como una página web especializada en vinos, algunos de los cuales se vendían a más de 1.900 euros la botella cuando el coste en origen era de 19 euros.

Los agentes se dieron cuenta de la estafa e iniciaron una segunda fase de la investigación: averiguar quién lo hacía y el modus operandi. Pronto se dieron cuenta de que aquella denuncia de Navalcarnero llevó hasta una organización jerarquizada con matriz en Madrid y ramificaciones en Marbella, con la distribución de vino en hoteles y restaurantes con clientela de elevado poder adquisitivo, y en Cerceda, en el exclusivo restaurante Don Álex. Los agentes de la Policía Judicial de Madrid, en colaboración con compañeros de A Coruña y Málaga, siguieron el rastro de la trama y empezaron a sospechar de la actividad del dueño del local, José Alejandro Estévez Grela, de su pareja, Elena Quintero, y del hijo de esta, Eduardo Acosta Quintero. Así fue como surgió la operación Tag, que acabó el 19 de junio.

Se realizaron seis registros y a los agentes les llamó la atención lo que encontraron en la segunda planta del inmueble en el que se ubica el Don Álex: «Un verdadero taller clandestino para falsificar botellas. Se intervinieron troqueladoras, equipos informáticos y de serigrafiado, programas de diseño de etiquetado, sellos de lacre, etiquetas y contraetiquetas falsas de Ribera del Duero, sellos artesanales, corchos, planchas metálicas... Toda la logística necesaria para la estafa», según la Policía Judicial de Madrid.

La Policía Judicial investiga una imprenta por el etiquetado de 2.000 botellas falsas

De forma paralela, agentes de la Policía Judicial de Madrid, A Coruña y Málaga dieron con una imprenta, con sede en A Coruña, investigada por pertenecer supuestamente a esta red desmantelada el 19 de junio. En concreto, por ser el local donde se falsificaron unas dos mil botellas. Cuando los agentes registraron la nave encontraron varias etiquetas.

Mientras su gerente, investigado en la causa, dijo desconocer la existencia de esta trama, en la Guardia Civil tienen otra versión y consideran que esta imprenta jugaba un papel más relevante del que dice su dueño.

En cuanto al grado de falsificación de las botellas de vino, en la Guardia Civil apuntaron ayer que «era de una gran calidad», además de ser «difícil de detectar» a no ser que el comprador, como este ciudadano danés, fuese un verdadero experto en este tipo de caldos. El grado de sofisticación de la estafa se había ido mejorando, y mucho, desde que arrancó la trama, en el 2014.