Así se vive el invierno en un hotel gallego situado a 1.800 metros de altura

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

GALICIA

MARÍA COBAS

«La comida tengo que traerla yo en el todoterreno, que si no, no llega», asegura el gerente del hotel más alto de Galicia

18 mar 2018 . Actualizado a las 19:04 h.

«Prohibido el paso a camiones y vehículos articulados. Los turismos deben llevar cadenas o ruedas de invierno» es la frase que suele acompañar el parte de la Dirección General de Tráfico en referencia a la OU-122 en los días de temporal de nieve. Es la carretera de acceso a Fonte da Cova, puerto de montaña de acceso a la peña Trevinca, y, claro, a 1.800 metros de altura suele nevar. Y mucho. Así que el tráfico es muchas veces complicado. Pero aunque nieve bastante, la vida no se para. Lo sabe bien Antonio Rodríguez, que a finales del 2014 se hizo con la concesión del hotel que lleva el mismo nombre del puerto, en el concello ourensano de Carballeda de Valdeorras.

El viernes, la nieve provocó algunos problemas en la carretera, aunque a mediodía estaba limpia (hacía apenas media hora de la última vez que había pasado el quitanieves). Solo presentaba algunos restos en el tramo final, justo a la entrada del hotel. No es que hubiese nevado más, es que la ventisca movía la nieve a su antojo, cubriendo con ella la calzada o haciendo desaparecer las huellas en apenas unos minutos. Y aun así Rodríguez decía que el día era miel.

En el restaurante a las tres de la tarde ya no quedaba gente. El hostelero explicaba que los comensales (en buena parte trabajadores relacionados con las canteras de pizarra que hay a lo largo de la carretera) llegan entre semana alrededor de la una. Así que la pequeña zona de aparcamiento a pie de carretera que había sido limpiada estaba prácticamente libre. Solo había un todoterreno, el coche del propio gerente, que utiliza para llegar él mismo... y llevar la compra. «Con nieve aquí no llegan los proveedores, la comida ni ninguna otra cosa, lo traigo todo de abajo en el todoterreno y después lo voy descargando hasta el hotel», señalaba. Lo de aparcar en la puerta durante la temporada de nieve se antoja complicado la mayoría de los días. Hay un trecho de unos 20 metros, que se hacen bien cuando se va de turista, pero se vuelve pesado si uno lleva carga.

Los fines de semana, la mayoría de los que optan por acercarse al hotel más alto de Galicia son turistas que quieren disfrutar de la montaña. «Viene mucha gente de Vigo y Pontevedra para hacer las rutas por Trevinca», explicaba. Suelen ser aficionados que saben que a la montaña no se puede ir en chanclas ni en agosto. A los pies de Trevinca las noches son frías, incluso en verano. En invierno mucho más, claro. A cambio, las vistas de la montañas y la tranquilidad. Como señala el lema del propio hotel: «Es el lugar en el que se escucha el silencio».

Un doble sistema de calefacción con gasoil y pellets sirve para calentar las instalaciones (en el comedor, por su parte, hay estufas de leña). «Las habitaciones las tengo siempre preparadas por si viene gente, están a un mínimo para que, si llega alguien por la puerta, en apenas una hora puedan estar perfectas para entrar», señalaba el hostelero. Y tratando de entrar en la zona de alojamiento, le tocaba apartar más nieve de la puerta y después soplar en la cerradura. «A veces hay que descongelarla», explicaba mientras trataba de librarse de la escarcha que le impedía el paso a la llave.

Contaba entonces que los inviernos son muy duros en la zona. «Sobre todo cuando hay ventisca, que se cuela el frío por todos lados», señalaba. Precisamente la ventisca le obligó a cancelar reservas este invierno: «En enero y en febrero tuve que llamar a la gente y anular las reservas, porque con el temporal no se podía salir y no me gusta engañar a la gente, que se haga tres horas de coche y después tenga que estar aquí encerrada».