«Tras el accidente les dije que volvería a verlos, me habían salvado la vida»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Miguel Villar

Una víctima de la carretera colabora junto a los agentes que le rescataron en campañas de concienciación

05 nov 2017 . Actualizado a las 13:31 h.

Era el 15 de mayo del 2005, sobre las cuatro de la madrugada, cuando Félix González Dacosta regresaba con unos amigos. Circulaban por la A-52 a la altura de Ribadavia. Un adelantamiento peligroso, con salida de vía, acabó con la vida de dos de ellos. Félix sobrevivió. A esa misma hora, y a pocos kilómetros de distancia, los guardias civiles de Tráfico Roberto Rodríguez Rogel y Juan Manuel Fernández Caride realizaban un control rutinario de velocidad. Una llamada les alertó: un coche había salido disparado de la autovía y caído en un barranco. Llegaron los primeros. El coche no se veía y fueron bajando por una zona escarpada y peligrosa hasta que oyeron voces. Era Félix. Se mantuvieron a su lado durante varias horas, mientras llegaban los servicios de emergencia, como podían. Ahí, en esos momentos de angustia, se forjó una amistad que continúa en la actualidad y que ha llevado a Félix, ahora en silla de ruedas, a colaborar con la institución en todo tipo de acciones encaminadas a concienciar sobre la importancia de tomar precauciones en la carretera.

«Cando chegamos xa vimos un vehículo preto dun río e nos imaxinamos a gravidade do accidente. Félix estaba consciente. Oín como falaba cando me achegaba entre as silvas», relata Roberto Rodríguez Rogel. «Estuvimos mucho tiempo hablando con él. Recuerdo que lo primero que hizo fue preguntar por sus compañeros y no le dijimos nada... Intentamos calmarlo, pero no era necesario, no estaba nervioso. Su compostura y tranquilidad nos sobrecogió», explica Fernández Caride. Los agentes sabían que iba a ser un rescate complicado. «Foi un accidente dos que che quedan gravados. Félix estaba máis preocupado pola súa familia que por outra cousa», subrayan. Lo que vino después quizás les sorprendió aún más.

Había pasado un mes del accidente cuando estando en la comandancia de Ourense reciben una llamada. Roberto Rodríguez Rogel y Juan Manuel Fernández Caride tenían una visita. «Tras el accidente les dije que les volvería a ver, que les iba a invitar a un café, me habían salvado la vida. Y así fue», relata Félix.

Juan Manuel Fernández Caride recuerda ese momento y se emociona. «Era la primera vez que me pasaba algo así. Nosotros hacemos nuestro trabajo y punto. Muchas veces nos acordamos de los accidentes. Y en este caso hasta lo habíamos comentado con la familia y los compañeros preguntándonos cómo estaría. Me quedé sorprendido y fue una sensación gratificante verlo de nuevo. Ves que vale la pena todo lo que haces». Para Félix fue una necesidad: «Ellos se jugaron la vida por mí. Me buscaron pese a lo peligroso que era el lugar».

Ese primer encuentro se ha convertido en muchos más. La llamada de los agentes a Félix para que participara, contando su experiencia, en charlas, conferencias y campañas de prevención en la carretera no podía ser más que positiva. «Cuando te pasa algo así, tienes un enlace irrompible. Estoy vivo gracias a las personas que me rescataron. Cuando estás en esas circunstancias, en quien piensas es en quien te puede salvar la vida. Y esos son los agentes de tráfico, un bombero, alguien de protección civil... Sabes que es su trabajo, pero se arriesgaron muchísimo para salvarme. Tengo una deuda con ellos. Le debo la vida», dice con la voz entrecortada.

Félix González Dacosta es ahora la cara visible, la que acerca la realidad de un accidente de tráfico a quien quiera escucharle: «Lo primero que digo es que vale, y mucho, la pena poner todos los sentidos cuando se está en la carretera. Y, en estos momentos revolucionados, me gusta decir que solo nos acordamos de los agentes cuando nos sancionan y no cuando nos salvan la vida. Me parece muy injusto que a veces la imagen que se tiene sea esa». Roberto y Juan Manuel asienten con resignación y orgullo.