«Tengo 100 años, fui enfermera hasta los 72 y sigo levantándome a las 7 de la mañana»

Laura López LUGO / LA VOZ

GALICIA

ÓSCAR CELA

María Trinidad Prado, religiosa de Lugo que acaba de llegar al centenario, se mantiene activa y recuerda su periplo espiritual y laboral

19 may 2018 . Actualizado a las 13:19 h.

María Trinidad Prado (León, 1918) lleva toda una vida regalando sonrisas. A sus 100 años recién cumplidos, esta monja que reside en Lugo mantiene todavía una intensa actividad de servicio a los demás, visitando y acompañando enfermos y colaborando en la parroquia de A Milagrosa. Hace 80 años que hizo sus primeros votos como hermana de la congregación de la Sagrada Familia de Burdeos. Desde 1966 vive en la capital lucense, ahora comparte piso con otras tres religiosas de la congregación, todas muy activas en la comunidad. Trinidad explica su día y día y repasa con paciencia y lucidez su historia, una historia que habla de trabajo, de medicina, de guerra, pero sobre todo de amor y servicio a los demás.

-¿Cómo ha sido la celebración de su 100.º cumpleaños?

-Vinieron a Lugo mi hermana, los sobrinos, el cuñado... celebramos una eucaristía y me hicieron unos regalos muy especiales.

-Cumplir 100 años no le impide seguir activa...

-Todavía trabajo mucho, aunque de cocinar sí que me jubilé [se ríe]. Tengo algún achaque, pero cada día doy gracias a Dios por la llamada a la vida religiosa y por la salud que me ha dado.

-¿Cómo es su rutina diaria?

-Tengo 100 años, fui enfermera hasta los 72 y sigo levantándome a las 7 de la mañana, salvo los domingos, que lo hago a las 7.30. Lo primero que hacemos es rezar laudes en la capilla que tenemos en casa, las cuatro religiosas juntas. Después, cada una se va a sus ocupaciones. En mi caso, desde 1975 trabajo en el ropero de Cáritas dos días por semana, pero lo voy a dejar; también visito a los enfermos o a gente que está sola, les llevo la comunión y ayudo en la parroquia de A Milagrosa. En cuanto a las tareas de la casa, las repartimos entre las cuatro.

-¿Hay mucha gente sola?

-Mucha, sobre todo personas mayores, en eso no hemos mejorado. Y la gente necesita a alguien que los escuche; se ven en soledad y cuando va alguien a verlos les vuelve la alegría, sienten que se ocupan de ellos.

-¿Cómo ve las nuevas vocaciones?

-Hay pocas vocaciones hoy en día, el mundo está demasiado secularizado y la gente prescinde de los valores religiosos y del vivir cristiano. En mi opinión, la juventud está muy materializada y solo piensa en divertirse, lo religioso le resbala.

-En su caso, ¿cuándo sintió la vocación?

-Desde muy joven me sentí atraída por la vida religiosa y con 17 o 18 años sentí la vocación. Un sacerdote que estaba en el pueblo me ayudó mucho. Yo tenía la decisión tomada desde el principio, no tenía ninguna duda.

-¿Cuál fue su primer destino?

-Primero estuve en Madrid. El inicio de la Guerra Civil, en 1936, nos pilló allí, en Hortaleza. Fueron tiempos muy difíciles. Desde allí nos llevaron a Bilbao a 14 postulantes y dos maestras. Estuvimos en un pueblo de Bilbao, Delio, y en el mismo 36, en diciembre, salimos para San Sebastián. Embarcamos en Las Arenas, en un barco inglés, el 18 de diciembre de 1936 y allí estuvimos unos meses. Después llegué a Navarra, donde empecé el postulantado, y en 1938 hice mis primeros votos. Y luego, a las obras a trabajar.

-¿Qué trabajo hacían entonces?

-En aquella época íbamos cuatro hermanas a una clínica a cuidar a los enfermos. Estuve casi dos años en Navarra, después de nuevo a Bilbao y, finalmente, a Madrid, donde me quedé hasta 1966. Siempre estuve en clínicas; de hecho, estudié Enfermería. Trabajé mucho en quirófanos, en cirugía, con varios especialistas.

-¿Cómo encontró Madrid al volver?

-Ya había acabado la Guerra Civil y había mucha escasez de comida, todo estaba racionado, la gente pasaba mucha hambre. Pero la ilusión de seguir a Jesús siempre me ha sostenido.

-¿Cuándo llegó a Lugo?

-En 1966: éramos siete religiosas de la congregación. Desde mi llegada y hasta 1990 estuve trabajando en el Sanatorio García Portela. Estoy en A Milagrosa desde 1990.

«Donde he rezado con más intensidad ha sido en los quirófanos»

Trinidad Prado pasó gran parte de su vida dedicándose a la enfermería en distintas clínicas, trabajando, sobre todo, en los quirófanos.

-¿Cómo era el trabajo en los quirófanos?

-Me tocó vivir avances y cambios muy grandes en medicina, ahora ya estoy desactualizada [ríe]. Recuerdo que en 1942 comenzaron en Madrid con la cirugía de corazón, empezaron a especializarse más en estas dolencias, porque entonces moría mucha gente por problemas de corazón. Muchos médicos se fueron a Holanda a especializarse. Los momentos más duros para mí han sido cuando algún enfermo moría, eso es muy doloroso; de hecho, donde he rezado con más intensidad ha sido en los quirófanos, para que el Señor les guiara las manos.