Archivado el crimen sin resolver del cura de la Virxe do Cristal

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El párroco asesinado, Adolfo Enríquez, con la Virxe do Cristal en una imagen del 2007
El párroco asesinado, Adolfo Enríquez, con la Virxe do Cristal en una imagen del 2007 DANIEL GÁLVEZ

La Audiencia de Ourense confirma la decisión de la jueza de Celanova al no haber contra quien dirigir la acusación

10 ene 2020 . Actualizado a las 19:49 h.

Nada tiene que reprochar la Audiencia Provincial a la investigación del crimen del cura de Vilanova dos Infantes, que la autopsia ha fijado en las primeras horas de la madrugada del 10 de marzo del 2015. La Guardia Civil hizo todo lo que estaba en sus manos, incluidas muchas horas de trabajo en una exhaustiva revisión del escenario. El empeño del Juzgado de Celanova y de la fiscalía ha sido total. Se apuraron todas las opciones, se movilizó a personal especializado, se intervinieron comunicaciones y, con dos sospechosos claramente enfocados, incluso se colocaron micrófonos en el interior de sus automóviles. Nada dio el resultado esperado. De Adolfo Enríquez dicen todos los que lo conocían, incluida su familia, que era un bendito, un hombre que ayudaba a quien llamara a su puerta. Él solo ofrecía tanto como una oenegé.

Entre los beneficiados por la altruista labor humanitaria del cura figuraban los dos ciudadanos croatas a quienes la Guardia Civil llegó a detener como presuntos autores de la muerte violenta del cura, «causada con gran virulencia», como la jueza de Celanova hacía ver en un escrito de tantos como sin éxito envió para pedir apoyo internacional -a empresas e instituciones- para recuperar comunicaciones en Skype o WhatssApp. En ese largo proceso de dar, sin pedir nada a cambio, hasta la rectoral de Vilanova dos Infantes acudieron también quienes lo mataron y, presumiblemente, robaron la Virxe do Cristal. La lleva siempre consigo. No tiene más valor que el sentimental, pero quizás no lo sabía el ladrón.

La investigación se centró sobre dos croatas, pero ninguna prueba los vincula al homicidio La jueza tiró la toalla antes de los tres años. A mediados del pasado enero cerró la instrucción y dictó el auto de conclusión a mediados de enero. Pero no imputó a nadie. No hay un sospechoso fiable. Los indicios que llevaron a la Guardia Civil a detener a dos croatas, tío y sobrino, vecino de Ourense el primero y residente en Cantabria el segundo, no fueron suficientes para que el fiscal pidiera prisión, con lo que el 17 de enero del 2016 quedaron en libertad. No dijeron ni media palabra. O porque nada sabían, o porque sospechaban que nada había contra ellos. No bastaron las contradicciones en sus testimonios sobre lo que habían hecho en las horas críticas del robo y la muerte del cura. Que cerca de la casa fuera visto un coche como el de uno de ellos, o que sospechosamente los teléfonos móviles no dejaran rastro durante aquel período de tiempo, no ha sido suficiente. Tampoco que los pinchazos telefónicos muestren que se sentían vigilados y les gustaban las cabinas.

Ahora, cubiertas todas las formalidades procesales, la Audiencia Provincial acaba de notificar la confirmación del auto de conclusión del sumario y sobreseimiento de la causa. Ni siquiera la familia del sacerdote, habitualmente crítica con la acción judicial y satisfecha con la labor de la Guardia Civil, se ha opuesto a la liquidación del caso.

Sin restos biológicos ni vestigios relevantes en el recinto parroquial de Vilanova dos Infantes, es decir, sin pruebas para situar en el escenario a alguna persona distinta y elevarla a la categoría de sospechoso, el caso está en un callejón sin salida. La Virxe do Cristal tampoco ayuda. Se esfumó aquel día sin dejar pista, ni el más mínimo rastro para seguirla. Caso cerrado.