«Veíamos entrar camiones desde hace meses»

Javier Romero / Mónica Torres TUI / LA VOZ

GALICIA

M.Moralejo

La zona cero presenta un aspecto bélico, ruinoso. La explosión apenas dejó nada en pie en un radio de cien metros

25 may 2018 . Actualizado a las 21:08 h.

Sonia y Roberto conservan sus vidas, y a su familia, de milagro. La que era su vivienda, a 20 metros del polvorín clandestino, se desplomó con sus hijos y sobrinos dentro. «Convivimos con la muerte mucho tiempo. Aquí [en referencia a la pirotecnia] veíamos entrar camiones desde hace meses, llevaban mercancía. Sabe Dios qué tenía ahí dentro», dice Roberto a pocos metros del cráter. Sonia añade: «Está claro que algo había, furgonetas se veían, incluso la de la empresa pirotécnica. Pero nunca piensas que puede tener semejante cantidad». Lo denuncian los mismos padres que tienen hospitalizada a su hija con quemaduras graves: «Los médicos dicen que al ser joven puede regenerarse el tejido».

El comentario es generalizado en el barrio de A Torre. En la finca entraban vehículos industriales para dejar o transportar género pirotécnico. La magnitud de la explosión y sus destrozos son la mejor prueba. El perímetro del cráter, provocado por la detonación, tenía este jueves tres accesos vetados. Bordeando uno se llega a Talleres San Juan, que linda con la pirotecnia. Del taller no queda nada. Solo escombros, vigas, cristales y un gran manto de varillas para bombas de palenque que se expande por la zona. En la propiedad anexa se consumó la catástrofe. Dos excavadoras trabajan, pasadas las tres y cuarto de la tarde, para descartar que el número de víctimas mortales aumente y recoger las secuelas de la negligencia. En las casas que rodeaban el polvorín, más de lo mismo. En otras próximas, el perito de una compañía de seguros se despide de Óscar Maceda: «Tengo otros 15 clientes que visitar en la zona, le llamo en unos días». Maceda, dueño de una cerrajería, cuenta su caso: «Fue igual que un terremoto, partió por la mitad el taller».

A Suso, más que la pérdida de su casa, le perturba que su hija no arrastre secuelas psicológicas. La niña mantuvo ayer su rutina. Igual que otros críos de la escuela de Guillarei, todos hicieron la excursión prevista: «Recorrieron el río Miño con la patrulla fiscal de la Armada». La casa de Suso es una de las 60 que presentan fallos estructurales: «Demasiada inseguridad para volver. Allí solo quedan recuerdos de la vida que tenía. Y esa ya no vuelve».