Patrocinado porPatrocinado por

«Non quero deixar as abellas, pero despois do primeiro susto levo sempre a adrenalina»

Fina Ulloa
fina ulloa OURENSE / LA VOZ

AGRICULTURA

María Cobas

Xavier Sotelo es alérgico y siempre lleva consigo la adrenalina pegada a la piel por si le pican

24 jul 2018 . Actualizado a las 18:35 h.

Maneja 250 colmenas, además de varios colmenares de crías de reinas y fecundadores. Y sigue creciendo. Para Xavier Sotelo Fernández la apicultura no es solo una salida profesional, sino una pasión a la que no está dispuesto a renunciar. Ni siquiera por la alergia a la picadura de estos himenópteros que descubrió hace poco. «Levo seis anos traballando con elas; tíñanme picado moitísimas veces, e non me pasara nunca nada máis alá da inchazón normal na zona da picadura. Unha vez tiven ata quince aguillóns nunha man», relata. Pero el otoño pasado un solo picotazo le dejó sin aire. «Non era capaz de respirar, perdín as forzas, soltei o que tiña na man, medio caín, cheguei a gatas ao coche e collín o inhalador que tiña para ó polen de gramíneas», cuenta. Aun así no fue a urgencias hasta que días después una enfermera le advirtió del riesgo que corría. Aunque con sus antecedentes no acababa de creérselo, fue al médico y de allí lo derivaron al servicio de alergología del CHUO, donde está recibiendo el tratamiento con la vacuna. «Din que no 95 % dos casos se cura, e a iso me agarro. Non quero deixar as abellas». Eso sí, es muy consciente del riesgo y no se acerca a las colmenas sin el autoinyectable para emergencias. «Despois do primeiro susto levo a adrenalina pegada á pel», dice.