La policía alerta del aumento de robos en pisos los fines de semana

José Manuel Pan
josé manuel pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

RAMON LEIRO

Los ladrones aprovechan que los residentes se van a zonas de playa y segundas viviendas

30 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El último informe de la patronal del seguro Unespa revela que la probabilidad de sufrir un robo en Galicia es un 50 % inferior a la del conjunto de España. Ese diagnóstico coincide con los últimos datos de criminalidad, de principios de año, en los que el Ministerio del Interior sitúa a Galicia como una de las comunidades más seguras: la cuarta de España con menos robos con fuerza en domicilios, solo por detrás de Extremadura, Asturias y La Rioja. No se esperan grandes variaciones en el número de delitos relacionados con ataques al patrimonio este verano, pero sí podría registrarse un repunte en la estadística de asaltos a pisos en algunas ciudades, en especial los fines de semana. Esto es debido en gran parte a que los residentes en esos pisos aprovechan la llegada del buen tiempo y las vacaciones para trasladarse a zonas de playa o a segundas viviendas.

«En los meses de verano, los lunes son siempre días de tramitación de denuncias por robos cometidos durante el fin de semana y que los dueños del piso descubren cuando regresan el domingo por la noche», explica un investigador policial, quien de todas formas aclara que ni de lejos se está produciendo una situación como la ocurrida en los últimos veranos con oleadas de robos en pisos y establecimientos comerciales de A Coruña y de Santiago.

El robo del fin de semana es más habitual de lo que parece, explica la misma fuente. Los delincuentes estudian una determinada zona, un barrio o una calle y comprueban si hay movimientos en las viviendas o si, por el contrario, no hay actividad. Los expertos policiales advierten de lo importante que es no ofrecer signos que indiquen que el piso va a estar vacío, aunque solo sea uno o dos días. «Los ladrones están siempre pendientes de esos detalles», indican las fuentes consultadas, que distinguen entre los delincuentes que rompen la puerta con una palanqueta y los más especializados que apenas causan destrozos para entrar en una vivienda, pero se llevan objetos de gran valor. Uno de los investigadores señala que «los ladrones especializados van sobre todo a las joyas de oro y al dinero. Apenas tocan otras cosas de la casa. No se llevan televisores ni ordenadores grandes. Cogen lo que pueden vender en el mercado negro y el oro que pueden fundir».

Este tipo de delincuentes suelen actuar en grupos más o menos organizados. Son bandas que pasan muy poco tiempo en los lugares en los que dan sus golpes. Solo lo imprescindible para examinar los objetivos y comprobar cuáles son los mejores momentos para robar. Su gran movilidad dificulta la labor de los investigadores policiales porque nunca se quedan en la zona después del asalto. «A veces recorren grandes distancias por carretera para regresar a sus bases», comenta un agente. Hace unos veranos la Policía Nacional consiguió desarticular a una banda extranjera que estaba desvalijando los pisos de la ciudad de A Coruña. Asaltaron centenares de viviendas, y siempre operaban durante los fines de semana. Cuando fueron detenidos se supo que por la semana residían en Barcelona y los viernes aterrizaban en Alvedro. Daban los golpes y regresaban el lunes a la capital catalana, otra vez en avión.

«La sensación es de impotencia y de miedo»

Sandra Rodríguez confiesa que la sensación que le queda tras el robo «es de impotencia y de miedo»

López Penide

Aquella tarde, Sandra Rodríguez tuvo una tarde algo complicada en el trabajo lo que hizo que retrasara unas horas su regreso a casa. «Entré y la cocina estaba normal, la salita, que es lo que yo veía, estaba bien, y en el baño había unas piezas de ropa tiradas en el suelo, pero no le di importancia porque salí corriendo para ir a trabajar y pudieron caer», recordó. Pero al entrar en una de las habitaciones, se encontró «todo revuelto, tirado», y en la principal, «todo, absolutamente todo, lo que había en los armarios estaba encima de las camas, por los suelos».

«Lo que se llevaron fueron todas las joyas», señala. De hecho, pudo comprobar que «el salón estaba intacto», pese a que había ordenadores y el televisor. «Se llevaron todas mis joyas», lamentó, al tiempo que dejó claro que ya no es por el coste económico de las mismas, sino por el valor sentimental de muchas de las piezas sustraídas: «Había cosas que no eran mías. Lo típico de que tu hermana tiene un anillo que hereda, a ti te encanta, a ella no le sirve y te lo deja una temporadita... El reloj de mi padre, cosas de mi padre, que falleció hace unos años... De mi marido, también. Soy viuda y él todos los años me regalaba una pieza de joyería... Solo me quedé con la alianza, porque habíamos ido a un viaje a Portugal y era lo que llevaba puesto, unos pendientes de brillantitos y nada más».

Sandra confiesa que la sensación que le queda tras el robo «es de impotencia y de miedo». En ese momento, salía de casa ya». De hecho, se puso en contacto con la policía y el agente, al otro lado de la línea, le aconsejó que esperara fuera de la vivienda a la llegada de una patrulla, ya que cabía la posibilidad de que los ladrones «aún estuvieran dentro».

Un asaltado en su casa en Sober: «Oíalles dicir: 'Ímonos que xa queda morto'»

Unos desconocidos rompieron la puerta de la casa de M. Fernández, de 81 años, y se emplearon con saña contra él

MIRIAM SALGADO / L. D.

La madrugada del 6 al 7 de marzo llamaron a la puerta de la casa de M. Fernández en Fontemaior, una apartada aldea de Sober. El hombre, de 81 años, no tuvo tiempo ni de levantarse de su cama. Unos desconocidos rompieron la puerta y se emplearon con saña contra él. Solo vio a dos de los cuatro autores del robo, detenidos la pasada semana por la Guardia Civil. «Entraron dous, non sei se habería máis fora. Mentres un deles estaba dándome puñetazos por todo o corpo o outro dicíalle que había que ciscar todo para afora en busca dos cartos», rememora. Tras derribar la puerta, los asaltantes le exigieron que les diera todo el dinero en efectivo que hubiera en la casa. Ante su negativa, amenazaron con matarlo. «Cando lles dixen que non tiña cartos, comezou a malleira», explica la víctima.

La hora durante la que los autores de la brutal agresión estuvieron dentro de la vivienda no terminó ahí. También intentaron estrangularlo con el cable de la luz. «Cando se ían pola porta oínlle dicir ao que me pegou que eu estaba morto xa, así que non saín ata o día seguinte. Tiña medo de que visen que quedaba vivo e viñesen rematarme», confiesa. No fue hasta el día siguiente cuando pidió ayuda a una vecina, temeroso de que pudieran estar esperándolo.

El hombre tenía en casa unos seis mil euros que había ahorrado para unos arreglos de la casa. Pero la pérdida del dinero no fue lo peor de aquella noche. La secuela más grave es el miedo, la conmoción psicológica que aún sufre a causa del asalto que sufrió en su casa. Todavía sigue sin atreverse a estar solo. En su cabeza resuena con claridad la frase que pronunció uno de sus agresores antes de salir: «Ímonos, que xa queda morto».