Lavarse las manos, una medida eficaz en la prevención

La Voz

GALICIA

M. MARRAS

Consejos para enfrentarse a la enfermedad y, sobre todo, evitar contagiarse

30 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El virus de la gripe se transmite por el aire, por lo que evitar el contagio es difícil, pero hay consejos para dificultar su transmisión.

Protegerse

El lavado de manos, al menos cinco veces. Después de la pandemia del 2009, el Instituto de Salud Carlos III financió un proyecto sobre los factores de riesgo de hospitalización en pacientes con gripe, y una de las conclusiones fue el efecto protector del lavado de manos en la prevención. De hecho, la reducción del riesgo de ingresar es mayor al aumentar la frecuencia de lavado. De ahí que se recomiende el lavado de manos al menos cinco veces al día, pero mejor si se realiza más. También es importante poner la mano delante de la cara cuando se vaya a toser o estornudar, no reutilizar los pañuelos o evitar grandes aglomeraciones de gente. Y, por supuesto, sobre todo en las personas con factores de riesgo, la vacuna es la mejor forma de prevenir el virus.

Fármacos

Antitérmicos, no antibióticos. La gripe cursa con fiebre alta y otros síntomas como dolores musculares, de cabeza o tos intensa. Aunque mucha gente confunde catarro común y gripe, lo cierto que este virus es más agresivo y acarrea fiebres de hasta 39 grados, lo que no suele ocurrir en un simple resfriado. La gripe es un virus, no una bacteria, por lo que los antibióticos no están indicados. Mejor, simplemente antitérmicos para contrarrestar los síntomas.

Al médico

Con patologías previas, sí. Los médicos no recomiendan acudir al centro de salud o a urgencias si los síntomas son los de una gripe, sino reposo, tomar muchos líquidos y antitérmicos. Eso sí, si la persona tiene patologías previas sí debe acudir a los servicios sanitarios. De hecho, de los 136 fallecidos en la pasada temporada en Galicia, todos tenían factores de riesgo.

La vacuna

Colectivos de riesgo. Los grupos diana de vacunación antigripal son los mayores, preferentemente a partir de los 65 años, adultos con enfermedades crónicas cardiovasculares, neurológicas o pulmonares, niños de más de seis meses y adultos con determinadas patologías, como obesidad mórbida, enfermedades metabólicas, insuficiencia renal o hepática crónica, personas inmunodeprimidas, enfermos de cáncer, o embarazadas en cualquier trimestre de la gestación.