El refugio perfecto más allá de la «raia»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

GALICIA

RAMON LEIRO

El desvío de dinero de la droga para invertir más allá del Miño sigue siendo una realidad tras más de 40 años

17 mar 2018 . Actualizado a las 12:54 h.

Portugal fue para los contrabandistas gallegos, y lo sigue siendo para los narcotraficantes actuales, el mismo santuario que Panamá para los mandamases de los carteles colombianos antes de caer en desgracia: un refugio perfecto al otro lado de la raia para esconderse de la Justicia española. También era, más que es, una tierra de oportunidades para estos individuos que lavaron parte sus obscenas fortunas en forma de inversiones y haciéndose pasar por honrados empresarios. El popular Vicente Otero, Terito, uno de los primeros grandes contrabandistas gallegos, ya se escondió en Portugal mientras decidía si atender a la orden de busca y captura dictada en 1990 por un joven Baltasar Garzón. El caso de Terito sirvió de ejemplo a otros muchos compañeros de negocio que, a su vez, sirvieron de espejo para los narcos que estaban por llegar. Incluso Ricardo Portabales, testigo protegido de la operación Nécora, sigue después de 27 años residiendo en el país vecino con escapadas esporádicas a Pontevedra.

Rafael Bugallo, «O Mulo»

Paso previo a su caída. De la vieja guardia. Empezó de lanchero para grandes jefes de la mafia como Sito Miñanco y acabó siendo la cabeza pensante de su propia organización. Antes de caer en desgracia (en enero fue condenado a ocho años y medio de cárcel por un alijo frustrado de 3,6 toneladas de coca), uso Portugal para que no le echaran el guante. Perseguido judicialmente por orden del juez Taín, y ya en suelo luso, se le atribuyen dos descargas más de droga. En el 2006, con la policía pisándole los talones, pasó a Tui para encontrarse con alguien y casi acaba entre rejas. Vigilancia Aduanera, en el 2008, lo cazó con las manos en la masa regresando de Cabo Verde.

José Ramiro Vázquez Roma

Astillero propio en Portugal. Este vecino de Cambados, que antes de meterse en el negocio de la fariña era marinero y con el tiempo prosperó gracias a las embarcaciones náuticas, es otro claro ejemplo de cómo usar el país vecino ya no solo para descargar la droga, también para organizar hasta el más mínimo detalle de cada alijo. José Ramiro Vázquez Roma, líder del clan Roma, tenía en Viana do Castelo su propio astillero. Allí se construyeron dos lanchas diseñadas para volar sobre el agua y transportar y descargar 2.500 kilos de perico en las Rías Baixas. La operación fue tutelada en España pero contó con la colaboración de la Policía Judiciaria lusa. Dicha investigación situó a este cambadés en contactos con los hermanos Saín Salazar, una organización colombiana que en ese momento copaba buena parte del mercado en su país. La detención de este individuo, por la discreta forma que tenía de gestionar la parte ilícita de su negocio, sorprendió a sus propios vecinos, igual que el patrimonio que escondía.

LUCIANO NÚÑEZ, «NANO»

El último fugado. Otro arousano que decidió poner tierra de por medio para escapar de la Justicia. Luciano Núñez García, Nano, fue detenido en el aeropuerto de Oporto el pasado mes de diciembre por agentes portugueses a pesar del cambio de aspecto al que se había sometido. Estaba desde hacía meses en busca y captura por orden de la Audiencia Nacional y se le atribuye ser la presunta cabeza pensante de una organización que movía coca por diferentes regiones de España. Núñez fue considerado el cerebro de un grupo de supuestos narcos implicado en el transporte de 3.000 kilos de cocaína intervenidos en el velero Non Stop, interceptado por un patrullero de la Armada en las proximidades de las islas Azores en junio del 2005.

JOSEFA CHARLÍN

Desde la distancia. El encarcelamiento de su padre la situó al frente de la organización familiar. Y todo ello, según investigaciones policiales, lo hacía desde Portugal. Estuvo huida durante siete años, pero en 2001 fue extraditada por el país vecino a raíz de una orden internacional de busca y captura dictada contra ella. Hasta su detención, la hija mayor de Manuel Charlín Gama, fue buscada de manera insistente, pero sin resultados satisfactorios, al otro lado del Miño.

MARCIAL DORADO Baúlde

Patrimonio perdido. Este arousano, en la actualidad cumpliendo condena por su implicación en delito de narcotráfico, perdió, además de su mansión en A Illa de Arousa, una espectacular propiedad de viñedos con bodega incluida y ubicada muy cerca del Miño en la que embotellaba 70.000 botellas al año.

La policía lusa, a diferencia de la española, instruye judicialmente las investigaciones

Un mismo objetivo y diferentes formas alcanzarlo. La Policía Judiciaria lusa es la encargada, en gran medida, de hacer frente a los narcos de su país contando en numerosas ocasiones, y desde hace décadas, con la colaboración de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Detallan en el instituto armado que la gran diferencia radica en que los inspectores de la Policía Judiciaria depende del Ministerio de Justicia, y no de Interior, por lo que tienen potestad para instruir judicialmente las mismas causas que investigan. «Por encima de ellos, en cada proceso, siempre hay un juez, pero con un papel menos implícito que en España y dando libertad para trabajar a los inspectores. Esto se traduce en menos burocracia en la instrucción y en mayores facilidades para poder, por ejemplo, intervenir el teléfono de un sospechoso. Su sistema es mucho menos garantista que el nuestro», exponen en la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.

En lo que coinciden todas las fuentes consultadas es en la gran profesionalidad de la Policía Judiciaria, y en la elevada calidad técnica de sus informes. «Nos consta que cuando llegan a juzgados de Galicia o del resto de España son muy valorados», expone el secretario de la Fundación Galega contra o Narcotráfico, Fernando Alonso, que añade sobre las diferentes formas de investigar entre un país y otro: «En Portugal se liberan de mucho papeleo al instruir la causa la policía. Y eso se nota mucho, por ejemplo al solicitar el balizamiento de un coche o un pinchazo telefónico. Es un sistema mucho menos garantista y no tiene que acatar condiciones leoninas de ningún juzgado para avanzar en su trabajo».