Los temporales en Galicia ya no son los de toda la vida

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN /LA VOZ

GALICIA

Una atmósfera más cálida contiene mayor humedad y produce lluvias de carácter torrencial

13 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los episodios de lluvias intensas y fuertes vientos en Galicia han cambiado. Algo que se ha podido comprobar con Ana. Los efectos de la borrasca evidencian que el clima, tal y como propone la ciencia, tiende hacia los extremos. «Los cambios en la atmósfera están siendo muy bruscos y pasamos de períodos anticiclónicos a otros de borrascas muy activas casi sin solución de continuidad», comenta Juan Taboada, de MeteoGalicia. El caso de Ana ha sido especialmente significativo porque sus lluvias no solo han permitido alejar el fantasma del estado de emergencia por sequía, sino que además han dejado algunos embalses, como el de Eiras, más cerca de la normalidad que de la anomalía. Y solo necesitó un día. Los modelos climáticos llevan tiempo apuntando a una variación en el patrón de las precipitaciones. Las lluvias continuas de toda la vida están siendo sustituidas por las torrenciales. Esto explica los sorprendentes números de Ana, de hasta 220 litros por metro cuadrado en 24 horas. «Esa cantidad se puede considerar excepcional porque, aunque otros temporales han dejado cifras similares, no es algo que veamos con frecuencia y ni siquiera cada año», añade Taboada.

Pero más que un dato concreto llaman la atención todos los registros de las estaciones meteorológicas de las cuatro provincias. «Los modelos concentraban las precipitaciones en la zona sur y al final se extendieron por toda la comunidad, con valores superando los 100 l/m2 en una zona amplísima», dice Jorge Eiras, investigador del grupo de Física no Lineal de la USC. Eiras estudia el fenómeno que se esconde detrás de Ana. Se llama río atmosférico y ya ha protagonizado otras inundaciones, como las de Sada en marzo del 2016. Estas autopistas transportan gran cantidad de humedad desde las zonas tropicales hasta nuestras latitudes. Su impacto también está aumentando en el contexto del calentamiento global. «Cuanta mayor temperatura tenga la atmósfera, mayor humedad podrá contener. Esto se traduce en que puede transportar más agua precipitable. Al igual que el resto de los sucesos extremos, tenderán a ser más frecuentes e intensos. Esto no tiene que cumplirse en todo el planeta, pero en Galicia será una tendencia general muy probable», reconoce. Sin olvidar que Ana no fue una borrasca convencional. Se formó a través de un proceso conocido como ciclogénesis explosiva. «Los ríos atmosféricos y las ciclogénesis explosivas se complementan positivamente, fortaleciéndose los unos a los otros. Que una ciclogénesis explosiva lleve asociado un río atmosférico potente es, por tanto, algo esperable», termina Eiras.

La frecuencia, la intensidad y los daños provocados por este tipo de borrascas también están aumentando. Desde la visita en el 2009 de Klaus, con vientos de 216 km/h, hasta Kurt el año pasado, con rachas de 182 km/h, la lista de ciclones explosivos es muy extensa. «Hay personas que pensarán que siempre hemos tenido temporales en Galicia y que esto de llamarlas explosivas es una moda, pero lo cierto es que solo tenemos que preguntarles a las compañías eléctricas si han visto aumentadas las incidencias por cortes masivos de suministro eléctrico en la última década», opina el cazatormentas gallego Rubén Vázquez.