Galicia se reivindica en el mir y el fir

t. montero / d. cela SANTIAGO, LUGO / LA VOZ

GALICIA

Los números dos y cuatro en el examen para especialidad médica y el quinto para farmacia estudiaron en la USC

07 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Me dijeron mis compañeros la nota que tenía, que yo ni idea». Rubén Iglesias se enteró el lunes a última hora, después de la filtración de las notas, de que había quedado en quinta posición. Era la quinta mejor nota de España en el examen de farmacéuticos internos residentes. «Me puse nervioso, muy nervioso. Me salió ponerme nervioso y ya está», dice al otro lado del teléfono con una voz que no esconde la alegría. Rubén Iglesias, que ha llegado a estudiar trece horas diarias para el examen, es de Vigo. Hizo la secundaria en el colegio Losada y después entró en Farmacia en la Universidade de Santiago. Ahora, después de meses de tener la vida en pausa para prepararse al examen, ¿qué? Lo primero, descansar. Y barajar las opciones que tiene a su disposición para hacer la residencia. «La tierra tira», reconoce, pero todavía no sabe qué escogerá.

Quien seguramente deje Galicia durante unos años es Lucía Rodríguez Rodríguez, la número cuatro de España en el examen de mir (médico interno residente). La que más le atrae es la especialidad de anestesia, pero todavía le queda alguna duda. «He vivido aquí siempre y tengo ganas de, por unos años, salir, estar en otro sitio, tener otras experiencias». Su familia está en Galicia, así que lo más probable es que antes o después acabe volviendo.

Lucía, la única mujer entre los cinco mejores en este examen mir, sabe qué especialidad coger. Quien no lo sabe aún con certeza es Miguel Villamarín, que ha obtenido la segunda mejor nota de España. Tiene claro que quiere salir de Galicia y que se inclinará por una especialidad médica, no quirúrgica. Medicina interna y uci figuran entre sus favoritas, y Madrid, Barcelona y Sevilla entre las ciudades con hospitales que le interesan. ¿La suerte? Que podrá escoger. Y por eso dice sentirse un privilegiado.

Miguel Villamarín decidió estudiar Medicina cuando cursaba bachillerato en el colegio Galén, de Lugo. «No era algo que me gustara de pequeño o que supusiera tradición familiar, porque en la familia más cercana no hay ningún médico». Después de la selectividad eligió Medicina y, como segunda opción, «por poner algo», Farmacia. «Me gustaban las ciencias de la salud y la Medicina me interesaba porque me llamaba la atención el cuerpo humano. El gusto realmente lo adquieres a medida que vas conociendo, estudiando». Villamarín, con 26 años cumplidos en febrero, admite que fue duro llegar hasta aquí. «Medicina es una carrera larga, de seis años, en los que hay momentos mejores y no tan buenos. Es asumible, eso sí, con esfuerzo y sacrificando el ocio. No quiero desanimar a nadie, porque la carrera es muy bonita y realmente es compatible con la vida».

La clave es el esfuerzo. «Es algo progresivo», explica Rubén Iglesias. Primero unos meses de academia, después a casa y, al final, un último esprint. «Lo más importante es estar bien mentalmente y no tener problemas personales», dice. Nada que distraiga de ese examen. «En general, creo que lo llevé mejor de lo que esperaba», dice Lucía. Porque la academia ayuda a organizarse. «Pero hubo momentos de más agobio hacia el final y poca vida social, claro». Rubén coincide: «No necesitas una mente especial: es estudiar y sobre todo organizarte bien».

«Las estimaciones ya me daban muy bien», dice Lucía Rodríguez. Pero «los primeros puestos, por muy preparado que estés, son suerte», porque apenas dos preguntas marcan la diferencia.

La humildad aparece también en Rubén Iglesias, que dice: «No tengo una capacidad especial». Él también vio en sus correcciones que había tenido buena nota. «Ahí fue cuando me puse contento, después ya era saber en qué número quedaba, y eso está guay», explica el joven vigués. «Mi ventaja creo que fue que mentalmente estaba bien. Y que estudiaba solo».