Detenido el ladrón de iglesias más activo de Galicia, con 33 asaltos en O Salnés y su entorno

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

MONICA IRAGO

Las sustracciones se cometieron en ocho municipios. El acusado cayó en un control de tráfico con figuras y objetos religiosos en el coche

03 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Treinta y tres robos con fuerza en tres meses. Y todos cometidos en iglesias de la comarca de O Salnés. La oleada de sustracciones comenzó en abril y finalizó la pasada semana con la detención del que parece ser el ladrón más activo de Galicia en templos religiosos, al que se atribuye la autoría de los citados 33 robos con fuerza. Un individuo del que no se sospechó inicialmente y que acabó cayendo en un control rutinario de tráfico con objetos sustraídos en algunas capillas que escondía en su coche. A medida que los robos iban en aumento -los municipios afectados son Caldas de Reis, Catoira, Portas, Ribadumia, Cambados, Meis y Vilagarcía-, la Guardia Civil investigó de cerca a vecinos de la comarca que, por sus antecedentes policiales, pudieran ser sospechosos.

El detenido, de inicio, no encajaba con el tipo de ladrón que cometía las sustracciones investigadas. Sus antecedentes policiales lo situaban en iglesias, pero cometiendo hurtos. Nunca robos con violencia y causando daños para acceder a los templos, que es lo que se encontraban los investigadores cada vez que llegaban a una iglesia robada para buscar pistas y huellas. Lo que sí tenía claro la Guardia Civil es que no se trataba de un ladrón sofisticado. El hecho de que entrara por la fuerza, usando la puerta principal si era necesario, lo retrató como rudimentario.

Otra situación que despistó a los investigadores inicialmente fue que el detenido no seguía un patrón de conducta establecido. «Saltaba de ayuntamiento en ayuntamiento intentando aparentar que se trataba de robos sin relación, dejando pasar uno o varios días entre asalto y asalto, aunque también es cierto que en otras ocasiones actuaba varios días seguidos, pero en iglesias que podían estar a 50 kilómetros una de la otra, lo que hacía muy difícil encontrar un nexo de unión», aclaran en la Guardia Civil.

Conocedor del terreno

El acusado, aunque natural de Pontevedra, conoce bien la comarca de O Salnés. Los investigadores lo sitúan viviendo en O Grove antes de trasladarse a Vilagarcía, en donde residía desde hace algún tiempo. La semana pasada, al ser detenido en el control de tráfico rutinario, parece ser que no aguantó la presión y confesó parte de los delitos que se le imputan. Incluso en el coche se encontraron, además de objetos sin apenas valor que procedían de algunas iglesias, figuras religiosas cuyo destino sería su venta en el mercado negro, aunque, según la Guardia Civil, al acusado le interesaba más el dinero en metálico que los objetos patrimoniales, por la dificultad que implica encontrar compradores sin dejar rastro.

La Guardia Civil mantiene la investigación abierta ahora que conoce, al menos, el modelo y la matrícula del coche utilizado por el acusado, aunque no se descarta que pudiera usar otros vehículos. El trabajo que está por venir consistirá en analizar tanto los vídeos ya solicitados a la concesionaria de la autovía de O Salnés, como los recogidos en otros puntos de la comarca, para comprobar si el turismo o el propio detenido fueron captados en las inmediaciones de cada templo en los días que fueron robados.

«Lo mejor es dejar algo de la colecta para contentarlos y que se marchen»

Manuel Cachaldora Prado tiene 79 años y ejerce de párroco en Castrelo (Cambados), Sisán y Barrantes (Ribadumia). Tres iglesias que en la pasada primavera fueron asaltadas durante la oleada de robos. «La primavera fue terrible. Ya hace algunos años tuvimos otra oleada de robos, pero nada como esto. Creo que no quedó ninguna iglesia en la que robar», asegura el cura, que no duda en reconocer la táctica que sigue para evitar males mayores: «Lo mejor es dejar algo de la colecta para contentarlos y que se marchen. Peor sería que al entrar y no encontrar nada que llevarse optasen por hacer profanaciones o robar figuras, aunque esto les interesa cada vez menos. Antes tenían salida en Portugal, pero ahora apenas».

El párroco añade que el botín de los robos es mínimo en casi todas las iglesias, y que lo peor son los daños materiales causados: «Imagine hasta qué punto llegan que me robaron una pota para hacer chocolatadas con los niños del catecismo».