Así vendían vino barato a precio de oro

T. Longueira / X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Compraban en palés las botellas más parecidas a Pingus y les ponían etiquetas falsas

25 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El Don Álex, situado en la avenida de Galicia de Cerceda, parece más un museo que un restaurante. Sus estanterías y mesas están repletas de todo tipo de caldos, licores y espumosos. Solo tiene dos mesas para atender a su exclusiva clientela, que accedía solo si estaba «en la agenda del teléfono del dueño o de alguien que lo esté y lo recomiende», apuntaron desde la policía judicial de Madrid.

Esta red que, según la Guardia Civil obtuvo un beneficio de 1,5 millones de euros desde el 2014, tenía la base de operaciones en Madrid: «Y tirando del hilo acabamos en Cerceda y Marbella como puntos donde se distribuía y almacenaba gran parte de ese vino». ¿Y cómo actuaba? Si se trataba de falsificar Pingus o Flor de Pingus, se buscaba la botella más similar existente en el mercado: «La localizaron en Valladolid, en una bodega con denominación de origen Ribera del Duero. Adquirieron el vino a 19 euros. Y sobre la base de esa botella se procedía a la falsificación, con etiquetas, corchos, capuchones... dándole la apariencia de Flor de Pingus y Pingus», apuntaron desde la policía judicial. En cada visita a Valladolid los implicados compraban palés de 500 botellas cada uno.

Peor lo tenían para dar el cambiazo por Vega Sicilia. Todas sus botellas llevan serigrafiado el escudo de la marca. Para dar el pego, adquirían Valbuena 5.º, un caldo de la misma bodega que vale 100 euros, y lo convertían en Vega Sicilia Único, cuya botella ronda los 1.400-1.600 euros.

Una imprenta de Santiago, también investigada, hacía las etiquetas, unas 2.000, según la policía judicial, que decomisó equipos informativos, impresoras a color y programas de diseño.

En Marbella radicaba la sede de una página web cuya sociedad mercantil estaba en Arroyomolinos (Madrid). La red tenía un local alquilado en San Pedro de Alcántara (Marbella) en el que también se distribuía vino a restaurantes y hoteles con clientes de elevado poder adquisitivo. El Don Álex, según los investigadores, realizaba labores de comercialización a través de sus exclusivas comidas y cenas.

Para Quim Vila, distribuidor para toda España de Pingus, este tipo de actividad delictiva es consustancial al lujo: «Igual que en el mundo del arte o en cualquier cosa que tenga una edición limitada y alto precio, también en los grandes vinos existen falsificaciones en todo el mundo. En Francia, por ejemplo, con Petrus, Château Margaux o Château Lafitte ha pasado lo mismo».

Vila entiende que «comprar un vino de estos en un señor que un día hace una subasta o a través de cualquier otro medio que no nos ofrezca garantías es siempre un riesgo, y allá el que lo hace. Suelen suceder estas cosas». Se trata, explica, no solo de saber lo que compras, sino de las condiciones del producto: « ¿Cómo sabemos de dónde procede la botella o cómo fue conservada?».

Un sumiller de A Coruña reconoce que es fácil engañar a una persona poco conocedora de los vinos exclusivos. Primero, porque tomar una botella de Vega Sicilia o de Pingus es algo que ocurre pocas veces, y por tanto uno no está al tanto de cómo tiene que saber exactamente; en segundo lugar, porque «muchas de las personas que compraban estas botellas no las tomaban. Es habitual adquirir botellas especiales para un regalo». Es más, tal vez el agasajado tampoco las haya probado y estén esperando una ocasión especial.

A eso se suma que tal vez, dice este especialista, a partir de cierto nivel de calidad el precio del vino depende más de la exclusividad de la marca que de su valor objetivo.