La pirotecnia de Tui escondía el doble de explosivos de los que se sospechaba

Monica Torres
mónica torres TUI / LA VOZ

GALICIA

Marcos Canosa

Un mes después, los investigadores concluyen que almacenaba 2,5 toneladas

23 jun 2018 . Actualizado a las 14:04 h.

La bomba que hace justo un mes mató a dos personas en Tui e hizo desaparecer decenas de hogares estaba cargada con más de 2.500 kilos de sustancias explosivas. La onda expansiva permitió establecer en 24 horas que la tragedia se produjo por la explosión de al menos una tonelada de pólvora almacenada de forma clandestina en el corazón de la parroquia de Paramos. Era una cantidad similar a la que se usa en el municipio valenciano de Paterna para lanzar los 70.000 cohetes de su cordà, o en algunas de las mascletàs típicas de las fiestas de las fallas. La Voz usó esa comparación entonces para explicar el poder devastador que tuvo el cóctel que Francisco González Lameiro, ahora en prisión preventiva, escondía en el galpón de la casa de un familiar en la que dormía su sobrino y que fue una de las que voló por los aires. 

La investigación realizada en la zona cero durante este tiempo permite establecer ahora, y por primera vez, el contenido del almacén que transformó el barrio da Torre en un escenario de guerra con 792 personas que, a día de hoy, permanecen en pisos de alquiler y en casas de otros familiares. A las 16.20 horas del 23 de mayo, más de 2,5 toneladas de sustancias explosivas hicieron saltar por los aires todo lo que había en un radio de 800 metros. Las cifras, que ya acompañan a las diligencias previas que se instruyen en un juzgado de Tui y que igualan a las de la principal mascletá de Valencia, son sobrecogedoras. 

Dos menores quedaron huérfanos de padre y madre ese día, 31 viviendas fueron totalmente derruidas, 86 quedaron muy afectadas en sus estructuras y otras 311 dañadas. Además, se contabilizan 66 vehículos con destrozos. La perspectiva es aterradora, por lo que fue, por lo que pudo haber sido, ahora que se conoce el contenido del almacén y, sobre todo, por lo que han de afrontar los 800 afectados por esta tragedia y que solo ellos saben.

«Todos necesitamos ayuda psicológica», insistió la asociación de afectados, hasta que por fin esta semana acudió la Cruz Roja en su auxilio. La plataforma vecinal, que ahora se ha constituido como asociación para poder personarse en la acusación, advierte que esa ayuda apremia y que necesitan que se preste directamente en el centro de salud de Tui. «Hay muchas personas mayores que ya no tienen ilusión por vivir y que dicen que no quieren volver aquí. Otros aseguran que preferían haber muerto en la explosión, y hay niños y adultos con problemas de ansiedad. A nivel psicológico hay una caída brutal por la frustración de no ver avances», dice Marco Antonio Estévez, uno de los afectados.

La causa de la explosión es la propia existencia del almacén, cargado de nitrato potásico y azufre, además de otras sustancias como gasolina y gasoil y una importante cantidad de cañas. Había producto ya acabado, pero también materias primas. Es extremadamente difícil, por tanto, determinar si hubo un único detonante de la tragedia. La investigación trabaja con tres líneas tras haber descartado la participación de terceras personas. El mal almacenamiento del material, y el deterioro de varias de las sustancias guardadas sin estar en habitáculos compartimentados como obliga la normativa, y las altas temperaturas que favorecen la combustión conforman la hipótesis principal de la investigación, que es la de la reacción espontánea. Pero tampoco se descartan de momento otras dos. La caída accidental de algún producto o mezcla al suelo y sobre otra sustancia o material es otra de las posibilidades para intentar explicar lo que ocurrió. La última hipótesis apunta a un posible componente de electricidad, aunque nada puede confirmar este extremo.

El escenario está intacto. La zona cero fue precintada por orden judicial. A todos los vecinos que aún tienen un sitio al que volver se les ha permitido regresar acompañados de bomberos y arquitectos para recoger sus efectos personales.

«Te arrancan la vida y ahora te dicen que te la busques. Y aún tienes que dar gracias»

La situación de los vecinos es desesperada. No hay tregua. Tras la conmoción inicial y el realojo han de reinventarse una vida nueva en tierra de nadie. Ser conscientes de que ese día volvieron a nacer les permitió llegar hasta aquí, pero la realidad no es asumible. «Te arrancan la vida y ahora dicen que te la busques y, aún por encima, tienes que dar gracias. Hasta la bendita monotonía echas de menos», explica Marco Antonio Estévez, que está de baja por un problema de espalda a consecuencia de la explosión. «Yo estaba en mi cortello, tranquilo de la vida y no tenía problemas. No hay ayudas directas y aquí hay mucha gente humilde, que además no puede pagar por adelantado por lo que ya tenían y le han quitado», advierte este vecino. La demora en las ayudas y las dificultades de acceso por el exceso de documentación que les piden y no tienen, porque literalmente voló, es otro de los problemas que arrastran los afectados, «que se pasan el día pidiendo papeles», recuerda el presidente de la asociación, Salvador García. 

La Xunta concedió esta semana las primeras nueve ayudas. Asegura que el departamento de Infraestruturas trabaja «con diligencia» para atender en el menor tiempo posible las otras 18 solicitudes presentadas hasta ahora. De las nueve ya atendidas, cuatro son de alquiler y cinco para la rehabilitación de viviendas. Con carácter general, la Xunta está resolviendo las solicitudes en el plazo de una semana, desde su presentación. En el caso de daños en viviendas, más de la mitad de las 15 solicitudes fueron presentadas a partir del 15 de junio.

La asociación de vecinos ha convocado para hoy un reencuentro en la zona cero, justo a la hora en la que hace un mes se escuchó el estallido más atronador que se recuerda en el Miño. Precisamente para que no se olvide. Por eso también se manifestarán el próximo domingo en Tui. Solo la limpieza de la zona, sin fecha en el horizonte próximo, superará con mucho los tres millones de euros.