«Sentí ganas de llorar al ver cómo me dejaron el piso los inquilinos»

Carmela López
carmela lópez FERROL / LA VOZ

GALICIA

JOSÉ PARDO

El dueño de una vivienda de Ferrol acude al juzgado para denunciar el impago y los daños

26 dic 2018 . Actualizado a las 10:41 h.

Nada más abrir la puerta de un piso situado en un edificio de la calle Alcalde Usero, de Ferrol, un olor nauseabundo inunda las escaleras, hasta el punto de que el aire se hace irrespirable. Es la señal de alerta de que algo raro ocurre dentro de la vivienda, que ya se desvela con una primera visual. Montañas de basura apiladas en todas las estancias conforman un panorama en el que resulta difícil creer que hasta el pasado viernes viviese allí una joven pareja, él de profesión militar, con sus dos perros.

No es de extrañar que el dueño del piso, José Ramón Carpintero -en realidad, la titular es su suegra, pero él es el que gestiona los alquileres-, hubiera dicho antes de entrar: «Sentí ganas de llorar al ver cómo me dejaron el piso los inquilinos».

No es para menos. La imagen es desoladora. Los únicos efectos limpios de la casa son los cuencos del agua y del pienso de los perros, que están en el pasillo, en el que también hay una fregona y un cubo mediado de agua ennegrecida y pestilente. Pero no es lo peor, porque entre la cocina y el comedor se acumulan más de medio centenar de bolsas de basura desperdigadas por el suelo, además de ollas con restos de comida putrefacta y montones de cajas de pizza y latas de cola vacías ocupando todos los muebles.

En la sala de estar sigue acumulándose la basura, entre la que destaca un Manual de policía naval. Los sofás tienen al aire la estructura de madera porque el tapizado parece arrancado a mordiscos por los perros, al igual que las cortinas de la ventana. Un dormitorio pequeño se salva de semejante desbarajuste porque está casi vacío, pero el principal de la casa ofrece una imagen sumamente desagradable, con las sábanas amarillentas, montones de botellas de cocacola vacías, una olla con restos de macarrones, ceniceros llenos de colillas, ropa tirada por el suelo y, en una silla, un látigo erótico con el puño recubierto de cristales tallados.

Los dueños del piso aseguran que sienten rabia e indefensión por la situación en la que se encontraron el piso, al que hace poco más de un año le habían renovado las puertas, también roídas por los perros. Tras el desconcierto inicial, lo que pretenden hacer ahora es denunciar los hechos en el juzgado para reclamar las tres mensualidades del alquiler que los inquilinos les dejaron a deber, junto con los recibos del agua y de la luz, así como una compensación por los daños y la limpieza.

La pareja, que se instaló en octubre, dejó las llaves en un bar al marcharse

El impago de los tres últimos meses de alquiler y de los recibos de agua y la luz había propiciado que los dueños, tras reclamar repetidamente el abono de la deuda, hubiesen dado un ultimátum a los jóvenes para que abandonaran el piso, porque si no acudirían al juzgado. La fecha tope era el pasado día 1 de junio, tanto para pagar como para desalojar el piso, pero no se cumplió.

José Ramón Carpintero asegura que se sorprendió cuando el pasado viernes recibió un wasap de la inquilina en el que le indicaba que habían dejado las llaves en un bar. Esta forma de comunicación por mensajes era la habitual desde que dejaron de pagar el alquiler, según indica el dueño, a pesar de que él tiene un negocio a la vuelta de la esquina, «porque no respondían al teléfono ni abrían la puerta».

El alquiler se había firmado a través de una agencia inmobiliaria y la pareja se instaló en el piso el 1 de octubre del año pasado. «Parecían personas normales: él se presentó como militar -este extremo está confirmado- y los primeros meses no hubo ningún problema. Hacían vida en el barrio, entraban en los bares a tomar café y nada hacía prever todo lo que después ocurrió», según el propietario.

Gastos de limpieza y pintura

El piso lo pondrán de nuevo en alquiler. «Porque mi suegra tiene una pensión de 300 euros y lo necesita para vivir», afirma José Ramón. Pero previamente tendrán que contratar una empresa de limpieza, otra de carpintería y una tercera de pintura para volver a adecentarlo, además de comprar nuevos muebles. Evidentemente, los 250 euros de la fianza que la pareja había depositado al firmar el contrato de alquiler no permitirán cubrir esos gastos.