Patrocinado porPatrocinado por

La velutina se muere por el vermú

AGRICULTURA

Ana García

Carballo contrata un servicio para combatir esta especie invasora en colaboración con apicultores, que usan trampas con zumos o licores para acabar con las reinas

07 sep 2017 . Actualizado a las 09:10 h.

No van a quedarse, aunque hayan descubierto en Galicia un paraíso lleno de árboles, agua y colmenas con los que poder construir sus nidos, reproducirse y aplacar su voraz apetito depredador. Eso es algo que tienen claro Isidro Rodríguez, Santiago Castro y José Antonio Pereira. Al menos, mientras les queden fuerzas para combatir a la avispa velutina, una especie invasora que viajó en barco hasta Europa y que ahora ha colonizado varios países de Europa.

Isidro y Santiago pertenecen a la empresa que este año ganó el concurso convocado por el concello de Carballo para crear un servicio específico de prevención y retirada de nidos.

Cobran, como marca el contrato, 55,66 euros por nido (IVA incluido). Por las trampas que colocan en primavera para capturar a las reinas, 7,26 euros. En lo que va de año han retirado 291. El primero fue el 3 de abril. Los dos últimos ayer mismo. Con ellos la suma sería ya 293. La colaboración ciudadana fue fundamental para su captura. Igual que lo es la técnica del ensayo-error a la hora de encontrar el mejor método para acabar con ellas. La idea es: el que vea un nido, que avise. Pueden estar por todas partes. Colocados en la fachada de las casas, en árboles, cunetas o en el suelo. En menos de veinticuatro horas ahí están estos avespabusters (caza avispas) para dar guerra.

José Antonio es apicultor. Aficionado. Pero adora a las abejas. Por ello no va a permitir que esos bichos que les triplican el tamaño las degüellen. Porque lo que hacen es eso: decapitarlas. «Ou as protexemos, ou non deixan unha», dice. Por eso, los amantes de las abejas trabajan codo con codo con el equipo de Isidro. Han colocado paneles eléctricos (hasta ahora el método que mejor resultado les da para defender las colmenas), pero son caros. En primavera, cuando las reinas despiertan de su letargo invernal, colocan trampas para atraparlas, evitando que fabriquen nidos secundarios donde criar el ejército de súbditos encargados de alimentar a las larvas con las abejas o pulgones que atrapan. No hacen tampoco ascos al alcohol. Su talón de Aquiles.

De hecho, aunque los hombres de Isidro usan trampas comerciales donde ponen una sustancia homologada para atraerlas, hay otros brebajes caseros que son cada vez más usados por aquellos que combaten a la velutina como José Luis. Lo que buscan muchos, dice, «é gastar menos na trampa e dedicar o aforro a atraínte. Usan dende mestura de zumes de melocotón, laranxa..., ata viño ou vermú. ¡Home! Non lles vamos dar un que vale os oito euros, pero hai un no supermercado en Carballo que vale uns dous euros e pico e alá van».

Trampas caseras

¿Que hacen con él? Lo meten en las trampas caseras que cuelgan donde pueden, pero en el entorno de las colmenas. «Na primavera podían poñerse tres ou catro ao redor de cada casa e iso faría moito», dice el jefe de los avespabusters.

Esas trampas se hacen con botellas de plástico. Vale una de litro y medio de agua. Cortan la parte de arriba, le dan la vuelta para que quede como un embudo. Después lo colocan en la parte inferior. El vermú está en el fondo. La avispa va hasta ahí atraída por los efluvios del alcohol. Entra para echar un trago por la parte estrecha del cuello de la botella. Ahí está la trampa.

Las que caen en ella luchan con sus pezuñas por salir. No hay remedio para estas depredadoras, que no dudan en enfrentarse a sus congéneres cuando alguna está a nada de atrapar una abeja. No hace falta que lo jure nadie. Basta con comprobar cuál es su actitud cuando atacan una colmena. Su estrategia es acercarse. Las abejas se agrupan en la pequeña ranura que da entrada a la colmena. La cazadora acecha cuando otras dos congéneres se acercan con la misma intención. La primera en llegar se enfrenta a ellas enfurecida. «¿Non ves?», dicen los avispabusters. La velutina no tiene piedad.