El Chicle: «Me chocó ver dos coches detrás de mí. ¿Qué pasa? No estoy metido en nada»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

GALICIA

CARMELA QUEIJEIRO

El sumario recoge las declaraciones que José Enrique Abuín Gey hizo a la Guardia Civil para despistar. Esta es la reconstrucción de las últimas horas de Diana Quer

17 ene 2018 . Actualizado a las 10:58 h.

24 de noviembre del 2016. Diana Quer desapareció hace tres meses y su móvil ya se encontró enfangado en una banco marisquero de Rianxo. El ahora autor confeso del crimen, pero en ese momento sospechoso, se pone él solo en el disparadero. José Enrique Abuín Gey localiza a dos contactos de la Guardia Civil para decirles: «Mira, había dos o tres coches siguiéndome. El otro día era un Qashqai gris, gris tirando a negro, o algo así. Al día siguiente ya vi un Renault Laguna familiar». Así empieza una «charla informal» que, como explicó públicamente un alto mando de la Guardia Civil, fue el principio del fin para el Chicle.

La vivienda

Cercada. «Estaban en casa, aparcados ahí delante», confesó intranquilo el asesino de Diana Quer a la Guardia Civil. La conversación prosigue en otros términos. Él cambia de tema y empieza a hablar de un vecino que trafica con droga. «Aquí hay muchos», dice en referencia a otros distribuidores con posiciones de diferente rango en el mercado ilícito de Barbanza. «Está plagado esto», insiste para poner sobre la mesa que los camellos se multiplican. El Chicle dice no juntarse con ese tipo de gente, pero a los pocos minutos se contradice: «Me dijo [en referencia a un conocido suyo] si sabía de alguien que quiera material y le pregunté por qué. Tenía, tenía heroína». A los pocos segundos cambia de postura por enésima vez y se declara exento de cualquier responsabilidad: «Me chocó ver coches detrás de mí. ¿Qué pasa? No estoy metido en nada».

EXTRAÑADO

Por el móvil. El Chicle mantuvo una actitud inocente, colaboradora, pensando tal vez que engañaba a dos agentes que sí saben -como se evidencia en el sumario- hacer bien su trabajo aparentando no saber nada. La localización del móvil de Diana en el banco marisquero vuelve a dar pie a Abuín Gey para retomar el tema de la desaparición: «Lo que me extraña es que no hubieran encontrado el teléfono antes, porque ahí abajo trabajan los furtivos y también están ahí los vigilantes», aseguró antes de dar una explicación no requerida: «Ellos [refiriéndose a los vigilantes] nunca me vieron trabajar en esa zona, me vieron en el río con mi tío antes de morir, antes de que muriera mi tío. Pero en esa zona, abajo, no», expone el Chicle intentando alejarse de cualquier sospecha.

DESVIAR LA ATENCIÓN

Su trabajo. La conversación prosigue mientras el Chicle explica qué turno de trabajo tiene la semana del 24 de noviembre del 2016 en la empresa conservera que lo contrató en aquella época: «Tengo turno de tarde y eso depende de si hay pescado en la cámara: como está congelado, hay que terminarlo». Uno de los interlocutores le replica que la actividad policial en la comarca está muy activa por la desaparición de la joven madrileña. Él no tarda en picar el anzuelo: «A ver, si me paran por el tema del caso de la tele no me preocupa, por ese rollo no me preocupo. No tengo ningún problema, ninguno, además. Por ese lado estoy bien tranquilo. Ahora, si me paran por el tema del gasoil y tal, ¡hombre! Teniendo en cuenta que la gente anda con droga [en referencia a cocaína y heroína]...». De hecho llega a confesar su preocupación por si alguien lo relaciona con un narcotraficante, aunque asegura que no está relacionado de lleno con sus tejemanejes: «Por ese lado es por donde me pueden coger un poco, porque volví a... No es que volviera a las andadas, que yo no vendí material».

Fiestas en a Pobra

22 de agosto del 2016. La pareja de agentes, al final de la «charla informal», pregunta al Chicle qué hizo la noche que desapareció Diana: «Fuimos a A Pobra los dos juntos [en referencia a su mujer], la verdad es que siempre vamos juntos a todos los sitios. Yo por ese tema estoy bien tranquilo», insistió.

LA AUTORÍA

Cuestión de tiempo. La desaparición de la joven era ya el único tema al final de la conversación: «Eso está en todos los sitios [en referencia a la repercusión social del caso], pero, bueno, es una pena. Al final se va a saber quién fue, eso está claro, ¿eh? ¡Hombre! Si estuviera en el mar, ese cuerpo tenía que estar fuera ya». En ese momento la conversación vuelve a evidenciar por enésima vez un carácter fácilmente alterable: «A ver, yo tengo vendido gasoil, y tengo sacado 300 litros, 400, en una noche. También anduve a la almeja mucho tiempo, un año que estuvimos mal de pasta. Pero por eso no creo que me sigan, ¿o sí? Otra cosa no hice».

La doble moral: pasó de negarlo todo a confesar para «no perjudicar a la familia»

El pasado 30 de diciembre, ya detenido y acusado del crimen de Diana Quer, el Chicle negó la muerte dolosa y argumentó que todo fue un desgraciado accidente. Al día siguiente, tras las campanadas de Nochevieja, concretamente a la 1.01 horas, confesó la ubicación del cuerpo. El argumentario, recogido en el sumario, lo retrata: «El detenido, de forma voluntaria, decide declarar con la finalidad de concretar el paradero de la joven Diana Quer López-Pinel. En tal sentido, y a fin de no seguir perjudicando a la familia de la víctima, a la que pide perdón por estos hechos, y con la intención de minimizar en todo caso los daños emocionales que les pudiera haber ocasionado -rectifica con respecto a su manifestación como detenido el 30 de diciembre- relata el lugar en el que se halla oculto el cuerpo de la víctima».

La buena memoria repentina del Chicle le lleva a manifestar oficialmente: «El cuerpo de Diana María Quer se halla en el interior de un pozo de agua potable ubicado en el interior de una nave situada en la parroquia de Asados. Reitera nuevamente su total arrepentimiento, sintiéndose tremendamente afectado y arrepentido por los hechos acontecidos, y está dispuesto a colaborar en todo lo que esté en sus manos». El acto de contrición del Chicle no fue más que, a ojos del juez y de la Guardia Civil, una evidencia más de su doble moral.