Ourol, un concello con 20 bebés pero sin cole

Lucía Rey
Lucía rey OUROL / LA VOZ

GALICIA

Vanesa Balsa atiende a cinco niños de cero a tres años en su casa nido de Ourol
Vanesa Balsa atiende a cinco niños de cero a tres años en su casa nido de Ourol PEPA LOSADA

Dos decenas de niños de 0 a 3 años viven hoy en este municipio de A Mariña, cuya escuela cerró en el 2015 por falta de matrícula

12 may 2018 . Actualizado a las 18:52 h.

Antonio, de dos años, y Hugo, de siete meses, hoy no han podido venir, pero Elena, que tiene uno, gatea armada con su chupete por la alfombra en forma de puzle mientras Coral, su hermana melliza, muestra un peluche y balbucea un «hola» y un «mamá» como dos de sus primeras palabras. El reloj se aproxima a las doce y media, y en ese momento a Santi, de año y medio, le apetece un poco de mimo después de tomar un tentempié de papilla, así que descansa tranquilo en el colo de Vanesa Balsa, la maestra que con el apoyo de la Xunta acaba de poner en marcha la casa-niño Paxariños de Ourol para ayudar a las familias a conciliar vida laboral y familiar en concellos que carecen de escuelas infantiles. Estos cinco críos son la mejor muestra de que en Ourol, un municipio rural situado en el norte de la provincia de Lugo, en el interior de A Mariña, y que está considerado uno de los símbolos de la emigración gallega a América en la primera mitad del siglo XX, hay vida y hay futuro pese a que hace tres años que la Consellería de Educación cerró el colegio.

Con lista de espera

«Cando preparei a documentación para o proxecto, chocoume moito descubrir que nun concello onde non hai colexio haxa vinte nenos de entre cero e tres anos. Segundo os datos que me facilitaron no padrón, cando estaba preparando os papeis había 17 e estaban a punto de nacer outros 3, que agora xa naceron. É algo que non se explica. De feito, para a casa-niño quedaron pequenos en lista de espera porque o máximo permitido son cinco prazas», comenta la emprendedora, de 30 años, al tiempo que avanza que cuando termine el período de adaptación -el dispositivo comenzó a funcionar el pasado 27 de abril y algunos de los pequeños todavía lloran bastante al llegar- impulsará actividades y juegos como manualidades y algo de psicomotricidad. «A música encántalles», revela Balsa, que recita para los pequeños el poema visual Lúa, lúa, lúa, sol a base de dibujos rimados, y que se encuentra en de uno de los libros infantiles con más proyección. Tal y como ocurre en las escuelas infantiles y en las guarderías de poblaciones próximas como Viveiro o Burela, solo que en la casa-niño de Ourol se realiza todo en un ambiente algo más relajado y con atención personalizada. Es la principal ventaja de que en lugar de 12 o 15 bebés por aula tan solo haya 5.

«Como van quedar no rural?»

Las familias de los niños que se benefician de este servicio solo tienen que aportar pañales, toallitas y la comida, puesto que el servicio es gratuito. La mayoría trabajan en el sector terciario, ofreciendo servicios a los demás. «Ao final dá igual onde traballes porque, se non hai servizos que faciliten a conciliación, como vai quedar a xente a vivir no rural? Ao final tomar a decisión de mudarte a un sitio ou non vai depender dos servizos que teñas», reflexiona la mujer, que no comprende cómo se permitió el cierre de la escuela. «Ir a Viveiro está ben, queda cerca, pero non é o mesmo ir unha vez que ter que ir catro ao día», indica.

Balsa atiende con esmero a los cinco críos de lunes a viernes, salvo festivos, entre las diez de la mañana y las seis de la tarde. Lo hace en un piso muy luminoso en el centro de la capital municipal, que está situado a escasos 200 metros del solar donde se levanta el antiguo CEIP Vicente Casabella. El polvo acumulado en los pomos de la puerta de entrada, las telarañas en las persianas y dos carteles relacionados con las elecciones generales del 2016 dejan claro que hace mucho tiempo que ningún niño corretea por las aulas y las instalaciones de un centro de enseñanza público en el que se formaron varias generaciones de ouroleses. «Do colexio de Ourol saíu xente que fixo carreira. Os nenos saían del para facer a ESO e daban a talla coma calquera», destaca el alcalde, José Luis Pajón, cuya llegada a la alcaldía coincidió con una desaparición que achaca «a unha manobra» que cogió con el pie cambiado a un buen número de familias que querían que sus hijos estudiasen en Ourol, pero que acabaron por matricularlos en el CEIP Santa Rita de Galdo, en el municipio limítrofe de Viveiro.

Intentar que reabra el colegio

«O curso no que decidiron pechalo había oito nenos, que tampouco é unha cifra tan baixa para unha escola, pero se naquel momento tivesen esperado, no curso seguinte habería xa quince. O que ocorre é que a intención era pechalo porque os pais pedían un profesor máis e non llelo daban, así que os animaron a matricularse no de Galdo, polo que a Consellería puido xustificar que o cerraba porque non había nenos matriculados», añade el regidor, que asegura que intentará volver a abrir el colegio en cuanto las familias lo reclamen.

«De momento non nolo demandaron, pero sería unha vantaxe para todos, e os nenos pasarían moito menos tempo no transporte», subraya el regidor, que confiesa que se siente mal cuando acude a reuniones con otros alcaldes y tiene que explicar que en el concello que dirige no hay colegio, un servicio básico y elemental para el desarrollo social, económico y cultural de cualquier territorio. «Non sei que me dá dicir que non temos colexio», comenta, y agrega: «Perder servizos é fácil, pero recuperalos é complicado».

En cuanto al repunte de natalidad que vive Ourol, Pajón señala: «Por suposto que estamos contentos con que haxa nenos, pero, a pesar de todo, non se nivelan as cifras de mortes coas de nacementos. Falta moito para iso».