«O eucalipto non pode ser o chivo expiatorio», dice el sector maderero

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

rober amado

Sostienen que el 93 % de las hectáreas quemadas en diez años no eran eucaliptales

27 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Facemos proclamas que damos por feitos e hai unha posverdade sobre iso». «Iso» es la eucaliptización de Galicia. Y ese «iso» lo pronuncia el presidente del Clúster da Madeira de Galicia, José Manuel Iglesias, que este jueves compareció con sus compañeros Jacobo Feijoo, Alfonso Fernández y Ricardo González para dar la visión de la cadena de valor de la madera sobre la ola incendiaria del 15 de octubre. «O eucalipto é unha especie máis, nin é bo nin é malo, hai que xestionalo ben», terció el presidente. Una especie más que «non pode ser o chivo expiatorio e a explicación» a que en solo un fin de semana se hayan calcinado 35.000 hectáreas, una catástrofe que Jacobo Feijoo, secretario xeral de Asefoga, calificó de «inquietante» para después afirmar que «hai un feito obxectivo. De cada cen hectáreas que arderon na última década en Galicia, 93 non tiñan eucalipto».

«En Ourense, que é o sitio que máis arde en Europa, non hai eucalipto», terciaba Alfonso Fernández, vicepresidente de Serfoga, que cree que en la revisión del plan forestal habrá que ponerse de acuerdo «en se as 400.000 hectáreas que hai son suficientes». En la revisión del plan forestal ya se han hecho propuestas: ralentizar, paralizar, reconvertir, recordó Fernández. «Mentres non teñamos alternativas económicas, que imos facer, xerar máis abandono?», se preguntaba Iglesias.

El gran problema es que «o eucalipto ten unha regulación moi estrita que non se está cumprindo», afirma Feijoo. Regulación que por ejemplo prohíbe que se plante en terreno de cultivo, cosa que está ocurriendo, denuncian. ¿Cuál podría ser la solución? «Podemos facer moitas leis, pero como podemos cambiar a sociedade é se os cidadáns cando imos mercar, mercamos un produto honesto». Por eso, José Manuel Iglesias cree que el futuro pasa por la certificación de la madera que entra en el mercado.

«É certo que o eucalipto hai que ordenalo e hai que ter especial coidado nas proximidades das casas, pero o gran inimigo é o abandono, e aí é onde temos que centrar os esforzos», remarcaba Jacobo Feijoo, que también hizo alusión a la ordenación del territorio como uno de los problemas de que el fuego cerque con tanta facilidad viviendas.

¿Cómo se combate el abandono? «O primeiro hándicap é o descoñecemento da realidade por parte dos que teñen influencia nas políticas públicas». Por eso, el sector apuesta por el fomento de la cultura forestal. Segundo, facilitar la actividad en el medio rural. «O gran reto é como imos facer esa xestión con cada vez menos xente no territorio». La cuestión es qué va a pasar con esas tierras que dejan de utilizarse. «En Cualedro, por exemplo, hai zonas de concentración parcelaria abandonadas que arden», por lo que Feijoo cree que hay que apostar por mantener esas tierras concentradas en actividad y dar a los emprendedores acceso al terreno, ya que en la actualidad hay una «desconexión absoluta» entre la oferta y la demanda de la tierra. También hay que buscar «unha verdadeira figura que permita agrupar a xestión forestal das pequenas propiedades».

Rechazan que haya una trama por no entender qué intereses tendría

«En ningún momento se puido demostrar». Es la respuesta de José Manuel Iglesias, presidente del Clúster da Madeira, a la pregunta de si existe una trama organizada de incendiarios. El sector cree que no, «primeiro porque non entendemos cales poden ser os intereses» porque, por ejemplo, «a madeira queimada non vale para facer pasta». El sector entiende que «nun momento de desesperación é normal» culpar a un trama de la que no hay ninguna prueba tras exhaustivas investigaciones de la Justicia.

No hay trama, pero sí hay incendiarios. «Hai xente que sabe queimar, créase un efecto chamada e todo o que quere queimar aproveita ese momento» de altas temperaturas, viento y baja humedad. Lo explicaba Jacobo Feijoo, que también remachó que «o que queimou o monte esta vez seguramente son os mesmos que o queimaron hai un ano, dous, tres e catro». Por eso, «convén facer un traballo serio de identificación de quen queima o monte» para que en los momentos de mayor riesgo se puedan poner en marcha estrategias de vigilancia y disuasorias. «¿Iso acabaría cos lumes? Non, cos lumes posiblemente non, pero si coas vagas catastróficas, porque en vez de ter 125 lumes nun día podiamos ter 40 ou 25».

Feijoo también cree que con esta labor de investigación «tamén se mandaría a mensaxe de que rematou a impunidade», sobre todo, después de la oleada que arrasó 35.000 hectáreas en un fin de semana en la comunidad. «Sabendo que temos un problema, sabendo máis ou menos os lugares onde o imos ter e sabendo o momento no que van acontecer hai que facer máis do que se está facendo».

«Nós non cremos no incremento de condenas», remachó Iglesias, que apuesta por una mayor eficiencia policial y que se encuentren fórmulas que permitan condenarlos.

Piden un «pacto de país» y que los incendios salgan del debate político

El 50 % de la madera de España sale de Galicia. De ese 50 %, el 80 % procede de propiedades privadas. La cadena de valor de la madera, conformado por 3.000 empresas y que da trabajo a 70.000 personas en la comunidad, cree que hay que hacer una profunda reflexión sobre el problema de los incendios, y hacerla con la cabeza fría. El sector maderero lamentó que se los haya «criminalizado» con ligereza y José Manuel Iglesias ha reclamando que los fuegos «se quiten do debate político», porque «non pode ser que os sucesivos gobernos estean despotricando para ao final non facer nada». El problema fundamental «é o lume», el primer culpable, «e en segundo lugar é o que o planta», explicó Alfonso Fernández, que ha pedido un «pacto de país» que implique a todos los sectores para que de una vez por todas la política forestal y agrícola pueda volver a ser estructurada, porque «non importa facer concentracións parcelarias que en tres anos estean abandonadas».