El Sergas busca fórmulas para paliar la falta de médicos y la precariedad

elisa álvarez / sara carreira SANTIAGO, REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

Pidió al ministerio un 50% más de pediatras en las plazas mir del próximo año

03 mar 2018 . Actualizado a las 14:27 h.

El Sergas admite que existe una preocupante falta de médicos en Galicia, y reconoce que hay que buscar varias vías para paliar este déficit. Baraja para atajarlo diferentes líneas, desde el aumento de la edad de jubilación hasta el incremento de las plazas mir en la comunidad autónoma.

Medicina de familia y sobre todo pediatría son dos de las especialidades más críticas, y ahí la Xunta se ha puesto las pilas. En estos momentos Galicia tiene acreditadas solo veinte plazas en toda la comunidad para formar a pediatras. Es decir, una vez que se realiza el examen mir a nivel estatal, los hospitales gallegos solo pueden atraer a veinte candidatos de pediatría para formarlos durante los siguientes cuatro años. El Sergas ya ha pedido al Ministerio de Sanidad elevar un 50 % esta cifra, tras analizar la capacidad de los servicios de pediatría para preparar y formar a residentes. Aunque esta capacidad está en unas treinta plazas, la Consellería estima que el número final estará entre los 26 y 30 puestos en el próximo mir, lo que supone preparar cada año a entre seis y diez pediatras más. En la actualidad hay en Galicia un pediatra por cada 924 niños de hasta 14 años, aunque con fluctuaciones importantes (de los 793 de Ferrol a los 1.014 de Pontevedra-O Salnés); la asociación de médicos de familia Semergen considera que la ratio ideal es de 900 niños por especialista.

Las mismas carencias en la atención ocurren con medicina de familia, que en la actualidad tiene un máximo de 98 plazas anuales en Galicia, y en donde también se ha solicitado incrementar la capacidad para formar a más especialistas. Para la asociación Asmig (interinos) ha habido una «galopante pérdida de recursos humanos de la sanidad pública». Aunque, según datos del Ministerio de Sanidad, en Galicia hay un médico de primaria por cada 1.272 cartillas, en las zonas más pobladas estas cifras se disparan hasta los 1.400 usuarios asignados. Semergen propone que la ratio no supere los 1.300.

Un médico de cabecera está cuatro años en el sistema para formarse como tal: dos en centros de salud y otros dos en hospitales. Los diez años que supone hacerse médico en España -seis de carrera y cuatro de mir como mínimo- conllevan una inversión de 300.000 euros por alumno, pagados en su práctica totalidad con los impuestos. Por parte de los estudiantes implica también un enorme esfuerzo ya desde la entrada en la facultad, puesto que tienen las notas de corte más altas de la universidad. De ahí que, una vez con el título de especialista bajo el brazo, el médico exige unas mínimas condiciones laborales.

Por eso, de nada sirve tener a estos especialistas en plantilla si no se les ofrecen unas mínimas condiciones. De no ser así, se acaban yendo por la precariedad de la comunidad. En este sentido, desde el Sergas se buscan fórmulas legales que den cobertura a los profesionales que terminan la residencia, aunque la Xunta defiende que ya se han dado muchos pasos para dar estabilidad a los facultativos.

Denuncian que los hospitales absorbieron los presupuestos de atención primaria

Los colegios de médicos gallegos denuncian que la unificación de las gerencias ha sido uno de los detonantes de la mala situación de la atención primaria. Explican que antes los servicios de atención primaria tenían un presupuesto propio, escaso y siempre insuficiente, pero que servía para atender las cuestiones más urgentes. Sin embargo, al unificar ambas gerencias (primaria y especialidades), el servicio que se considera «la puerta de entrada del ciudadano al sistema sanitario» se ha quedado sin margen de maniobra, sin dinero propio.

Manuel Rodríguez Piñeiro, vicepresidente del Colegio Médico de Pontevedra, cree que su provincia es una de las más afectadas por la falta de facultativos en la medicina familiar: «La Administración habla de ratios medias, pero no es lo mismo Covelo que Vigo, donde hay una enorme falta de médicos».

Sanidade celebra en noviembre las oposiciones para 241 plazas de medicina familiar

El 25 de noviembre tendrán lugar las próximas oposiciones para convertir en funcionarios gallegos a 241 médicos de familia. Así lo anunció ayer el conselleiro de Sanidad, Jesús Vázquez Almuíña, en Pontevedra. El máximo responsable del Sergas acudía al Hospital Montecelo a un acto de despedida al personal jubilado adscrito a la gerencia de Pontevedra-O Salnés. Allí explicó que el examen oposición, a petición del Ministerio de Sanidad, se celebrará «de acuerdo» con otras seis comunidades autónomas, para «coordinarnos adecuadamente». Estas comunidades son Andalucía, Castilla y León, Baleares, Aragón, Murcia y, «posiblemente, alguna más del norte de España», detalló el titular de Sanidade. «El ministerio nos lo ha pedido y entendemos que es importante», añadió.

La oferta laboral, que Sanidade asegura estar «negociando con los sindicatos», supone un esfuerzo «muy importante» para la Administración autonómica, que se marca como objetivo «estabilizar» las plantillas de primaria.

Los colegios profesionales: «Tener más especialistas no es suficiente si no somos capaces de que se queden»

El Consello Galego de Colexios Médicos lo tiene claro: la precaria situación de la atención primaria -y de algunas otras especialidades médicas- tiene solución, pero exige voluntad y dinero. José Luis Jiménez, presidente del colegio ourensano y del Consello, explica que son tres las medidas que exigen del Sergas: «Necesitamos que se convoquen más plazas de mir para pediatría y médicos de familia, que se mejoren los contratos de los jóvenes que se incorporan al sistema y que se flexibilice y reorganice su funcionamiento».

Lo primero es sencillo y va en la línea que baraja el propio Sergas: más plazas mir. «En toda España se han reducido las plazas mir -explica Jiménez-, pero en Galicia esta reducción fue mucho mayor que la media española». Por eso, es necesario aumentarlas de forma sostenida durante los próximos años para que, a medio plazo, se recuperen las ratios de médicos y pacientes anteriores a la crisis. Y un aspecto no menor: «Si va a haber más alumnos mir habrá que cuidar a los tutores, porque hoy ser tutor no te compensa. No ya por el dinero, sino por lo que se refleja en tu carrera», recalca el presidente de los médicos de Ourense, que sabe de lo que habla porque él lo es: «El interno no se convierte en tu hijo, pero casi», dice con humor.

El segundo punto que exigen los médicos gallegos es retener a los nuevos facultativos que se incorporan al sistema, especialmente en primaria. En este sentido, los colegios médicos apuestan por lo que denominan «contrato en continuidad», es decir, que cada mir que termine en Galicia tenga entre 6 y 12 meses de empleo garantizado en la comunidad. «Pueden tener movilidad -comenta Jiménez-, es normal que la gente joven sea la que se mueva, pero sabiendo que tienen un contrato estable». Esto supone, por ejemplo, poder coger vacaciones, y que esos días libres estén previstos en la organización general. Jiménez cree que este sistema de estabilidad no tiene un alto coste económico, aunque por supuesto supondrá algo, y no comparte las dudas de la Administración: «Nos dicen que hay un problema técnico, porque un médico de primaria depende retributivamente de un centro de salud concreto, pero eso tiene que poder solucionarse».

Finalmente, la tercera pata de la propuesta de los médicos es más complicada, y no solo por el desembolso económico: «Si somos pocos y no nos da tiempo a atender a los pacientes, pero no podemos ser más, lo único que nos queda es prolongar la jornada», ejemplifica José Luis Jiménez. Esto supone que centros de salud y hospitales funcionen con normalidad por las tardes, atendiendo consultas y realizando pruebas. Ante la pregunta de si plantear algo semejante no supondrá un enfrentamiento con diferentes colectivos, Jiménez asiente: «Nada es fácil, y no a todo el mundo le va a gustar, pero hay que hablar. Lo que pasa es que falta coraje político para hacer lo que se necesita, pero no queda otro remedio».