O Cebreiro espera la gran avalancha

Xosé cArreira O CEBREIRO / LA VOZ

GALICIA

x.c.

La afluencia, que algunos días llega a 500 peregrinos, podría subir mucho más a partir de la semana que viene

08 jul 2018 . Actualizado a las 22:27 h.

A las ocho menos cuarto de la mañana de ayer abrió como cada día, desde hace unas semanas, la iglesia santuario de O Cebreiro. A esa hora esperaba un nutrido grupo de escultistas que estaban deseosos de iniciar desde allí el camino a Compostela. Antes, participaron en una celebración religiosa en la que intervinieron dos monjas y también algún voluntario.

Casi dos horas después llegaban a esta puerta gallega del Camino los integrantes de La Unión Velocipédica Granadina, un club ciclista de la ciudad de la Alhambra que todos los años organiza una marcha por la ruta. En la de este año intervienen seis «jóvenes» de entre 70 y 75 años que pedalean diariamente un mínimo de cien kilómetros.

A las once menos cuarto entraron los integrantes de una familia de Valladolid con dos niños de 6 y 2 años. Este último viajaba en una mochila que portaba su padre a la espalda. Fueron a O Cebreiro a pasar el día porque, dijeron, les encanta el paisaje.

Estas son las historias del día a día en la primera parada que hacen los peregrinos en su entrada a Galicia. Algunos de los hosteleros de O Cebreiro dicen que este año hay menos afluencia de peregrinos que otras veces. Creen que puede ser por el impulso que están adquiriendo otras rutas, como, por ejemplo, la del Norte. Aun así, Paco Castro, el franciscano de Santiago que no solo sella las credenciales en el santuario, sino que además da la bienvenida a Galicia a todos y cada uno de los peregrinos que entran en el recinto religioso, asegura que hubo días en los que atendió a unas quinientas personas de numerosas nacionalidades.

Varios empresarios con negocios en el poblado dicen que la avalancha está por venir. La esperan a lo largo de esta semana y la que viene. Aseguran que la proximidad del día 25, festividad de Santiago, provocará una concurrencia extraordinaria, como sucede todos los años. «Un dos momentos claves será a partir do 19 e o 20 deste mes», predijo un hostelero.

Paco Castro asegura que este año hay una gran presencia de peregrinos de Estados Unidos, también de Taiwán. Durante los meses de invierno fueron los coreanos quienes acapararon la ruta. El franciscano compostelano destaca que hay universidades americanas y coreanas que impulsan entre los estudiantes la experiencia. Lo hacen para que los alumnos se enfrenten a situaciones que les pueden reportar beneficios personales. «O día a día nun país alleo e con dificultades», asegura Castro.

El franciscano y dos monjas se encargan de hacer una breve celebración todas las tardes para recibir en varios idiomas a los caminantes. Además les entregan una pequeña piedra con una flecha amarilla pintada que es el símbolo del Camino y también «para seguir o camiño da vida».

«Hai uns días, unha camiñante mostrou unha grande emoción cando recibiu a bendición e a pedriña. Era musulmá», recordó. O Cebreiro une al mundo, a las culturas, a las religiones... «Aquí queda reflectido cada día que hai unha única familia: a humanidade», apuntó Paco Castro.

Los ciclistas de la Unión Velocipédica Granadina saben que el camino une, y mucho, a pesar de que, recuerdan, no todos los conductores respetan a quienes van en bici. Se llevaron un buen susto con uno en la zona de Astorga, y piden a los automovilistas la máxima atención y respeto. De todos modos dicen que situaciones como esa no quitan protagonismo al Camino, en el que es raro el día que no hagan amistades.

Ayer tenían programada la etapa O Cebreiro-Portomarín. Hoy harán Portomarín-Santiago. En voz baja, los «chicos» granadinos revelaron un secreto: «Haremos una parada en la pulpeira de Melide para tomarnos unas raciones». No cabe duda de que la veteranía en el Camino es un grado, ya que, desde luego, esa parada es una de las buenas cosas que pueden hacer en la ruta gallega hacia el Apóstol. Por cierto, ya saben que se tienen que enfrentar a una subida de precio, porque el kilo de pulpo se está poniendo por las nubes.

Los ciclistas pensarán el martes en volver a casa. Llevan desde primeros de mes pedaleando. Empezaron en Saint-Jean-Pied-de-Port, en los Pirineos y ayer seguían tan frescos.

Seguirán las historias

Acabarán los ciclistas de Granada y llegarán otros de múltiples nacionalidades. Se marcharán caminantes japoneses y llegarán más, de otros países. Habrá todos los días historias, algunas muy emotivas, como, por ejemplo, la que protagonizó hace unos días en O Cebreiro una mujer tetrapléjica de Estados Unidos a la que trajeron su esposo y su hijo porque tenía un gran deseo de hacer la ruta a Compostela.

Llegarán también personas invidentes que disfrutarán de la vida de la ruta, como apunta el franciscano Paco Castro. Hace unos días un peregrino con dificultes de visión entró en el santuario y se encontró emocionada con la Biblia en braille.

En O Cebreiro seguirán recibiéndolos a todos y alguno se llevará algún croque de recuerdo, como el de una mujer que el pasado jueves entró a ver una de las pallozas del conjunto etnográfico y, por distracción, se dio con la cabeza en el dintel de una puerta, con menos altura de lo que sería lo habitual. Pero ese golpe no es nada en comparación con la riqueza que ofrece la ruta hacia Compostela.