El Gobierno pretende que las autonomías asuman la rebaja de tasas universitarias

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

La Xunta no aplicará la gratuidad de la matrícula, tras al anuncio de Méndez de Vigo

29 may 2018 . Actualizado a las 12:40 h.

Las comunidades autónomas tienen competencia en materia de universidades. Competencia relativa. Pueden subir o bajar el precio de las matrículas, pero dentro de un límite que marca el Gobierno central. Hasta el año 2012 este límite se establecía en base al Índice de Precios al Consumo -es decir, cada autonomía tenía una horquilla de IPC más varios puntos para elevar las tasas- y tras ese año se dio mayor libertad, al determinarse que las comunidades podrían cobrar entre el 15 y el 25 % del coste real del curso académico. Esta semana, y con el objetivo de conseguir más apoyos para poder sacar adelante los Presupuestos generales del Estado (PGE), el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, anunció un cambio sustancial, ampliar esta horquilla del 0 al 25 % del coste real, es decir, permitir a las comunidades la gratuidad de la matrícula universitaria.

Esta medida que seguramente aplauden las familias llega como regalo envenenado a las autonomías. Y es que no habrá más fondos del Gobierno central, sino que cada comunidad, si quiere rebajar las tasas, lo hará a cargo de sus arcas públicas. Desde el Ministerio confirman que no tendrá «ningún impacto presupuestario» porque no es una obligación. Simplemente se da la opción a cada región, si sus cuentas lo permiten, de bajar la matrícula e incluso hacerla gratuita, «pero si quieren hacerlo, damos esa posibilidad», explican.

Galicia tiene las tasas de matrícula más bajas del Estado, así que la Consellería de Educación considera que el anuncio de Méndez de Vigo no le afecta. No tiene por lo tanto ninguna intención de rebajar la matrícula ni de hacerla gratuita. Mientras se imponía una subida del IPC más varios puntos, Galicia optó por el tramo más bajo, y a partir de ahí congeló los precios en el 15 % del coste real del curso, «polo que a comunidade non precisa de facer modificación dos mesmos». Lo que sí parece es que seguirá optando por congelar la matrícula el próximo curso, pese a no haber confirmación oficial. La Xunta apunta que esta puede ser una oportunidad para aquellas comunidades que tienen las tasas más elevadas, ya que tendrán libertad para reducirlas.

¿Y cuánto cuesta estudiar una carrera en Galicia? El precio medio por crédito en Galicia es de 11,89 euros, y un curso a tiempo completo de un grado son 60 créditos, es decir, unos 713 euros, una cifra que sube o baja en función del tipo de carrera, ya que las experimentales tienen un coste más alto, y las de humanidades o ciencias sociales más bajo. La media estatal es de 17,77, (1.066 euros el curso); mientras que Madrid, por ejemplo, con 25,94 euros por crédito en el 2016-17, supera los 1.500 euros de media por año académico.

Tras la decisión del Gobierno de adecuar las tasas al coste real de la enseñanza, algunas comunidades aumentaron significativamente las matrículas. Según un informe del Observatorio del Sistema Universitario del curso 2016/2017, Cataluña tiene los precios más caros, oscilando entre los 1.516 euros y los 2.372 en función del tipo de carrera; y Galicia los más bajos, al situarse entre los 591 y 836 euros por año académico. En la parte alta están también Madrid y Castilla y León, mientras que con Galicia apuestan por tasas más económicas Andalucía, que no establece diferencias en función de si el grado es experimental o no, Cantabria o Extremadura.

Aplicar la gratuidad de la universidad pública haría que estas instituciones dejasen de ingresar el importe que pagan las familias por este capítulo. En Galicia se trata de una cifra cercana a los 38 millones de euros: 18 en la Universidade de Santiago; 8,2 en la Universidade de Vigo; y menos de doce en la de A Coruña, porque en este caso el dato incluye también la matrícula de másteres y doctorados, a los que no se aplicaría esta rebaja. Casi 38 millones de euros que lógicamente debería compensar la Xunta a través del plan de financiación universitario.

La lectura contraria son los millones de euros que se ahorrarían las familias cuyos hijos van a la universidad, pero que no tendría una correlación en función de la capacidad económica de las familias, ya que los precios de matrícula son iguales para todos.

¿Y las becas?

El Ministerio de Educación es el encargado de conceder las becas universitarias, por lo que en función de los estudiantes que no pagan la matrícula por tener esta ayuda, el Gobierno central compensa a las universidades por los ingresos que no percibe. No es una cifra baladí, ya que en la USC, por ejemplo, 7.200 estudiantes no pagan la matrícula de sus carreras, el 32 % de los alumnos. En Vigo la proporción es similar, con 5.305 becarios de grado. Si la matrícula es gratis, el Ministerio de Educación debería habilitar algún tipo de compensación por las becas que se ahorra.

El Ministerio que ahora permite bajar el precio endureció las becas en el 2012

La propuesta del Gobierno de que las comunidades, si quieren, puedan rebajar la matrícula incluso hasta hacerla gratuita, reabre un viejo debate sobre si la universidad debe ser gratuita, como son otros servicios públicos. Y en este debate hay dos posturas, la de quien opina que quien puede pagar esta enseñanza debe abonar las tasas, que suponen el 15 % del coste real; y la de quien piensa que quien más tiene ya aporta más a través de los impuestos.

Pero fue precisamente el Gobierno central quien endureció los requisitos de las becas para las familias con menos recursos en la época del ministro Wert, subiendo la nota mínima para optar a estas ayudas, hasta el punto de que comunidades como la gallega habilitaron una línea de subvenciones para aquellos estudiantes que con los criterios anteriores tendrían beca, y la perdieron con los nuevos requisitos. Las tres universidades también tienen un programa para los estudiantes que no tenían beca pero que sufren causas imprevistas a lo largo del curso -fallecimiento o despido de un progenitor, por ejemplo-, para evitar que tengan que dejar los estudios por causas económicas.

Además de endurecer los requisitos, los retrasos en el pago de las becas por parte del Gobierno central provocan en las universidades impagos de los plazos de matrícula, porque muchos estudiantes que han solicitado una ayuda al Ministerio no abonan las tasas hasta que reciben el importe correspondiente.

17.500 becados en Galicia

En el año 2015, y según las estadísticas de la Administración central, en Galicia había unos 17.500 universitarios que no pagaban la matrícula de grado. La mayoría de ellos, además de estar exentos de este importe, también reciben ayudas compensatorias para los traslados o la estancia en otra ciudad. Por ejemplo, en la Universidade de Santiago hay unos siete mil becados haciendo un grado, y poco más de un millar tienen solo exención de matrícula, sino que la mayoría tienen ayuda para otros conceptos. El importe de las becas de matrícula del Ministerio superaba los once millones de euros en el año 2015, mientras que a nivel estatal esta cifra se acerca a los 260 millones.

«Con beca y todo, si no trabajara de árbitro yo no podría estudiar»

El pago en febrero obliga a los chavales a recurrir a empleos precarios, advierte

m. carneiro

En la cuenta corriente de David Pérez (Suiza, 1996) entran cada mes 450 euros, ganados con su trabajo de árbitro de la Federación Galega de Fútbol. Pita todos los fines de semana (con frecuencia, sábado y domingo, mañana y tarde) desde años antes de llegar a la universidad. «Con beca y todo, si no fuera por esto yo no podría estudiar en A Coruña. Estaría en Monforte, trabajando o haciendo cualquier cosa», explica el chaval, que está en 4.º de Socioloxía, hace prácticas en una consultora de políticas públicas y, a dos meses de acabar el curso, aún no ha recibido los últimos 1.000 euros de la beca del ministerio. Recibió 3.000, en febrero. Hasta ese mes fue tirando con la paga por arbitrar. «En mi clase casi todos los que tenemos beca trabajamos, en una tienda de ropa o en un Burger King, empleos precarios. Lo que pasa es que no está visibilizado. Si no, ¿cómo llegas a febrero?», pregunta. David no pide dinero en casa desde que tiene 14 años, comparte piso en un barrio de aluvión y desliza algo sobre «permitirme un capricho». ¿Qué es un capricho? «Salir un jueves. O tener un sábado libre al año, quedarme en A Coruña y que vengan a verme mis amigos de Monforte. Esos son caprichos».

Ana Garcia

«Permíteme ser independente e liberar a meus pais de gastos»

«Este tipo de axudas non son incompatibles con outras, como as do Erasmus»

Toni Longueira

Nerea Costa Iglesias (Carballo, 1996) cursa cuarto de Periodismo en Santiago. Y siempre obtuvo una beca gracias a un expediente espectacular. A sus 21 años, recibe una ayuda anual, que tiene una parte fija de 1.500 euros y otra variable, de unos 1.000, fraccionados en dos pagos. «Teño a matrícula gratuíta e esta beca permíteme vivir con comodidade, ser máis independente, dáme estabilidade e libero a meus pais de gastos, aínda que sempre me axudan». Nerea Costa siempre residió en Santiago, y gracias a este apoyo económico puede pagar el alquiler del piso «e afrontar outros gastos, como auga, luz e comida». Y añadió: «Organízome moi ben e non teño problema».

Además, según ella, esta beca que percibe cada año desde el curso 2014-2015 «non é incompatible con outro tipo de axudas que podes recibir, como as do Erasmus. Por iso é tan boa para os estudantes». También dejó claro que influye el expediente académico: «Tes que ter un expediente académico cun 6,5 de mínima e ter aprobados cada curso un mínimo de créditos se queres renovar a bolsa cada ano».

maria hermida

«El año sin beca fue terrible, casi lo dejo y me pongo a trabajar»

Por dos décimas en la fase general de la selectividad, no tuvo ayuda el curso pasado

maría hermida

Samuel Rodríguez, natural de Tui y estudiante de Bellas Artes en Pontevedra, suspira cuando se le pregunta si tener una beca es importante: «¿Importante? Es casi imprescindible». Luego cuenta lo que le sucedió el año pasado, cuando entró en la universidad. «Saqué un 5,48 en la fase general de la selectividad y, aunque luego en la específica llegué al 9, no me valió. Tenía que tener un 5,50 en la general para que me dieran la beca... así que me quedé sin ella». Se planteó no comenzar la carrera, pero su familia -son tres hermanos y solo el padre trabaja fuera de casa- le acabó apoyando. Tuvo que instalarse en Pontevedra porque el coste de ir y venir todos los días a casa era inasumible. «El año sin beca fue terrible, casi lo dejo a mitad de curso y me pongo a trabajar, porque en mi casa costó mucho. No pasamos penurias, pero somos una familia humilde. Duele pensar que no lograste esas décimas y duele que te lo recuerden, lógicamente», indica.

Acabó el curso, sacó buenas notas y este año tiene beca. «Me dieron 4.000 euros y ya no dependo de la familia, con eso vivo en Pontevedra y compro material, porque en esta carrera tenemos que comprar cosas todas las semanas», explica.

«Se non tivese bolsa case seguro que tería que ter traballado»

Recibió ayuda económica en los cuatro años de grado, aunque importes diferentes

Marta López

Estefanía Mourelle cursa el cuarto curso del Grado en Educación Infantil en A Coruña. Aunque este año va y viene a su casa de San Cremenzo, en Zas, los tres restantes residió en la ciudad, con todos los gastos que ello conlleva. A lo largo de toda la carrera recibió ayudas por parte del Ministerio de Educación, aunque por conceptos diferentes: o bien la matrícula, residencia o una parte económica. Solo en segundo y tercero recibió el paquete completo. «Xa só a matrícula -591 euros- é un gasto significativo, polo que estas bolsas axudan moito», considera. De hecho va más allá y afirma que si no hubiese tenido beca «case seguro que tería que ter traballado ao longo da carreira».

De sus alrededor de 120 compañeros de promoción, indica que algunos ni siquiera la piden, ya que «pola súa situación económica xa saben que non llela van dar», pero el que más o el que menos siempre prueba, por el descanso económico que supone para sus familias. Además, también hay una ayuda específica para moverse en el transporte urbano coruñés, aunque en su caso nunca llegaron a concedérsela. De todos modos, solo en primero vivió lejos de la facultad, el resto de la carrera pudo moverse caminando.