Un móvil para llamar a sus familias y a ver el partido de Nigeria

manu otero VIGO / LA VOZ

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Los ocho nigerianos reciben ya clase de español, de geografía y empiezan a dar paseos por el barrio

28 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ilusión. Es el sentimiento que resume las primeras horas de los ocho refugiados del Aquarius como ciudadanos vigueses. Atrás han quedado dos horribles semanas de incertidumbre a la deriva por el Mediterráneo. Por delante se abre la oportunidad de labrarse una nueva vida lejos de la miseria a la que estaban condenados en su Nigeria natal. La oenegé Provivienda, que los acompaña en su aclimatación a Galicia, ya ha comenzado a darles clase de español, nociones básicas de geografía gallega y consejos variados para su integración.

Pero lo primero que pidieron estos ocho jóvenes fue un teléfono para hablar con sus familias y decirles que están a salvo, que habían logrado salir del infierno. «Llevaban bastantes semanas sin poder comunicarse con ellos y viviendo lo que han vivido, imagínate lo importante que era poder hablar con ellos», afirma la responsable territorial de Provivienda en Galicia, Ana Pardo.

Cubierta esta necesidad tan urgente, pudieron comenzar las labores de integración en la comunidad. El primer paso era el de mostrarle su vivienda. Divididos en dos grupos de cuatro, están alojados en dos pisos en el municipio de Vigo, cuya ubicación concreta no han hecho pública para preservar el anonimato de los refugiados. «Es una vivienda normal, cumplimos con la normativa de la Xunta», puntualiza Pardo, quien detalla que los pisos tienen zonas comunes y también habitaciones individuales.

Su llegada a Vigo se produjo en la madrugada del sábado. Y en ese mismo momento ya recibieron la primera muestra de la hospitalidad que caracteriza a los gallegos. «Cuando estaban entrando a una de las viviendas, pasó una persona y les dijo ‘bienvenidos y mucha suerte’», relata orgullosa la voluntaria.

La agenda diaria de los ocho refugiados es flexible. «Ellos tienen libertad plena para entrar y salir, no se trata de un piso tutelado», subraya Pardo. Sus viviendas están equipadas con todos los electrodomésticos necesarios, televisores incluidos. En ellos tuvieron ocasión de ver el partido que enfrentó el martes a la selección de Argentina contra la de Nigeria y que concluyó con la eliminación del país africano de la Copa del Mundo. «Son chicos muy jóvenes y a algunos les gusta el fútbol y a otros no tanto», relata Ana Pardo, que comparte muchas horas del día con ellos.

Pero no pasan todas las horas del día metidos en casa. Con la oenegé tienen varias citas al día. La principal son las clases de español, fundamentales para acelerar su aclimatación. También participan en charlas sobre geografía, ya que no conocían nada de España. «Hemos trabajado con ellos para ubicarles el espacio donde estamos, dónde está España y sus comunidades autónomas. Ahora ya saben perfectamente donde están ubicados», explica la dirigente de Provivienda. También tienen sesiones puntuales con el equipo de profesionales de la oenegé, que los acompaña en todas sus gestiones. La obtención del permiso de asilo es ahora mismo una prioridad en la que los servicios jurídicos de la organización está trabajando estrechamente con la brigada de Extranjería.

Cuando el trabajo de aula remata, todavía tienen por delante mucho tiempo libre. «Ellos ya empiezan a moverse por la zona en la que viven, ya van haciendo la compra. Nosotros solamente los orientamos. Preguntan también por la playa y el mar, ahí les facilitamos el transporte o, si es necesario, acompañamiento», enumera Pardo.

A pesar de la amplia atención que prestan a sus acogidos, en Provivienda tienen también necesidades importantes. «Es necesario que puedan acceder a un alquiler y ahí tenemos dificultades porque no cumplen los requisitos que exigen el mercado y se ven excluidos», lamenta la voluntaria, no sin agradecer a los propietarios que aceptan alquilar sus viviendas a la oenegé para dar asilo a los refugiados. «Todos los propietarios que trabajan con nosotros están encantados», asegura. Aunque la falta de viviendas es lo más grave, también es bienvenida la aportación de ropa, artículos de higiene, electrónica y, sobre todo, ofertas de empleo.