La falta de datos del teléfono del maquinista lastra la investigación del accidente de O Porriño

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

M.MORALEJO

Los investigadores no pueden descartar si el despiste se debió a una conversación telefónica, como en el caso Alvia

11 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Por qué el maquinista del tren Celta no hizo caso a la señal que le obligaba a reducir la velocidad a 30 por hora? Desgraciadamente, ni el conductor portugués ni el interventor que estaban aquel 9 de septiembre del 2016 en el convoy que descarriló a las puertas de la estación de O Porriño han sobrevivido al descarrilamiento para contarlo, al igual que las otras tres víctimas mortales. Así, la causa que provocó el eventual despiste sigue siendo un misterio. El problema añadido es que los investigadores, tanto los del ámbito judicial como los de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), no pudieron acceder al registro de llamadas del teléfono corporativo del maquinista portugués, el único que portaba, pues se descarta que tuviera un móvil particular.

Parece que hubo algún malentendido en la petición de datos a la compañía telefónica. Se solicitaron a la operadora española y no a la portuguesa, y cuando se quiso solventar el problema se había excedido el plazo legal en el que las compañías están obligadas a proporcionar los datos a las autoridades judiciales. Ahora la única opción pasaría por consultar a Comboios de Portugal si conserva algún dato de las llamadas que pueda servir para saber si el maquinista estaba en plena conversación telefónica cuando se acercaba a la señal de precaución -verde y amarilla- a una velocidad de 118 kilómetros por hora, sin adaptar su marcha al desvío ordenado por el ADIF, que lo obligaba a circular a 30 por hora.

En realidad no se trata de criminalizar a nadie ni manchar la memoria de una víctima, sino de descartar hipótesis. En los accidentes es relevante conocer las causas para después mejorar la seguridad ferroviaria, a menudo a través de las recomendaciones que establece la CIAF en sus informes finales sobre los sucesos que investiga.

En este caso todo apunta a que nunca se sabrá cuál fue la causa coadyuvante, según la jerga técnica. Y tal vez las circunstancias que propiciaron el accidente sean más prosaicas. Los investigadores creen que la rutina del viaje influyó en el accidente. El tren Celta no tiene parada en O Porriño y recorre la recta donde está la estación a la velocidad máxima de todo el recorrido: 120 kilómetros por hora. A esto se suma el hecho de que fuera un conductor foráneo y pudiera confundir la señal verde y amarilla con otra señal portuguesa muy similar que limita la velocidad a 100 por hora. Hay que recordar que el maquinista reconoció la señal pulsando un botón, pero no redujo la velocidad.

El desvío a una vía secundaria fue decretado por los responsables de Circulación del ADIF para comprobar si funcionaba correctamente un desvío que el día anterior había dado problemas, al no detectarse en el cantón la presencia de un tren. Aunque se trata de una maniobra habitual que algunos técnicos cuestionan, este hecho que rompió la rutina del maquinista parece que no tendrá sustancia penal suficiente para iniciar una acusación contra los técnicos del ADIF que tomaron esa decisión.

Indagan sobre la situación de una baliza y el análisis de riesgos del factor humano

Aunque de momento ni la investigación de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF) ni la judicial han encontrado una vía con sustancia jurídica para investigar posibles responsabilidades más allá del maquinista, las pesquisas sobre las circunstancias del accidente continúan un año y ocho meses después. La de la CIAF aún no ha finalizado, pero podría estar lista en verano. Se terminó la simulación del accidente, aunque todavía hay que hacer algunos retoques, y el informe final está en fase avanzada de elaboración. Será remitido a las partes -ADIF, Comboios, Renfe y las víctimas- para que puedan presentar alegaciones.

En principio no se ha detectado ningún fallo relevante ni en la infraestructura ni en la señalización ni en las medidas de seguridad en vía. No obstante, existe una discusión técnica sobre la situación de una baliza -poco antes del lugar del descarrilamiento-, que al parecer no cumpliría con las distancias estandarizadas, aunque en principio se descarta que tenga relación con el siniestro. También se pone el acento en la calidad del análisis de riesgos realizado con respecto al factor humano para prevenir supuestos errores como el que ocurrió en O Porriño.

Ni el ADIF ni Renfe presentaron aún sus respectivas investigaciones sobre el accidente en el juzgado.