La familia de Melón que lo perdió todo y otras desgarradoras historias de la ola de incendios en Galicia

La Voz REDACCIÓN

GALICIA

Mila Méndez / Álex López-Benito

Salir con lo puesto y dejar atrás una vida de recuerdos, de trabajo, a sus animales... Así narran varios vecinos como escaparon del fuego

17 oct 2017 . Actualizado a las 19:11 h.

La ola de incendios que desató el pánico en Galicia en los últimos días ha dejado cuatro familias rotas y un montón de familias a las que el fuego las ha dejado sin nada. Sin casa, sin coche, sin animales, sin medios para vivir y hasta sin nada que ponerse. Una vida de recuerdos, trabajo y esfuerzos devorados por las llamas sin control en segundos. El olor a humo, las cenizas y un paisaje completamente desolador es todo lo que queda en varias localidades de Galicia que vieron como el fuego lo arrasaba todo.

En esta situación se encuentra una familia de Melón, en la parroquia de Moces, compuesta por un matrimonio, un hijo de corta edad y una persona mayor dependiente que hace solo unos años había hecho una reforma integral de la vivienda. La casa con todos sus pertenencias, dos coches, un quad, un tractor y dos edificios fueron devorados por las llamas. No les queda nada.

 

En Cervantes, donde el fuego puso en peligro durante muchas horas las viviendas de varias aldeas los vecinos dejaron sus casas con lo puesto. En el caso de Aurora García, de 83 años, y su marido, Fermín Amigo, de 90, residentes en Cela. La Guardia Civil llamó a su puerta y con los puesto, salieron de casa para pasar la noche en Doiras. «Trouxen o testamento e as escrituras por se me ardía a casa», asegura la mujer, que por suerte no perdió su casa.

La situación de Antonio González es bien distinta. Este vecino de O Pando, también en Cervantes, que aunque en un primer momento le aseguraron que las casas «estaban intactas». Pero al llegar vio como su casa estaba empezando a arder: «É que non tiñan auga», se lamenta. A su alrededor, todo es desolador todo está calcinado.

En una situación parecía se encuentra José Ángel Suárez, que vio como el fuego devoraba un alpendre con varios aperos y mataba a sus gallinas. «Fixen o que puiden», se lamenta.

No fue tarea fácil convencer a los habitantes de las aldeas a las que llegó el fuego de que debían ponerse a salvo y dejar atrás todo lo que tenían. Un matrimonio de Lobios se negó a abandonar su casa, a pesar de los avisos de las fuerzas del orden de que se quedaban allí bajo su responsabilidad. Aseguran que salieron del pueblo en coche, vigilando si el fuego llegaba o no a su vivienda.

 

«Salí con el perro y lo puesto», asegura Koldo Barandiaran que vive en el lugar de Meder, en As Neves, uno de los concellos más afectados por las llamas donde aseguran que ha ardido el 90 % del territorio.

 

Con angustia aún recuerda cómo huyeron con lo puesto Helena Buch, marido y sus tres hijos, cuando la casa de madera y el autobús en el que residían en Ponte Caldelas fueron alcanzados por las llamas. «Se non escapamos correndo cos nenos, morremos todos calcinados», asegura. «Non temos roupa, non temos colchóns... saímos co posto», añade, que además se queja de que allí nadie acudió a ayudarles. «Alí non veu ninguén, nós saímos solos da casa e non tivemos nin Garda Civil nin absolutamente ninguén que nos dixera por onde ir, que camiño era o máis seguro para non morrer no lume cos nenos. Saímos nós e punto», sentenciaba.

Y no solo viviendas y fincas calcinó vorazmente el fuego. También negocios. como el de Salvador Fontán. «Era imposible entrar allí así que tuvimos que dejar que el fuego pasara y encontramos todo calcinado», asegura, y añade que los daños son incalculables.