Su soberbia fue aún más allá. Objetivo: el pasaje. Ironía, tal vez. Pero en boca de un directivo, con reputación de bocazas, de cuya gestión depende el día a día de miles de viajeros y que, además, recibe subvenciones millonarias para operar en ciertos destinos, como es el caso de Galicia: «Si las ventas de bebidas en el avión no son las adecuadas, tenemos pilotos que pueden provocar turbulencias. Eso suele aumentar las ventas». A O'Leary también pertenecen otras perlas como «¿por qué no poner películas pornográficas a disposición de los pasajeros?», o «cobrar más a los obesos», incluso «pagar por utilizar el baño». El todo vale. «¿Vamos a pedir perdón por nuestro pobre servicio al cliente? Por supuesto que no». Y ácido: «No queremos oír vuestras historias lacrimógenas. ¿Qué parte de 'no hay reembolso' no habéis entendido?».
O'Leary sostiene que la aerolínea «no tiene problema alguno para contratar comandantes» y que acumula una «lista de espera» de 2.500 pilotos que desean unirse a su plantilla. Quiere encontrarlos en Brasil y en Europa, según el diario dublinés Irish Independent. «Buena suerte a todos ellos».