Los rectores quieren desterrar el coste cero y piden financiación para los nuevos grados

Tamara Montero / Ángel Paniagua / E. Eiroa SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

ÁLEX LÓPEZ-BENITO / SENÉN ROUCO

Insisten en que tienen menos dinero del necesario «para manter un sistema público de calidade»

13 may 2018 . Actualizado a las 18:13 h.

Hasta este jueves, los tres rectores gallegos no se conocían personalmente. El compostelano Antonio López, el vigués Manuel Reigosa y el coruñés Julio Abalde coincidieron por primera vez en un encuentro que organizó La Voz de Galicia en Santiago y que puso de manifiesto que existen muchas coincidencias entre los tres, en un momento en que la universidad gallega inicia una nueva etapa, con dos rectores que tomarán posesión el próximo mes (Santiago y Vigo). Ese primer encuentro entre los tres rectores apuntó ya al nacimiento de un frente común de las tres universidades que confluye en dos de los principales temas que tienen encima de la mesa: el plan de financiación y el mapa de titulaciones. 

Financiación

Reflexión profunda y un plan estratégico. El futuro no es el horizonte de un mandato o una legislatura. Y por eso va siendo hora de hacer una profunda reflexión sobre el sistema universitario que quiere y necesita Galicia y qué políticas hay que poner en marcha para los próximos diez, quince o incluso veinte años. Es el pilar fundamental sobre el que debería sostenerse la financiación de la universidad en Galicia. Los rectores reclaman una política de luces largas, un cambio de rumbo en el que colabore no solo la Administración autonómica, sino también la sociedad en su conjunto. «Se o cidadán soubese realmente a importancia que teñen unhas universidades ben situadas e que fan ben o seu labor, creo que non habería os problemas que agora mesmo hai no financiamento».

 «Temos que abrirnos á sociedade en todo este tipo de cuestións, isto ten que ser financiado pola sociedade», y es Galicia entera la que tiene que decidir qué universidad quiere, tercia Julio Abalde. El rector coruñés tiene experiencia. Y por eso lanza una propuesta muy concreta: dejar de entrar en el «xogo perverso» de una financiación que obliga a que «para que un gañe outro ten que perder». Así que hay que combinar colaboración, la necesidad de funcionar como un sistema único, con competencia. Porque habrá asuntos, como la investigación, en los que competirán entre ellas.

«A universidade pública ten que financiarse fundamentalmente de recursos públicos, cando menos no seu financiamento estrutural». Antonio López va al quid de la cuestión. ¿Es suficiente esa gran tarta dedicada al funcionamiento diario de una institución? En realidad, no. «Estamos por debaixo dun mínimo necesario para manter un sistema público de calidade», dice. Así que el primer objetivo es «conseguir que o financiamento básico da universidade estea cuberto». Manuel Reigosa concuerda con la argumentación de los otros dos rectores. La parte estructural «non chega nin para pagar as nóminas», explica Abalde.

Y sin dinero no hay universidad. El plan financiero actual caduca dentro de un año y medio. De los casi 420 millones de este año, dos tercios son para financiación estructural y el otro se paga en función de resultados. Esa división es oportuna, según los rectores, pero no les convence la cuantía. Además, ha ido adelgazando gracias a que durante la crisis ha arraigado la idea de mejorar a coste cero. «Facer máis con menos son palabras moi bonitas, pero non son realidade». Antonio López lo resume en una aseveración muy sencilla: el coste cero «case sempre sae mal». Lo refrenda Reigosa. «Se hai menos entrada, haberá menos saída e vai ser imposible facer unha universidade de calidade con menos». Después, la reprimenda: las universidades no se asoman a los ránkings de las mejores del mundo. «É que o financiamento non ten nada que ver. Falamos de orde de magnitudes moi diferentes».

Falla el tamaño. Y falla cuántas tartas se reparten. El eterno debate entre partidas incondicionadas y financiación por objetivos. El rector vigués apuesta por tener dos pasteles. Uno que garantice el funcionamiento y otro que premie los logros. «Non poden ser indicadores primeiro moi nesgados e despois que se prolonguen dous ou tres anos e logo cambien», alerta el rector de A Coruña, que cree que hay que reflexionar sobre los indicadores «porque non pode ser que haxa doce e dous repartan o 30 % dos fondos».

Después, está la tercera pata. Esa cantidad de dinero que entra a través de contratos, convenios y subvenciones «con finalidade concreta, co cal resta marxe de manobra á hora de tomar decisións», afirma López.

mapa de titulaciones

Pensar a largo plazo. Porque del dinero que manejen las universidades depende qué podrán hacer. En el próximo curso arrancarán tres nuevas carreras, dentro del nuevo mapa de titulaciones negociado con la Xunta. Pero las universidades tendrán que asumirlas sin nuevos fondos. «Os novos títulos deben ter novo financiamento», dice, contundente, el rector de Santiago. «Os novos títulos necesitan recursos estruturais e persoais». Los tres mandatarios son muy críticos con una directriz que marca la implantación de nuevas carreras: para captar alumnos tienen que restar plazas en las otras titulaciones. Así que la oferta de estudios de Galicia crecerá, pero las universidades no tendrán dinero extra para pagarla.

Para el rector de Vigo, poner en marcha tres nuevas titulaciones no sirve para fortalecer el sistema universitario gallego. Echa en falta mayor ambición. «Falta unha planificación a longo prazo, a dez, quince ou vinte anos».

Julio Abalde introduce otro debate de calado, que es la duración de las carreras. «En Europa van a graos de tres anos máis mestrados de un ou dous anos». En España las carreras duran cuatro años, y los posgrados, uno o dos. Los tres rectores consideran que sería más lógico ir hacia el modelo europeo, porque facilita la movilidad con otros países. Hay incluso casos, como las ingenierías, dice el mandatario coruñés, en que los grados son muy especializados, y los másteres, generalistas.

Los rectores defienden que los campus gallegos se especialicen. «Pero a especialización debe ser máis que unha etiqueta -advierte Reigosa-, con campus competitivos a nivel internacional».

Objetivo: el mismo precio para másteres y carreras

¿Cuánto cuesta estudiar en una universidad gallega? La respuesta depende de muchos factores. Quien hace Derecho cursa cuatro años académicos y paga en torno a 600 euros por cada uno, si aprueba todas a la primera. Quien opta por Medicina está seis años en la Universidad y abona 900 por cada uno. Las ingenierías también rondan los 900 euros por curso, pero solo son cuatro. Claro que las cosas no son como antes, porque desde la implantación del Plan Bolonia no sirve de nada estudiar Derecho si uno quiere ser abogado, ya que es obligatorio cursar un máster habilitante. Y este cuesta 1.900 euros. «Flota no ar a sensación de que o máster é só para uns poucos», reflexiona el próximo rector de Vigo. Manuel Reigosa culpa de esto, fundamentalmente, al decreto de precios públicos, que establece fuertes diferencias entre los grados y los posgrados, a pesar de que la reforma europea convirtió las antiguas licenciaturas de cinco años en estudios de grado de cuatro complementados por másteres de uno, uno y medio o dos cursos. Así que estudiar es más caro.

El presidente de la Xunta anunció recientemente que su Gobierno modificará el precio de los estudios de posgrados profesionalizantes ?como el de abogacía?, que son los que habilitan para ejercer una profesión. Y los rectores aplauden, pero quieren más. «Se me deixaran, diría que os estudos universitarios deberían ser gratuítos, como no resto das etapas educativas», lanza Manuel Reigosa. «Apoio, apoio», se animan sus colegas. «Xa non vamos pedir iso ?prosigue el vigués?, pero cando teña ocasión direi que no resto dos másteres tamén se baixen os prezos: os prezos públicos deberían ser semellantes en grao e máster».

Ahí queda el recado de los rectores para la Xunta. Estudiar no debe ser caro. Si se quiere que los estudiantes completen su formación, el máster no puede ser un privilegio. Porque, actualmente, como denuncia el rector de Santiago, el porcentaje de alumnos que saltan de un grado a un posgrado es el menor de Europa.

«Eu defendo que as taxas deben ser o máis baixas posibles», apoya el rector coruñés. Julio Abalde explica la siguiente paradoja: «Tal e como está o decreto Wert, a subida ou baixada das taxas é neutra para as universidades, quen gaña ou perde é a comunidade autónoma». Si el precio de la matrícula sube, la Xunta paga menos a las universidades. Así que las familias le ahorran a la comunidad parte de su desembolso, pero la cantidad con la que cuentan las instituciones académicas no varía. «Por iso este anuncio do presidente da baixada de taxas dos mestrados profesionalizantes haberá que ver en canto se cuantifica e canto incrementa o plan de financiamento», advierte Abalde.

Antonio López continúa la argumentación y la advertencia: «Sería ilóxico facer ás universidade paganas da protección social que supón uns prezos baixos para a universidade, que é magnífico, pero esa política social non nos toca a nós financiala».

El objetivo, para Manuel Reigosa, debe ser que la formación universitaria sea completa. «Nun país de primeiro nivel, como España, debería ser de cinco anos». Con algunos precios, muchas familias ni siquiera se lo plantean. Pero hace falta que la sociedad se dé cuenta de que «é un erro pensar que cun grao se pode entrar no mercado laboral», dice Julio Abalde. «Hai que darlles aos nosos estudantes a máxima formación posible», zanja Reigosa.

Julio Abalde, UDC: Una apuesta por garantizar el capital humano

«O mellor que temos é o noso capital humano», resume su apuesta el rector coruñés, Julio Abalde, quien recordó que entre los objetivos de la universidad que preside destacó, incluso en los años más duros de la crisis, mantener la plantilla. «Soubemos mantela e fomos capaces de cubrir toda a taxa de reposición e manter tamén os programas de promoción e estabilización», dice Abalde, para quien los trabajadores son «unha prioridade» porque las universidades «non improvisan un profesor dun día para outro». En el gobierno de la institución, explica, se incidió también desde el principio en la participación de la comunidad universitaria y la transparencia.

«Estamos nun proceso de especialización dos campus», aclaró entre los objetivos de la institución coruñesa, haciendo hincapié de nuevo en que para conseguir resultados hace falta una financiación adecuada. «Non podemos estar nunha situación de mantemento vexetativo», aseveró Abalde, apuntando a la necesidad de renegociar el modelo que sustenta las tres universidades. «É unha situación complexa, porque se unha universidade gaña, hai outra que perde», dice el rector sobre el modelo actual, reclamando otro distinto.

Manuel Reigosa, UVIGO: Reducir el máximo de horas de clase a 280

La propuesta estrella de la campaña de Manuel Reigosa, conocido en la universidad como Pachi, fue de corte interno: reducir el número de horas de clase. El tope a corto plazo se establecerá en 280 horas y el objetivo es llegar a 240. Es una medida que, según los cálculos que figuran en el programa electoral del grupo H2040, costará un máximo de 800.000 euros. Y parte de una reflexión: «Temos que preocuparnos menos polo ladrillo e máis polas persoas», dice Reigosa. No habrá nuevos edificios con él como rector, sino que asegura que a corto plazo se preocupará por tener «un cadro de persoal máis axeitado» a las necesidades de la universidad.

La relación de puestos de trabajo será su punto de partida. Pone como ejemplo la Universidade da Coruña, porque es la que más ha invertido en personal en los últimos años. «Eu quero o mesmo para a miña», dice. A corto plazo, también busca un cambio de filosofía, o de talante, como él dice. Se propone negociar hasta la extenuación y revitalizar el claustro, un organismo que él lleva muchos años frecuentando y que actualmente está prácticamente vacío de contenido y también de interés. Aspira a que haya «bofetadas por entrar», como dijo en una entrevista en La Voz.

Antonio López, USC: Más democracia interna y otra política económica

Revitalizar los órganos de gobierno, el funcionamiento democrático interno y la autonomía universitaria. Ese es el primer objetivo que se marca Antonio López, elegido rector de la Universidade de Santiago el pasado 23 de abril. Un mensaje que, aunque «podía parecer unha mensaxe dos anos setenta e comezos dos oitenta, sorprendentemente tivo unha acollida fantástica na comunidade universitaria». Su equipo descubrió que «hai esa necesidade de volver tomar decisións no ámbito universitario», de debatir los grandes temas en los órganos de gobierno -el consello de goberno y el claustro-.

El segundo golpe de timón lo dará en la política de personal. Tras haber perdido en cuatro años 135 plazas de docente funcionario durante la crisis, lo que ha sido una situación «de emerxencia», ha llegado la hora de cambiar: «Temos que apostar por un plan de renovación, estabilización e promoción do persoal». Y un tercer cambio. El plan actual de amortización de deuda «asfixiaría» a la USC, por lo que López sigue defendiendo que hay que refinanciar para así «ter un certo respiro» y negociar un plan de financiación que «recupere os estándares de financiamento público» de los que se vieron privados estos años.