4.000 metros de secretos navales

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

GALICIA

Restos del pecio de la fragata A Madalena en la que murieron más de medio millar de personas
Restos del pecio de la fragata A Madalena en la que murieron más de medio millar de personas José Pardo

Los restos del mayor naufragio de la historia de España se pueden tocar en Ferrol, en un museo dedicado a la construcción de barcos repleto de faros y motores con historia

16 mar 2018 . Actualizado a las 08:38 h.

Hace diez años que una antigua e imponente fragua -el edificio que albergaba desde 1765 las herrerías para construcción de barcos en Ferrol- se convirtió en una gran fortaleza repleta de secretos navales: más de 4.000 metros con elementos únicos que se pueden tocar y ver en acción. Es entrar por la puerta y toparse con una huella gigante del peor naufragio de la historia nacional: el de la fragata Magdalena en la que se ahogaron más de medio millar de personas no muy lejos del lugar en el que ahora se pueden palpar las maderas recuperadas del casco. Solo ocho supervivientes pudieron nadar hasta la playa de Covas, en Viveiro, aunque allí mismo murieron cinco mientras los vecinos trataban de ayudarles.

«El barco formaba parte de una flotilla y comenzó a tener problemas en una zona arenosa, hasta se enredaron los mástiles de dos buques y tuvieron que liberarlos a machete, pero aún así fue de las peores tragedias del mar», cuenta Tono Loureiro, uno de los conservadores de un espacio que encandila a los visitantes que llegan en cruceros internacionales. Es quedarse mirando los clavos retorcidos del pecio e imaginar la tragedia de una fragata que se construyó en Ferrol mismo, en los Reales Astilleros de Esteiro en 1773.

«Todas estas piezas dan para contar infinidad de cosas que les gustan mucho a los visitantes, es como una sesión de historia», explica Loureiro poco después de relatar, agarrado a los restos de un naufragio, que generó una nueva norma a bordo: «La tragedia fue dura, pero entre las víctimas se encontró a un capitán de navío, Blas de Salcedo, abrazado a su hijo, que era guardiamarina, y desde entonces no se permite que en el mismo barco naveguen juntos padres e hijos, porque la conmoción fue total».

En Exponav se puede constatar cuánta sangre se cobró el afán por navegar, a pesar de los pocos medios de hace siglos. «Hay antiguas talladoras, pero también piezas curiosas como los motores navales que se construían en Noia y se llamaban Aión (Noia al revés)», va enumerando el director gerente, José María Cardona, muy ilusionado con un espacio que en pocos meses contará con un área reservada a la historia de los astilleros de ribera. En ese espacio ya aguardan los martillos de diez kilos con los que los obreros remachaban a mano sin ropa de seguridad y encaramados en altísimas gradas. Formarán parte de una muestra que compone Sonia Engroba, que ya organizó el museo del Peregrino en Santiago. No hay que esperar al verano, cuando se prevé que esté listo este nuevo espacio, para ver las primeras soldaduras que se utilizaron en Galicia, pues forman parte de una exposición permanente que se nutre continuamente con maquetas de barcos y nuevos elementos, buscados o donados por entidades.

Faros a gas y únicos

Hace poco menos de dos años llegó la primera talladora que se usó en el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo y que se utilizaba hasta finales del siglo XX para reproducir en madera y a escala los buques que se iban a probar en el canal. También es una pieza única en España, como los autómatas en los que los visitantes pueden aprender qué es un buque viga o el espacio reservado a los faros. Hay joyas como el de punta Candieira, que funcionaba a gas porque no había corriente en la zona, o el de Estaca de Bares, que en los años 50 supuso un desembolso de 100 millones de pesetas y fue uno de los más modernos de la época. Con todos se sirve un nuevo episodio de historia naval: «El de Estaca de Bares tiene sus cristales originales a pesar de que estaban enterrados en la arena, pero precisamente por eso se conservaron en buen estado», precisa el responsable de una entidad en la que la memoria tiene mucha importancia. «Por número y características de piezas este es un museo único en España y de los pocos del mundo, pero nos interesa seguir mimando el hilo conductor, porque aquí contamos la historia de la construcción naval, que es la historia del mar y de Galicia».