Más de 180.000 gallegos tienen un alcalde distinto al elegido en el 2015

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

M.MORALEJO

Las mociones de censura y los pactos permiten al PP gobernar a 44.000 vecinos más

04 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El mapa local de Galicia se mueve al ritmo de un nuevo alcalde cada mes. Desde que los 313 regidores gallegos tomaron posesión en junio del 2015 se han producido 27 cambios de manos de los bastones de mando, que no siempre implicaron un vuelco en las siglas. De hecho, solo en 11 ocasiones se produjeron las siempre polémicas mociones de censura, que objetivamente han beneficiado al PPdeG. Los populares, a través de este recurso de la política local, han ganado para su causa seis municipios más, incluyendo la operación de Sanxenxo, que se produjo a través de un acuerdo entre Telmo Martín, que lideraba la lista más votada, y el independiente Gonzalo Pita, que fracasó en su intento de gobernar con un cuatripartito.

En total, de una u otra forma el PP gobierna en el ámbito local sobre 44.000 vecinos más que cuando comenzó el mandato, aunque también probaron de su propia medicina en Mugardos, donde ahora gobierna Esquerda Unida. Además, los populares también fueron la pieza clave para otros cambios de color político, como ocurrió en Tui, donde propiciaron la salida de un regidor socialista, o en Coristanco. Allí está al frente ahora Abraham Pérez, expulsado del PSOE, pero prácticamente no ha podido ejercer desde el verano al estar de baja tras sufrir dos accidentes de tráfico.

Marcha atrás

En Fene, una controvertida decisión judicial abortó una moción de censura anunciada, la que promovían el PP y Somos Fene contra el BNG y Esquerda Unida para desbancar al regidor nacionalista Juventino Trigo. Ahora la situación se ha quedado bloqueada, pero en la costa de la provincia coruñesa hay más tensiones y desequilibrios impredecibles. El independiente Ramón Vigo, en Cee, está en la cuerda floja. Imputado en la operación Orquesta, gobierna con tres de los 13 concejales, pero la moción es compleja porque supondría un zurcido del PP, PSOE, BNG y dos ediles no adscritos. Y algo similar ocurre en Corcubión, donde manda el socialista Manuel Insua, que se mantiene por la incapacidad de la oposición para justificar ni articular un movimiento alternativo a pesar de cubrir dos tercios del arco de la corporación. En el interior de la provincia coruñesa, la pirueta política más extraña se concentró en Boimorto, donde el PP echó al BNG con una moción de censura, pero a los nueve meses tuvo que buscar un sustituto por la renuncia de Gonzalo Concheiro, que se vio envuelto en una presunta estafa que despachó con un clásico: «Renuncio por motivos persoais».

Lío en Cambados

La situación es mucho más compleja en Cambados, una de las plazas fuertes de la Rías Baixas en la que, al igual que en Sanxenxo, un cuatripartito ha tumbado al PP. Lo forman PSOE, BNG, Somos Cambados y un independiente -Cambados Pode-. Los roces entre este último y los integrantes de la marca de las Mareas son la enésima disculpa para hacer tambalear un apetitoso concello en el que los populares gobernaron con mayoría absoluta desde 1987 hasta el 2015, cuando solo lograron 8 de los 17 ediles.

Más al sur, en Salceda de Caselas, también hay movimientos. En las últimas semanas el PP (5 ediles) está tentando al PSOE (2) para presentar una moción de censura contra Movemento Salceda (6), que es la formación liderada por el alcalde Marcos Besada. Los socialistas, de momento, se resisten, mientras que los populares elevan las críticas por la incapacidad del gobierno para gestionar el municipio pontevedrés.

Las ciudades, más tranquilas

En total, algo más de 180.000 gallegos han cambiado de alcalde respecto a las tomas de posesión que se celebraron hace algo más de dos años, pero esa respetable cifra de gobernados se ha forjado a los poquitos, porque el único ayuntamiento con fuerza demográfica es el de Narón (39.426 vecinos), donde no hubo lío porque el inusual relevo se produjo por una jubilación. En el resto de las grandes urbes se han sucedido los amagos, que no se han concretado en nada. Así ocurrió en A Coruña o en Lalín, donde los alcaldes perdieron sendas mociones de confianza pero no llegaron a cuajar mociones de censura, o en Ferrol, donde seis ediles gobiernan una corporación de 25 en la que se suceden los problemas para sacar proyectos adelante. La inestabilidad también está afectando a la única gran alcaldía del PP, en Ourense, pero el bastón de mando no está en cuestión. Mientras, en Santiago y Pontevedra se han ido tejiendo acuerdos puntuales para sacar adelante los presupuestos y otras iniciativas que se están cociendo en las cocinas de las mareas y el BNG, que gobiernan las respectivas urbes sin cerrar pactos globales que le den más firmeza a la acción de Martiño Noriega y Fernández Lores.

Los movimientos políticos son, después de las mociones de censura, los principales responsables de los cambios al frente de las alcaldías. En unas votaciones tan dependientes de los candidatos como son las locales, los partidos han propiciado cambios de líderes en municipios tan relevantes como Melide o Baiona, cuyos cabezas de cartel -Ánxeles Vázquez y Jesús Vázquez Almuíña- dejaron sus pueblos para asumir funciones de conselleiros. Lógicamente son políticos vinculados al PP, como también lo son los exregidores de Outes, Boqueixón, Vilalba o Cerdedo, que se fueron al poco tiempo de ganar las elecciones para ocupar distintos puestos institucionales en la Xunta, el Senado o el Parlamento de Galicia. Con ese mismo destino salió Davide Rodríguez desde Manzaneda, pero para ocupar los escaños de En Marea. El trasiego institucional también podría provocar que diputados e incluso miembros del Gobierno autonómico dejen sus cargos en los próximos meses para luchar por alcaldías, eso sí, desde la calle.

Un bastón de mando heredado y fechas de jubilación ineludibles

Entre los relevos en las alcaldías también hay circunstancias impredecibles. En el municipio ourensano de A Gudiña el cambio se produjo por el fallecimiento del popular Guillermo Lago. Su hijo José María, que también era concejal, tomó el bastón de mando en un triste pleno de febrero del año pasado en el que se homenajeó a su padre. En Narón, José Manuel Blanco (TeGa) gobernó durante ocho años, pero a finales del pasado mes de septiembre cumplió lo advertido previamente: se jubiló y cedió el poder a Marián Ferreiro. Más años, 26, llevaba Carmen Leyte como alcaldesa de Cartelle. En el mes de mayo quedó como concejala «rasa» para atender mejor sus obligaciones como senadora.

Las condenas han implicado tres cambios, y hay tres regidores más en el alero

Las condenas judiciales son, después de las mociones de censura y los nombramientos políticos, el tercer motivo que ha hecho cambiar más veces la foto oficial de los alcaldes gallegos. Tres ya cayeron en los últimos meses -Monterroso (siguen los independientes en el poder), y los populares de Rairiz de Veiga y Vilariño de Conso- pero en cualquier momento, sin atender a la lógica política, pueden ceder tres más. En Xinzo de Limia, el alcalde Antonio Pérez (PP) está pendiente de sentencia de un juicio por prevaricación, por ofrecer presuntamente contratos a dedo. La Fiscalía ha pedido una pena ejemplarizante. En A Merca, Manuel Jorge Velo Reigoso, también del PP, fue condenado por un juzgado de lo Penal de Ourense a una pena de inhabilitación de cuatro meses. La Audiencia ha ratificado la sentencia, que está pendiente de ejecución.

Pendientes en Palas de Rei

Y en cualquier momento también puede llegar una notificación en ese sentido en Palas de Rei. El alcalde popular, Pablo Taboada, y cuatro concejales populares que ahora están como no adscritos, fueron condenados por acoso laboral a la secretaria municipal y por prevaricación, lo que supone varios años de inhabilitación para el cargo. La sentencia es de la Audiencia Provincial, pero está recurrida, aunque la secretaria ha presentado varios informes en los que defiende que no pueden ejercer.

Idas y vueltas en Negreira

El de Jorge Tuñas es otro caso singular. El alcalde socialista de Negreira, que gobierna con el apoyo de Ciudadanos, sorprendió a sus vecinos cuando renunció al bastón de mando en abril al recibir una notificación como investigado por la desaparición de 18 teléfonos propiedad del Concello. Quedó en un segundo plano como concejal hasta que el juez lo absolvió. Hace dos semanas recuperó el control, que había cedido a su compañero de filas Manuel Ángel Leis. Le faltó tiempo para pedir la dimisión de un edil popular por no respetar la presunción de inocencia.

Con información de Maite Rodríguez, María Cobas, Suso Varela, Xosé Ameixeiras, Serxio González y Ángel Paniagua.