José Antonio Morala: «Nos llegan niños de 8 y 10 años que en algunos casos hasta empiezan a pegar»

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

ANGEL MANSO

El responsable en Galicia de la Fundación Amigó destaca que «existe un incremento de la violencia ejercida por los hijos adolescentes hacia sus padres sin distinción de clases ni de sexos»

23 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Desde el 2004 empieza a haber un movimiento de violencia filioparental, van llegando noticias de bastantes casos y eso ha ido progresando de manera alarmante hasta llegar a un nivel alto, con más de 200 casos en Galicia de familias que han denunciado a sus hijos». Así resume la evolución de la violencia filioparental José Antonio Morala Salamanca (León, 1967), director del proyecto Conviviendo que la Fundación Amigó puso en marcha en mayo del año pasado en A Coruña y que el día 29 contará con otra sede en Vigo (en la calle Purificación Saavedra, 15). Diplomado en Trabajo Social y licenciado en Matemáticas, destaca que «existe un incremento de la violencia ejercida por los hijos adolescentes hacia sus padres sin distinción de clases ni de sexos».

-¿Por qué ocurre esto?

-Es un problema social y por ello requiere una respuesta social. Toda una generación de adolescentes interiorizan que con la violencia pueden conseguir privilegios u obtener algo que, generalmente, es material. Tienen esa sensación de que por la violencia pueden conseguir las cosas.

-¿Qué proceso siguen para revertir esas situaciones?

-En la primera entrevista escuchamos a la familia y, si podemos, al adolescente o, mejor dicho, a los niños, porque nos llegan con 8, 10 y 11 años. A esas edades ya empiezan a ser rebeldes, quieren imponer sus propios criterios y algunos empiezan a pegar a sus padres. En las primeras entrevistas tratamos de definir el caso y luego concretar los objetivos.

-¿Y las soluciones?

-Son distintas, como apoyo psicológico, intervención socio-educativa con los menores o con la familia, o mediación, en la que vamos llegando a pequeños acuerdos entre unos y otros. También hacemos actividades grupales con talleres dedicados a saber controlar los impulsos, la ira o la violencia, a enseñar comunicación emocional o a poner límites a los menores. Intentamos así favorecer la convivencia familiar, que baje el nivel de conflictividad, y erradicar los modelos violentos.

-¿Desde cuándo funciona este programa?

-Este proyecto de la Fundación Amigó nació en Madrid en el 2005. Desde entonces hemos trabajado con más de mil familias para conseguir que las partes implicadas asuman sus responsabilidades y retomen el vínculo. El proyecto se ha ido desarrollando en distintas ciudades, como Bilbao, Torrelavega y A Coruña, donde empezamos en mayo del año pasado y hemos atendido a 18 familias, 46 usuarios. Otras diez nos han pedido información. Y ahora vamos a empezar en Vigo con este recurso gratuito que cuenta con el apoyo del Fondo Social Europeo y de la Xunta.

-¿Hacen labor de prevención?

-Todas las semanas tenemos alguna charla en algún colegio que nos la pide, desde el centro o desde las AMPA. Están encaminadas a la prevención, a enseñar la regulación de las emociones y de la agresividad. Con esta labor hemos llegado a casi 600 alumnos y con ellas los mismos centros pueden identificar a las familias en las que hay problemas y derivárnoslas.

-¿Hay momentos del año en los que se da una mayor incidencia de este problema?

-El nivel de denuncias aumenta en los momentos en los que se incrementan las relaciones dentro de las familias, como es durante las Navidades, las vacaciones o cuando los hijos no están en la escuela.