Más que un colegio, una familia

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira CALDAS DE REIS / LA VOZ

GALICIA

Ramón Leiro

Las cuatro escuelas unitarias de Caldas funcionan como pequeños núcleos de hermanos de tres edades distintas

28 may 2018 . Actualizado a las 07:48 h.

-¿Te puedo contar un chiste?

-Ahora no, espera a que acabe de hablar con nuestra visitante y me lo cuentas.

Esta es la relación que tiene Hortensia Conde con sus alumnos, aunque podría pasar por la charla en un hogar. Y es que, en el fondo, las cuatro unitarias que forman el CRA de Caldas de Reis (Carracedo, Saiar, Godos y Santo André) son eso, una familia. Allí conviven niños de 3, 4 y 5 años que atienden a todas las explicaciones y se desarrollan cada uno a su ritmo.

Desde que hace dos años se convirtieron en un colegio rural agrupado (CRA), además de que cada escuela tiene un tutor comparten profesores de Música, Religión, Inglés (con un auxiliar de conversación nativo al que los niños solo le pueden hablar en inglés), orientador, especialista en audición y lenguaje y profesor de apoyo (para que la escuela no tenga que cerrar si el tutor enferma, por ejemplo). «Todos son ventajas -reconoce Conde, la directora del CRA- y solo nos falta, para tener los servicios de un CEIP, un profesor de Educación Física y un especialista en pedagogía terapéutica, pero yo pienso que con la atención tan personalizada que ofrecemos no es algo tan necesario».

Todos los martes, los cuatro tutores se reúnen y establecen las líneas maestras de los siguientes temas, y, a partir de ahí, en cada escuela (como en cada aula) hay libertad para el docente. Es la que tiene Marta Regueira, que está en Carracedo, donde los ocho alumnos se ponen sus zapatillas al entrar en el colegio (también la profesora) y se calzan botas cuando salen al jardín. Allí funciona la libertad de elección de los niños, que tienen diferentes espacios (lectoescritura, arte, matemáticas...) y eligen lo que quieren. «Si uno quiere podría estar toda la mañana haciendo lo mismo, pero la verdad es que nunca ocurre», dice la maestra, que anuncia la inminente preparación de un helado de fresa con las frutas que cultivan en su jardín (adscrito a Voz Natura, la iniciativa escolar-ecológica de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre).

En Saiar, donde da clase Hortensia Conde, el funcionamiento es diferente, pero se respeta de forma escrupulosa el desarrollo del niño: «Llevo veinte años dando clase -dice Conde- y creo que esta es la mejor manera de aprender. No veo ninguna ventaja a un colegio sobre nosotros, ni en instalaciones. ¿Tú ves el jardín que tenemos delante?, ¿para qué queremos las instalaciones de un colegio grande? Para estos niños ensuciarse forma parte del aprendizaje. Cuando terminan la etapa son muy autónomos».

También considera un acierto la mezcla de edades: «Tengo uno de 4 años que sabe leer y escribir». Otros rompen en el último momento.

María José Tenreiro, la profesora de apoyo, recuerda «a uno de 3 años que corrige a los de 5». Es como en las familias, donde los hermanos mayores aprenden a cuidar de los pequeños y estos se espabilan para estar al nivel de sus ídolos, con la ventaja de que con los años probarán a ser mayores ellos también.