«El anticonceptivo más duradero es la inseguridad económica»

Carlos Punzón
carlos punzón VIGO / LA VOZ

GALICIA

ANGEL MANSO

El sociólogo Antonio Izquierdo Escribano sostiene que los inmigrantes no vienen «porque Galicia no es una sociedad que atraiga y ofrezca oportunidades»

09 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Está convencido de que los modelos de los países que han reducido la desigualdad entre sexos son los que más ayudan y acompañan a la maternidad. Antonio Izquierdo Escribano (Madrid, 1950), sociólogo de formación, catedrático de Sociología en la Universidad de A Coruña y demógrafo de devoción, estima que es imprescindible la implicación de las empresas en el reto demográfico y sobre todo apuesta por favorecer la natalidad antes que optar por la inmigración como posible parche que no resultaría, advierte, si antes no se generan oportunidades vitales y de empleo.

-Desde 1982, el pico máximo de población de Galicia, hemos perdido 105.000 habitantes, ¿Era inevitable?

-Se puede ralentizar esa caída, pero la tendencia en toda Europa es a la disminución de la población por la vía natural y a la compensación por la inmigración. La población se adapta al entorno social, económico e institucional y ahora ese ambiente es de involución por la incertidumbre, la inseguridad económica creciente, de ruptura de carreras laborales y maritales, de individualismo... y con todo ello la fecundidad cae y la infecundidad crece.

-¿Y qué se podría haber hecho?

-Reducir la infecundidad voluntaria. Se sigue queriendo tener hijos, pero en Galicia se tienen 1,1. La fecundidad ideal y la real cada vez se separan más, porque las parejas retrasan tanto el primer hijo que al final no lo tienen.

-¿Es un problema de salarios?

-No lo creo. El problema es la inseguridad, porque el empleo público no ofrecerá grandes salarios, pero sí seguridad y la fecundidad en ese colectivo es mayor. Y por el contrario, el anticonceptivo más duradero es la inseguridad económica, laboral y social, la incertidumbre.

-¿El envejecimiento de la población sería una suerte de decadencia de una sociedad?

-No. Ahí tiene a Alemania, envejecida, pero con grandísimas universidades, buen tejido social, gran capacidad exportadora, un régimen federal que funciona y no generan inseguridad, o menos que el resto. Y suple la baja natalidad con un millón de inmigrantes.

-Entonces, una sociedad envejecida es una sociedad...

-Dependiente, intelectual, económica, tecnológica e institucionalmente... sin innovación, con mucha inercia y poca ruptura.

-¿Se hizo o hace algo efectivo para que haya en Galicia más de 19.000 nacimientos al año?

-No se ha hecho nada. Los poderes públicos piensan de elección en elección, y la demografía es una carrera de fondo en la que se ve venir y en la que se ve ir, y no puede estar al albur de cada cuatro años. Los nacimientos con la inmigración introducen creatividad e innovación. Las pirámides de las empresas están también muy envejecidas y lo que Galicia necesita es savia nueva, que viene de los nacimientos.

-E individualmente, ¿cómo nos comportamos ante la natalidad?

-Los hombres en Galicia no colaboran en la crianza, al contrario de lo que ocurre en los países nórdicos donde una mayor implicación genera equidad y la natalidad desciende menos.

-¿Se aprovecha realmente el potencial de la juventud?

-Galicia tira universitarios al mercado cuya formación no es directamente aplicable a la producción porque las empresas no necesitan el nivel de cualificación que estamos produciendo en la universidad. Las tasas de empleo y el nivel de estudios no está correlacionado en Galicia.

-¿Ve cobrando las pensiones a los hijos del «baby boom»?

-No veo un sistema de pensiones sólido porque no veo una estructura económica productiva sólida. Necesitamos cotizantes, no inmigrantes sin más.

-Pero hay que atraerlos si se quiere frenar el declive.

-Ya. Pero no vienen porque Galicia no es una sociedad que atraiga y ofrezca oportunidades. Si lo fuera, vendrían. Van donde hay esas oportunidades, no donde no las hay. La vía principal para atraerlos es crear empleo y eso depende básicamente de las empresas.

El País Vasco apuesta por la conciliación para que crezca su censo

Abre la vía a la flexibilidad laboral en las empresas, aunque dedica 67 millones al año al apoyo familiar

El Gobierno vasco ha llegado a una conclusión: la demografía no es un problema de ayudas económicas, sino del tiempo de las parejas para que estén en disposición de ser padres y de la igualdad de oportunidades entre sexos. Pese a ser la autonomía que más dinero público destina al fomento de la natalidad, 67 millones de euros al año, el cuarto plan autonómico de ayuda a las familias y a la infancia, que está a punto de ver la luz, pondrá todo el foco en la conciliación.

«Vemos fundamental la igualdad de género y acabar con la brecha salarial, porque la mujer es la que cobra menos y por tanto la que se ve más empujada a renunciar a su trabajo para criar a los niños», señala Ernesto Sainz-Lanchares, director general de Familia y Diversidad del Gobierno vasco. Campañas para que el hombre asuma trabajos del hogar y enseñarle a vivir su paternidad son algunos de los ejes que planea el ejecutivo del PNV, convencido de que esa formación de padres incidirá en una mayor natalidad y en una disminución a mayores de la violencia doméstica.

La fecundidad media de las vascas lleva cuatro años seguidos creciendo y con 1,39 hijos por mujer superan la media española y la gallega, pero aún así el Gobierno vasco consideran que el demográfico es su gran problema. La administración autonómica entrega a los padres cuando tienen un hijo 400 euros a los que ganan más de 30.000 euros anuales; 500 euros para los que no llegan a esa cantidad, y 900 a los que no superan los 20.000. Dicha suma se entrega en un único pago para los que tengan un hijo, pasará desde este año a tres para los que cuenten con un segundo y hasta siete anualidades para el tercero. Y la ayuda para la conciliación para quienes dejen de trabajar para cuidar de los hijos o reduzcan la jornada es una media de 3.000 euros -depende de los ingresos- y se aplica normalmente hasta los tres años. Una potente red de guarderías que cuesta 50 millones de euros anuales a las arcas públicas y tienen un copago de hasta el 20 %, son otras de las vías de apoyo a las familias con hijos.

La sensibilización a las empresas sobre la conciliación es la nueva vía en la trabaja la comunidad vasca, «porque esto no lo arregla el Gobierno», mantiene Sainz-Lanchares. El Ejecutivo autonómico pagó a un gabinete especializado para que asesorase a tres empresas en la aplicación de prácticas de conciliación corresponsable. El resultado positivo de ese plan piloto ha dado paso a la extensión del programa a otras 30 empresas en este segundo año. Un premio o un sello que certifique que una empresa permite la conciliación será el siguiente paso para que se visualice cuáles son las que favorecen la flexibilidad de horarios.

El Gobierno vasco apuesta además por equipar los permisos de paternidad con los de maternidad, y que estos no se disfruten al mismo tiempo, para que los padres tengan otro papel en la familia.