«Me trataron muy bien», dice el joven de Curtis detenido en Róterdam

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Pilar Canicoba

Juan V. regresó ayer a su casa tras ser confundido con un yihadista el miércoles

26 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Se acabó la pesadilla para Juan V., el vecino de Curtis que fue detenido el pasado miércoles al caer la noche en Róterdam tras ser confundido inicialmente con un yihadista que pretendía atentar contra una sala de conciertos en el barrio de Maasilo. «Estoy bien, la policía me ha tratado muy bien. No he sufrido ningún tipo de maltrato ni presión psicológica. Me preguntaron unas cosas, se las aclaré y me dejaron en libertad sin cargos», resumió su situación Juan a Pablo, uno de los responsables de la empresa para la que trabajaba en Holanda como instalador de frío, minutos después de abandonar la comisaría en la que prestó declaración.

Atrás quedaban diecisiete horas bajo custodia policial en un país extraño, del que desconocía el idioma y en el que se vio atrapado en una cascada de coincidencias que el ministro del Interior y Seguridad neerlandés, Stef Blok, definió de forma precisa: «Estaba en un lugar inadecuado en un momento inapropiado».

Ese momento inapropiado era el de una alerta de los servicios de seguridad española a sus colegas holandeses del riesgo de una acción yihadista contra un concierto de forma inminente. La casualidad quiso que el presunto objetivo terrorista iba a albergar un concierto de un grupo llamado Allah-las, que nada tenía que ver con la religión musulmana, pero que fue suspendido por precaución hora y media antes de su inicio.

Casi al mismo tiempo, Juan circulaba por la zona, al sur de Róterdam tras acabar su jornada laboral habitual de los últimos cuatro meses en esta ciudad holandesa. «Dio varias vueltas porque la pensión en la que duerme estaba situada justo al lado de la sala de conciertos. No encontraba aparcamiento y por eso seguía en la furgoneta», cuenta uno de los responsables de la empresa.

El aviso de los servicios de inteligencia española hablaba de una furgoneta de alquiler como posible herramienta de los terroristas. «El vehículo que conducía Juan tenía placas españolas y estaba sin rotular todavía porque la había cogido dos días antes en Barcelona para hacer este trabajo», admite el responsable de la empresa en la que trabaja el joven de Curtis.

El encargado de la empresa coruñesa en los Países Bajos fue el que dio la voz de alarma sobre la detención de Juan al identificar la furgoneta que conducía este en una de las imágenes que pasaba la televisión local. «Nos avisó de lo que había ocurrido y ya inmediatamente nos pusimos en movimiento. Yo me fui a una comisaría para hacer una declaración jurada de que el vehículo era nuestro y del trabajo que estábamos haciendo allí, para el que era imprescindible el uso del gas freón, que iba en las bombonas que transportaba Juan», cuenta el empleado de la empresa de climatización coruñesa, que trabaja desde hace años en Holanda, así como en casi una treintena de países más en el exterior. «Cualquier trabajador en el sector del frío industrial ha sufrido un percance con sus bombonas de refrigerante y los sopletes», explica un profesor de la materia que impartió clase a Juan.

Inspección de la Guardia Civil

Para entonces, la Guardia Civil de Curtis ya había acudido al domicilio familiar de Juan a recabar información y a practicar un registro por si hubiera algún rastro sospechoso. «La familia se puso de los nervios y empezó a llamar a todo el mundo», cuenta uno de los allegados una vez superado el susto.

La rápida movilización de los responsables de la empresa y los amigos de Juan permitió superar todos los malentendidos con celeridad. «Fue decisiva la intervención del cónsul de Róterdam y de un abogado de oficio al que aún no hemos podido localizar para darle las gracias», añadió el responsable de la firma para la que trabaja el curtiense.

Juan regresó ayer a España. Cogió billete en el primer avión que salía de Ámsterdam rumbo a Madrid y por la tarde pudo abrazar a los suyos. Ya en casa, pudo al fin relajarse. En su empresa lo esperan ya con los brazos abiertos el lunes para comentar el incidente. «No tiene ningún tipo de depresión y nos ha dicho que no ha recibido mal trato en ningún momento. Solo tiene buenas palabras. Y aún no he podido hablar con él, pero espero hacerlo el lunes», confirma el director general de la compañía.