Feijoo no va a aceptar órdenes de equipo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño CRÓNICAS DESDE MADRID

GALICIA

emilio moldes

El presidente gallego deja claro a Rajoy que su necesidad de lograr estabilidad política no puede condicionar la nueva financiación

27 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Rajoy está jugando con fuego. Esa es la opinión que sostienen numerosos dirigentes regionales del PP, que observan con asombro cómo desde el Gobierno se toman decisiones y se apunta a medidas futuras que ponen en grave riesgo la posibilidad de alcanzar un consenso en torno a una reforma de la financiación autonómica que muchas comunidades necesitan con urgencia para paliar los efectos perversos del actual sistema, y que el Ejecutivo se comprometió en enero a tener lista para este mismo año.

Han sido hasta ahora las autonomías gobernadas por el PSOE las que han puesto el grito en el cielo por las prisas del Gobierno para dejar cerrada la rebaja del Cupo vasco antes de que se celebren las elecciones catalanas mientras se posterga la negociación de un nuevo modelo de financiación para las autonomías del régimen común. Pero el malestar es igual o mayor en las comunidades gobernadas por el PP, incluida Galicia, que por ahora no han hecho excesivo ruido, pero que empiezan a dejar claro que no están dispuestas a tolerar en silencio un agravio financiero en aras de la necesidad de estabilidad política del Gobierno para el resto de la legislatura.

El acuerdo sobre el Cupo vasco, que agrava una situación de privilegio que ya era difícil de admitir para algunos, ha hecho daño. Pero más lo han hecho declaraciones como las del portavoz del PP, Pablo Casado, en las que da a entender que la fórmula en la que se está pensando para solucionar la crisis en Cataluña pasa por privilegiar a esa comunidad en el nuevo modelo. «Entendemos que Cataluña tiene que tener una mejor financiación y las mejores infraestructuras», dijo Casado el pasado miércoles. El espíritu que se esconde tras esas palabras, y el agravio del Cupo, bastaron para que Alberto Núñez Feijoo se pusiera en guardia y, amparado en el hecho de ser el único presidente popular que gobierna con mayoría absoluta, tomara la iniciativa para lanzar un aviso a navegantes a Génova y también a la Moncloa: por ahí no solo no vamos bien, sino que podemos acabar chocando, vino a decir entre líneas el presidente de la Xunta. Feijoo puede permitirse ese aviso porque, entre otras cosas, no es Galicia la que más necesita una reforma del sistema. Y está dispuesto a bloquear cualquier modelo que beneficie a Cataluña a costa de empeorar la situación de Galicia.

El líder del PPdeG es consciente de que Rajoy necesita la ayuda del PNV para aprobar los Presupuestos y también presentarse en la campaña de Cataluña con alguna propuesta que vaya más allá que la de aplicar el artículo 155. Pero también Feijoo tiene sus propias urgencias. Y ya no son tiempos para él de sacrificarse por el partido ni por Rajoy. El presidente de la Xunta se la juega en la reforma del sistema de financiación, porque cerrar su tercer y último mandato con un acuerdo que perjudicara a Galicia no solo marcaría negativamente su legado como presidente, sino que lastraría su futuro político. De ahí que Feijoo, sin levantar demasiado la voz y limitándose por ahora a pedir transparencia sobre el Cupo y prudencia sobre Cataluña, esté dejando claro que va a jugar sus propias cartas en la negociación que viene sin aceptar órdenes de equipo.

El independentismo da ya signos de desesperación

La última y desesperada andanada de Carles Puigdemont contra la UE y los excesos verbales de Marta Rovira asegurando que el Gobierno estaba dispuesto a enviar al Ejército a Cataluña para sembrar las Ramblas de cadáveres aplastados por los tanques insuflan algo de optimismo a los partidos constitucionalistas, que ven en esos movimientos el reflejo de la angustia de un independentismo que comprende que se ha quedado sin razones. Tanto en la Moncloa como en Ferraz tienen claro que conviene más una campaña con un Puigdemont enloquecido que con uno moderado. Y saben también que Rovira carece de la finura, el carisma y la habilidad de Junqueras para hacer una demagogia muy efectiva.

El PP duda si conviene dejar a Ciudadanos a su derecha

La apuesta de Ciudadanos de volver a sus orígenes y radicalizar su discurso jugándoselo todo a la carta del ataque furibundo al nacionalismo y la denuncia de los privilegios para el País Vasco y Cataluña ha desconcertado al PP, que por primera vez en democracia se ve desbordado por el flanco derecho por una formación política con amplia representación parlamentaria y posibilidades reales de llegar algún día al Gobierno. Los populares dudan si conviene aceptar ese nuevo tablero, que les permite dar una imagen más centrada y ganar voto más moderado, o si dejar en manos de los naranjas la defensa de causas que han sido siempre patrimonio del PP puede tener fuerte coste electoral.

Los indultos a cambio de paz en Cataluña se abren paso

Sin tener todavía claro si Cataluña avanza o no hacia la normalidad política, el Gobierno empieza ya a poner las luces largas para estudiar el futuro. Y ese escenario ideal para Mariano Rajoy, que implicaría la paz política en Cataluña a cambio de que los secesionistas renunciaran a la vía de la independencia unilateral, no será posible, según el Gobierno, con Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y los exconsejeros en la cárcel durante muchos años. La hipótesis de un indulto tras la más que segura condena está ya por tanto encima de la mesa. El problema es que esa medida va a ser difícil de entender por muchos en el propio PP, por lo que sacarlos de la cárcel pude ser aún más complicado que meterlos.